Por. Ivonne Melgar
El último debate del Plan B este miércoles 22 de febrero en el Senado de la República registró de manera nítida las dificultades de la oposición cuya sobrevivencia se encuentra en manos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y en la capacidad ciudadana para presionarla.
Porque es en la SCJN donde habrá de dictarse la última palabra sobre qué partes de las reformas secundarias en materia electoral, el denominado Plan B, prosperarán.
La oposición argumenta que esos cambios son regresivos y anticonstitucionales en tanto sepultan la cancha pareja que hasta ahora garantizó el Instituto Nacional Electoral (INE) desde su autonomía.
Por eso PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano comparten un diagnóstico que nos permite advertir que su futuro será todavía más desolador en 2024, si la mayoría de los ministros determina que la reforma del presidente López Obrador se apega a la Constitución.
Eso explica el desbocado entusiasmo que particularmente los partidos de Va por México le han puesto a la convocatoria de “Mi voto no se toca”.
Quedaron en esa sesión las expectativas de políticos profesionales, integrantes de lo que el presidente de la República y Morena llaman el viejo régimen.
“Rechazamos al Plan B con la participación, con la fuerza de la democracia, con la unidad de los demócratas, con la fuerza de los mexicanos que creemos en que la participación vence al autoritarismo”, expuso la senadora Beatriz Paredes (PRI).
El exsecretario de Gobernación y senador Miguel Osorio habló en el mismo sentido: “Tenemos la seguridad que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, las y los ministros, actuarán cumpliendo su mandato”.
Ante su orfandad, la oposición le apuesta a la movilización en defensa del INE y en contra del Plan B que mañana se dirigirá a la SCJN.
¿Quién hubiera imaginado a los priistas que hace seis años gobernaban con Enrique Peña hablar de protestas callejeras:
“Nos vemos en el zócalo en la CDMX”, gritó el senador Manuel Añorve (PRI).
“Y sí, sí voy a marchar el domingo. Nos van a ver en el Zócalo, nos veremos en la Corte y nos veremos en las urnas”, desafió la excanciller y hoy senadora Claudia Ruiz Massieu.
“Confiamos en la Corte y confiamos también en una ciudadanía que marchará este domingo en defensa de la libertad de la democracia y de México también”, expuso la excandidata presidencial, exsecretaria de Estado y ahora legisladora Josefina Vázquez Mota.
Y aunque para entonces la dirigencia de Acción Nacional seguía sin fijar una postura institucional frente a la condena de Genaro García Luna en Brooklyn, nadie defendió al exsecretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón.
Tampoco lo hicieron con el sexenio del expresidente cuando los senadores de Morena celebraron el fallo y se mofaron de la movilización de hoy.
“¿La marcha del domingo para qué es? Para pedir la libertad de García Luna, para pedir impunidad”, se burló el senador Félix Salgado Macedonio (MORENA).
“No sé con qué cara podrán marchar cuando convoca Calderón o Vicente Fox que son los máximos asesinos y genocidas de este país”, secundó la senadora Citlalli Hernández (MORENA).
Y en medio de la competencia entre corrupciones del pasado y del presente, el senador Emilio Alvarez Icaza (Grupo Plural) lanzó en tribuna una posible explicación de por qué García Luna no ha sido juzgado en México, recordando que el expolicía alguna vez considerado estrella también lo fue para el sexenio anterior.
Dirigiéndose a los morenistas, el legislador acusó: “No se toca por su complicidad y su pacto de corrupción. ¡Qué curioso! Miren, en su lista no está Peña. Se callan con Peña porque tienen un pacto inconfesable de corrupción e impunidad también con Peña“.
Destacó el deslinde de la senadora Xóchitl Gálvez (PAN):
“Si ya no está García Luna, ¿quién es ahora el cómplice? Porque en Estados Unidos, en el Senado, se acaban de quejar de que el fentanilo sigue llegando por toneladas. Y el otro ya fue juzgado y va a ser sentenciado y se lo merece. Se lo merece porque les falló a los mexicanos y yo me avergüenzo de ese personaje.
En el clímax de los insultos, las senadoras del PAN aseguran haber escuchado el término piruja desde la curul de la morenista Rocío Abreu, cuando hablaba su excompañera Lily Téllez. Uno de los episodios más vergonzosos de la historia parlamentaria mexicana.
“Sentadita y calladita que ya bastantes bolsas de billetes le dan para que se siente y se calle”, lanzó la panista.
“Lilly, no te preocupes, va salir tu video. Nada más que el tuyo no es para menores de 18 años y sin duda alguna cuando quieras decirme algo dímelo de frente, no vayas a increparme en el baño y después vengas aquí a rasgarte las vestiduras y a llorar porque uno te dijo algo. Al final de cuentas, quien se lleva se aguanta”, reviró la morenista de Campeche, antes priista.
Porque a estas alturas del sexenio, en el Congreso se llevan y se aguantan. Ahí están las palabras de la senadora Lucía Trasviña (Morena), mientras mostraba la fotografía del expresidente y su exsecretario.
“Ese cabrón es cómplice del crimen de Estado. Y ahora ustedes están llamando a una marcha por la democracia. ¿Cuál puta democracia han defendido ustedes?”.
Y la advertencia de la oposición en voz de quien alguna vez fuera uno de los panistas más cercanos a Calderón y, después, un emocionado obradorista converso, el senador Germán Martínez (Grupo Plural):
“De una vez lo digo, con toda y absoluta claridad, traigan a Calderón a que se haga justicia en México. Pero no lo traigan con los privilegios que trajeron a Lozoya a un hospital privado. Yo si veo las barbas de García Luna rasurar, que los militares pongan las suyas a remojar”.