Por. Fernando Coca
Cada bala disparada en su contra es un proyectil en contra de la libertad de expresión, en contra de tod@s y cada un@ de los reporteros y periodistas de este país.
El ataque fue directo y frontal.
Las autoridades de la CDMX tienen la obligación de presentar no solo a los autores materiales del atentado, deben presentar a los autores intelectuales de la violenta agresión.
Ciro no fue amenazado, no tiene enemigos y tampoco debía nada meterial. ¿Por qué asesinarlo? Esa respuesta es, de fondo, lo que Ciro y la sociedad demandan ahora para que la impunidad no siente sus reales.
Cada hora, cada día sin conocer la motivación del ataque abona a la incertidumbre y genera un vacío en la gobernabilidad.
¿Advertencia, amenaza no solo a Ciro sino a todo el gremio?
Ciro Gómez Leyva está vivo. Quien le envió a sus sicarios debería estar temiendo la acción de la justicia.
Si la Fiscalía y la Secretaria de Sseguridad de la CDMX no dan resultados en breve -no más de 72 horas- prevalecerá la impunidad.
El gobierno de la Ciudad está ante una de las pruebas más duras a las que se haya enfrentado. No admitiremos chivos expiatorios ni detenidos fabricados para salir al paso. La autoridad fue quien dijo que fue un ataque directo con la intención de matar a Ciro. ¿Quién lo quería muerto?
La Letrina. ¿Qué tal los voceros oficiosos que, mostrando su más miserable cara, llaman autoatentado el ataque contra Ciro? Todos esos que así se manifestaron están plenamente identificados como voceros de una corriente política que se distingue por eso mismo: son unos miserables corrientes.
