Texto y fotografía. Adriana Luna
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara en sus 36 ediciones ha sobrevivido gobiernos de todos los colores, políticas educativas cuestionables, crisis económicas y pandemias. Ha sobrevivido hasta a la ignorancia, el analfabetismo y la avaricia. Los mexicanos han pasado de leer un libro anual, a 3.5 en promedio.
Gracias a la FIL, los tapatíos han podido conocer a premios nobel de literatura y a personajes diversos que sin ella no habría forma de que vinieran a México. La fiesta de las letras es magia pura, es pasión lectora.
Sí, también son intereses económicos y políticos, eso ha quedado demostrado. La FIL exhibe colmillos de distintos tamaños. La feria muestra los grandes cánceres que padecemos los mexicanos: el interés, la soberbia, la envidia, la corrupción, la violencia. Pero también muestra un sin fin de cualidades que tenemos como pueblo resiliente, ese que ha sobrevivido incluso a otro mexicano.
La feria del libro ha tomado rostro de mujer, de infancia, de juventud, de anciano, de poetas, de políticos, de investigadores. La FIL da cabida a todo el que lo desee, porque ya no sólo es literatura, es música, es arte, es política, es ecología, es tecnología, es periodismo. Los libros más vendidos en esta edición reflejan más que un gusto, reflejaron la situación emocional que nos dejó la pandemia. Los títulos más solicitados fueron los de autoayuda, los emocionales, de salud y de liderazgo.
Imagínese el poder que da el congregar a 2 mil 231 profesionales de la información, de 548 medios de comunicación provenientes de 17 países. Imagínese que en tan sólo una semana, 806 mil personas se reunieron en torno al libro. En la feria se facturaron 101 millones de pesos en centro de negocios, y fue poco, en comparación a lo que puede concretarse.
La FIL ha logrado un arraigo nacional y una dimensión internacional que incluso ni siquiera Raúl Padilla, el patronato de la feria, había pensado. Y que quizás, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador; el gobernador Enrique Alfaro o cualquier otro político ya vislumbraron ese alcance, por supuesto, no son los únicos que desearían tener en sus manos semejante poderío.
Dejando atrás intereses, si somos inteligentes veríamos que la FIL se ha convertido en patrimonio de los jaliscienses y mexicanos. Ahora la cuestión es: Raúl Padilla, no es eterno, después de él ¿quién quedará a cargo de la FIL?
Al ser cuestionado Padilla López sobre esto y los ataques políticos que se recibieron recientemente, aseguró que “¡el único frente que preocupa es el frente frío que se avecina!”. Pero, seguramente no, lo que más le preocupa es a quién heredará este monstruo literario y de enorme poder político. ¡La FIL es poder y también es dinero!
¡La mejor forma de defender la FIL es leyendo! No solo para alimentar la curiosidad, la imaginación o satisfacer esa necesidad de conocimiento, también para distinguir cualquier interés oculto que haya en la FIL, en la sociedad, en México y en el mundo. “Hacer libros no tiene fin”, dice la Biblia (uno de los libros más leídos por los políticos y gente común), así que sin importar formato, el libro seguirá existiendo.
“Aquí no hace falta nadie”, se dijo en referencia al presunto boicot político a la FIL. No, no faltó nadie, en los pasillos repletos de gente también anduvieron deambulando el Covid-19 y la influenza. La mayoría olvidó la sana distancia y el cubrebocas.
Miles de niños y jóvenes abarrotaron los pasillos los últimos días de la feria, “con energía desbordante”, dijo la directora de la FIL, Marisol Schulz. Sí, lo más prometedor fue ver a uno que otro jovencito que en lugar de estar interesado en el relajo con sus compañeros, mantenía su mirada fija en un libro. Era como si el mundo se detuviera a su alrededor mientras su imaginación volaba. Esa es la magia de los libros, viajar sin límites y sin movernos un ápice.
Sharjah nos mostró que estaremos lejanos en territorio, pero somos más parecidos de lo que creemos. La mujer árabe sigue pugnando por ser vista, al igual que las mexicanas y latinoamericanas. El legado histórico y cultural, su caligrafía, la calidad de sus prendas, la música, tradiciones culturales y literatura del mundo árabe nos ayudaron a reconocer las riquezas que tenemos también aquí.
Mantener la mayor feria de las letras en español es costoso, pero también es rentable, en distintos aspectos. En política no hay nada a la casualidad, por ello la Unión Europea es la invitada de honor para la FIL 2023. México puede sacar mucho provecho de la relación con los países europeos, recordemos que la FIL no es sólo literatura, aunque mucho se critique, también es política y economía. Raúl Padilla, ya lo adelantó, ahora se intensificará la promoción internacional de la feria, especialmente se pretende tener gran repercusión en el mundo europeo. Si algo queda claro es la visión política que tiene “el licenciado” y como teje poco a poco un proyecto hasta consolidarlo, no importa cuánto tarde. Nos guste o no, queramos o no, la FIL es nuestra herencia. La FIL son mil mundos y un vasto universo de sabiduría. Tan sólo por tener la feria aquí, ya tendríamos que decir: ¡Gracias!