La “caída drástica” en el nivel de nutrientes presentes en los “suelos negros“, un tipo de terreno oscuro rico en contenido orgánico del que dependen cientos de millones de personas, compromete la alimentación de la población mundial, reveló este lunes la FAO.
Este rico tesoro está amenazado. La mayoría de los suelos negros ya han perdido al menos la mitad de sus reservas de carbono orgánico, sufren una erosión de moderada a grave, desequilibrios de nutrientes, acidificación, compactación y pérdida de biodiversidad”, afirmó el director general de la FAO, Qu Dongyu.
Pese a que los suelos negros representan solo un 17 por ciento los cultivos a nivel global, en ellos se extraen el 66 por ciento de las semillas de girasol, el 42 por ciento de la remolacha azucarera, el 30 por ciento del trigo y una de cada cuatro patatas, detalla la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en su primer informe sobre unos terrenos clave para la agricultura.
“Los suelos negros son conocidos como la cesta de alimentos del mundo y han estado vinculados al bienestar humano durante cientos de años”, subrayó Qu.
Estudios realizados en algunas regiones ricas en suelos negros constatan unas pérdidas de entre el 20 y el 50 por ciento de la materia orgánica en las tierras y una reducción de su capacidad para retener gases de efecto invernadero, según la FAO.
En los suelos negros, el arado y otras labores de cultivo intensivo alteran la distribución de las tierras y exponen al aire libre una materia orgánica que, la descomponerse, libera dióxido de carbono a la atmósfera, “contribuyendo significativamente al incremento del CO2” y al cambio climático.
Estos terrenos, especialmente presentes en países como Rusia, Kazajistán, Canadá, Estados Unidos, China o Argentina, son “suelos únicos que se caracterizan por su capa de suelo grueso, de color oscuro y por un rico contenido en materia orgánica” capaz de producir grandes cantidades de alimentos, se explica en el informe.
En la actualidad, la mayor parte de los suelos negros, un 66 %, no se dedican a la agricultura y se encuentran cubiertos de hierba o bosques.
La progresiva transformación de los suelos negros no cultivados en zonas destinadas a la explotación agrícola intensiva pone en riesgo la biodiversidad e incrementa la contaminación atmosférica, liberando dióxido de carbono y limitando la capacidad de los suelos y de la vegetación de absorber gases de efecto invernadero.
“La protección de los suelos negros no cultivados debería ser una prioridad mundial de conservación debido a su biodiversidad y a la gran cantidad de carbono orgánico que contienen, todo ello clave para la acción climática”, enfatizó el director de la FAO.
Para garantizar la protección y sostenibilidad de los suelos negros, en el documento se lanzan una serie de recomendaciones a instituciones y agricultores.
Por un lado, el sector agrícola debe adoptar prácticas como la siembra directa, la fertilización con estiércol, controlar el uso del agua o trabajar la tierra sin cavar.
Por otro, los gobiernos nacionales deben incentivar económicamente “la gestión sostenible, la restauración y la conservación de los suelos negros”.
Además, las instituciones de todo el mundo deben priorizar la conservación y la investigación científica en torno a los suelos negros, estén o no presentes en los territorios nacionales, sostiene la FAO.
Gestionar de forma sostenible y restaurar nuestros suelos es vital para hacer frente a retos mundiales como la inseguridad alimentaria, la pobreza o la crisis climática”, reclamó Qu.
En la actualidad, solo China cuenta con una ley nacional para proteger, conservar y fomentar la gestión sostenible de los suelos negros, recuerda la FAO, que lamenta que estos terrenos permanezcan sometidos a “prácticas de gestión insostenible”.
Con información de EFE