La OMS recomendó el contacto inmediato “piel con piel” entre la persona cuidadora y el bebé recién nacido, lo que se traduce en mejoras en la salud del menor, de acuerdo con las nuevas directrices para mejorar las posibilidades de supervivencia y los resultados de salud de los bebés nacidos antes de 37 semanas de gestación o pequeños (menos de 2,5 kg al nacer).
“El primer abrazo con uno de los padres no solo es importante desde el punto de vista emocional, sino que también es absolutamente crítico para mejorar las posibilidades de supervivencia y los resultados de salud de los bebés pequeños y prematuros», señaló la Dra. Karen Edmond, responsable médica de la salud de los recién nacidos en la OMS.
“Durante la época de la COVID-19 hemos aprendido que muchas mujeres eran separadas innecesariamente de sus bebés, lo que puede tener consecuencias catastróficas para la salud de los que nacen prematuramente o pequeños. Estas nuevas directrices subrayan la necesidad de atender a las familias y a los bebés prematuros como una unidad, y de ofrecer a los padres el mejor apoyo posible en un momento que suele ser especialmente estresante y angustioso”, agregó.
Según estas directrices, inmediatamente después del nacimiento debe producirse el contacto piel con piel con la persona cuidadora, conocido como el «método de la madre canguro», en lugar de dedicar la primera fase tras el parto al cuidado en incubadora. Este procedimiento supone un cambio significativo con respecto a la orientación anterior y a la práctica clínica habitual, lo que refleja los inmensos beneficios para la salud que aporta el hecho de que la persona cuidadora y su bebé prematuro estén juntos tras el nacimiento, en lugar de ser separados.
Estas directrices también ofrecen recomendaciones para garantizar el apoyo emocional, económico y en el lugar de trabajo para las familias de bebés que nacen muy pequeños o prematuros, las cuales podrían enfrentarse a situaciones de estrés y dificultades extraordinarias debido a las demandas de cuidado intensivo de sus bebés y a la ansiedad que genera su estado de salud.
La prematuridad es un problema urgente de salud pública. Según las estimaciones disponibles, cada año nacen 15 millones de bebés prematuros, lo que representa más de uno de cada diez bebés nacidos en todo el mundo, y un número aún mayor de bebés (más de 20 millones) presentan peso bajo al nacer. Actualmente la prematuridad, que marca una tendencia creciente en términos numéricos, es la principal causa de muerte entre los niños menores de cinco años.
Las posibilidades de supervivencia de los bebés prematuros siguen presentando variaciones importantes en función del lugar de nacimiento. Mientras que en los países de ingreso alto sobreviven la mayoría de los bebés nacidos a las 28 semanas de gestación o más adelante, en los países más pobres las tasas de supervivencia pueden llegar a ser de únicamente el 10%.
La mayoría de los bebés prematuros se pueden salvar aplicando medidas factibles y costoeficaces, entre ellas la atención de calidad antes, durante y después del parto, la prevención y tratamiento de las infecciones más comunes, y el método de la madre canguro. Este método combina el contacto piel con piel con el cuidador principal (normalmente la madre) durante el mayor número de horas posible, utilizando para ello un portabebés o un manto especial, con la lactancia materna exclusiva.
Dado que los bebés prematuros padecen falta de grasa corporal, muchos de ellos tienen problemas para regular su temperatura al nacer y, a menudo, necesitan asistencia médica para respirar. Las recomendaciones anteriores dirigidas a estos bebés aconsejaban separarlos de su cuidador principal durante la primera fase, a fin de estabilizarlos en una incubadora o en un calentador. Este proceso duraría, de promedio, entre tres y siete días. Sin embargo, ahora las investigaciones han demostrado que empezar a aplicar el método de la madre canguro justo después del parto salva muchas más vidas, reduce las infecciones y la hipotermia, y mejora la alimentación.
Si bien estas nuevas recomendaciones van especialmente dirigidas a los entornos más pobres, donde tal vez no haya acceso a equipos de alta tecnología o, ni siquiera, a un suministro eléctrico fiable, también son válidas para los contextos de ingresos altos. En este sentido, estas directrices instan a replantear la forma de prestar los cuidados intensivos neonatales, a fin de garantizar que los padres y los recién nacidos puedan estar juntos en todo momento.
En las directrices se recomienda reiterada y encarecidamente la lactancia materna para mejorar los resultados de salud de los bebés prematuros y de bajo peso al nacer, ya que, según está demostrado con datos empíricos, reduce los riesgos de infección en comparación con la alimentación con preparados para lactantes. Cuando no se dispone de leche materna, la mejor alternativa es la leche humana de donantes, aunque en ausencia de bancos de leche donada se pueden utilizar «preparados para lactantes prematuros» enriquecidos.
Estas directrices se han publicado con motivo del Día Mundial del Recién Nacido Prematuro, que se celebra cada año el 17 de noviembre.