Por. Saraí Aguilar
La senadora Claudia Balderas ha demostrado ser capaz de conseguir todos los reflectores hacia su persona y no por una gran gestión, sino por su enorme capacidad de protagonizar escándalos amparada en el fuero.
La senadora por Veracruz de la bancada de Morena una vez más está en el centro de una polémica, pero ahora por agredir a una mujer que trabaja por honorarios con el senador Félix Salgado. A bofetadas y empujones la mujer fue agredida por la senadora –que a la vez es su prima– y por un acompañante que se presume es la actual pareja de la legisladora.
Con anterioridad Balderas ya había sido denunciada por tener en su equipo a su pareja de ese momento. Pero más allá de que fuera su pareja y no tuviese aptitudes para ser asesor –puesto que era chef y experto en artes marciales, de acuerdo con su currículum–, esto no era impedimento para cobrar 60 mil pesos mensuales.
Tampoco fue obstáculo su carrera delictiva. Había sido acusado incluso de la violación de una menor de edad y portación de droga, delitos que al amparo de su pareja y jefa logró evitar. En mayo del presente año fue detenido por supuesta participación de secuestro. En esa ocasión, como en todas las anteriores, los hechos fueron desconocidos por la senadora. La detención incluso fue pregonada en la conferencia matutina de Presidencia por el subsecretario de Seguridad, Ricardo Mejía Berdeja.
Pasadas 24 horas del evento Balderas no había puesto ningún posicionamiento. Igual no sería asombroso con el récord de controversias que acumula y por las que jamás ha rendido cuentas. Pero se esperaría que las senadoras de Morena y la misma secretaria general, que pregonan su feminismo, no se hayan indignado ante la agresión contra una mujer. Una mujer que, se presume, estaba intoxicada. ¿En verdad no les indigna que sea incluso en el Senado donde se repita un patrón de violencia tan frecuente y nocivo como es el abusar de una mujer alcoholizada?
Al parecer, los patrones que nos violentan se perpetúan desde el poder. En México, el consumo de alcohol u otras sustancias psicoactivas se ha considerado como un factor que puede actuar como detonador o potenciador del ejercicio de la violencia y como factor de mayor riesgo o vulnerabilidad de ser víctima. No obstante, es una realidad que no esperaríamos se reprodujese en la sede del Poder Legislativo y ante el amparo de los mismos guardias del recinto, que optaron por proteger a la agresora de la prensa e ir tras la agredida.
La pregunta incómoda para la agenda feminista y que nos debe de cimbrar es si la paridad numérica se está viendo reflejada con senadoras como Balderas. Si este tipo de gestiones están aportando algo a la causa o si hay sumas que restan. Peor aun, la bancada de Morena, sus legisladoras y dirigentes deberían de analizar a fondo su agenda de género y ver si en verdad están luchando por la igualdad, o por la igualdad de unas cuantas en el poder.