Por. Saraí Aguilar
¿Hasta cuándo voy a tener que vivir con miedo?
Esa pregunta se realizó semanas antes de ser brutalmente asesinada Luz Raquel.
Luz Raquel Padilla denunció en varias ocasiones que era víctima de amenazas por parte de vecinos, en especial de uno, a quien le molestaban los ruidos que hacía su hijo con autismo.
En grupos de vecinos dejó entrever los problemas con su vecino y sus fiestas con música a alto volumen que propiciaban crisis en su hijo.
Asimismo, en redes sociales publicó fotografías de amenazas: “te voy a quemar viva”. De hecho el mismo día que publicó las fotografías de las amenazas, también aseguró haber sido atacada por su agresor con cloro industrial.
Y la amenaza se cumplió. Hoy está muerta. Fue quemada viva.
Pues si algo debiésemos tener bien claro, pero al parecer nuestros gobernantes no han querido entender, es que el agresor no amenaza en balde. Que ante la inacción de las autoridades se crecen ante el amparo de la impunidad.
Posterior a su brutal asesinato, tras las protestas y señalamientos, entonces sí respondieron las autoridades. Tarde, como siempre, y por presión social, no por una real preocupación por nuestras vidas.
La Fiscalía del estado de Jalisco informó de la detención de Sergio Ismael “N”, como sospechoso de los delitos de “lesiones, amenazas y delitos cometidos en contra de la dignidad de las personas”, tras la denuncia presentada por Padilla. Pero se aclaró que su detención está vinculada a esa causa penal previa e “independiente” de la carpeta de feminicidio, aunque “eventualmente también podría estar indicado por este delito”, dijo el subsecretario Ricardo Mejía Berdeja. Es decir, que hasta que murió se le dio seguimiento a la agresión que sufrió días antes.
A pesar de la notable ineficacia de las autoridades para proteger a Luz, el gobernador de Jalisco, en la conferencia matutina del presidente, sostuvo que sí se habían atendido las denuncias, pero afirmó que “ninguna medida de protección es suficiente cuando se tiene la convicción de cometer un crimen tan atroz”.
¿De verdad estamos ante una batalla perdida? ¿No hay nada que se pueda hacer pues cuando nos quieren matar lo lograrán? ¿Esa es la respuesta que les daremos a nuestras hijas, hermanas, alumnas, a las mujeres de nuestras tribus, hermandades? ¿La resignación ante la muerte atroz, a aprender a pasar desapercibidas ante la violencia que nos acecha?
Nos negamos a vivir en una pusilánime respuesta de nuestros gobernantes. Lo que debe morir es el patriarcado, no las mujeres. No se puede hablar de resignación o lo que es peor, indiferencia, ante el incremento del feminicidio y de la brutalidad de los mismo.
Si las medidas no pueden prevenir feminicidios, lo que se cambian son las medidas, no se bajan las manos antes las muertes.
Pues al parecer, para el gobernador Alfaro, Galeano no se equivocó al decir que los hombres matan mujeres… porque pueden.
