Por. Gilda Melgar
Comenzar el día agradeciendo al sol o escribiendo tus “páginas matutinas”, tomar el café en tu mejor taza, bañarte con jabones perfumados o disponer un florero con un enorme girasol en el baño de visitas, son actos que probablemente la mayoría de las personas calificarían de cursis o innecesarias.
Sin embargo, para las personas altamente sensibles –como yo– son actos de salvación o supervivencia ante una realidad cada vez más caótica y desesperanzadora.
Desde los primeros meses de la pandemia, cuando nos fuimos al encierro debido a que los casos mortales aumentaban en todo el mundo, tomó fuerza el movimiento “romantiza tu vida”, especialmente entre las mujeres jóvenes.
Conscientes de que nuestra propia vida estaba en riesgo inminente por los contagios del Covid-19, el sentimiento de gratitud emergió especialmente entre los que ya teníamos la vida resuelta sin darnos cuenta. Los asalariados, los burócratas, los profesionistas, los que nos fuimos al “home office” con nuestra mensualidad segura. Los que pudimos hacer la compra “online” del mandado. Los que tomamos cursos virtuales de floristería, canto o cocina, incluso con chefs de tres estrellas Michelin, vía Instagram; los que nos iniciamos en el Zoom para conservar la chamba o con la urgencia de saludar a la familia y los amigos.
Tomar el café de la mañana sin prisas y plena atención se volvió un gozo cotidiano invaluable. ¿Cómo no beberlo en la más bonita y cursi de nuestras tazas? En mi caso, la del asa dorada, ésa que me compré en el Whitney Museum de Nueva York y cada vez que uso me transporta a las orillas del Hudson.
Embellecer los espacios de la casa sin esperar ninguna visita también fue un hábito nuevo para muchos. Incluso hubo quienes aprovecharon el encierro para hacer remodelaciones o limpiezas profundas.
Nos dimos cuenta de lo que sí tenemos. De las bendiciones cotidianas de contar con algo más que un techo y un refri con comida. ¿Por qué dejar la vajilla de porcelana o el mantel de lino sólo para las ocasiones especiales, si sentarse a la mesa con toda la familia y un menú completo es hoy una ocasión especial?
Por esa misma razón es que Amazon, el mayor portal de venta electrónica, experimentó un crecimiento global de hasta 40% en 2020. Yo misma me animé a adquirir artículos para el hogar por primera vez ahí, haciéndome de una vajilla negra que aún permite “romantizar” las comidas en sábado.
La filosofía detrás de “romantizar tu vida” consiste en estar conscientes y agradecidos de lo que se tiene. Un lema usado por decoradores e interioristas que reza “honra lo que tienes”, viene al caso ya que romantizar -en este caso- es reconocer el esfuerzo propio detrás de los bienes que poseemos.
En mi caso, fue hasta el año del encierro que comencé a hacer arreglos florales por mi cuenta, asistida por Ttik-Tok. Algo que antes me parecía un pasatiempo superficial se convirtió en una terapia de sábado para embellecer mi espacio, “honrando” así el esfuerzo con el que adquirí la sala, la mesa de centro, el gabinete, o lo que sea.
Imagino que a las personas pragmáticas les dará exactamente lo mismo servirse en la taza o el plato que sea, siempre y cuando tengan qué beber y comer. Otros más pensarán que esto de “embellecer la vida” es tan superficial o burgués como estar al tanto del Jubileo de la Reina Isabel o la separación entre Shakira y Piqué.
Los sicólogos, en algunos casos con razón, dirán que el síndrome del “personaje principal” se apodera de los deprimidos e inseguros que se preocupan más por su imagen en las redes sociales que por lo que realmente sienten.
Sin embargo, “romantizar la vida” no se trata de documentar lo ordinario 24/7 por Instagram. Si uno quiere compartir un decorado u objeto que de pronto le llenó de emoción, está bien.
Pero lo realmente importante es que uno encuentre gozo en cada momento del día y lo viva con gratitud y asombro. Desde la primera taza de café hasta el momento en que colocas la cabeza en la almohada. Por cierto, ahora también me perfumo para ir a la cama.
Algunos consejos para romantizar la vida, con o sin pandemia, con o sin guerra, con o sin (pero más con) el desastre nacional:
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Establece un ánimo.
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Crea un ambiente agradable.
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Desconéctate de vez en cuando.
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Procura a tus amigos y familiares.
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Realiza cosas que te guste hacer a solas.
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Practica la gratitud.
Se trata de celebrar las pequeñas cosas de la vida y no esperar las vacaciones o las grandes ocasiones para entusiasmarse. Y tú, ¿romantizas la vida?