Por. Saraí Aguilar
México, país donde fueron asesinadas más de 10 mexicanas al día en promedio en 2021, y en el que algunas son encarceladas injustamente, la violencia escala sin control y la prioridad de la clase política es usar el feminismo como arma política y grilla.
Al menos ese es el escenario que se ha visto en los últimos meses desde ambos lados de la arena política. Mujeres influyentes y poderosas confrontadas entre ellas, usando de excusa foros y derechos de las minorías, las cuales muchas veces son sus propios partidos los primeros en violentar; senadoras violentas en redes, pero denunciando a comediantes por agresiones a otras, o algunas otras mujeres en el poder siendo promovidas como precandidatas presidenciales a pesar de su desprecio externado por las causas de la agenda feminista, y unas más sostenidas en su cargo a pesar de haberse prestado a mantener en prisión a mujeres inocentes con cargos fabricados por el rencor de hombres desde la Fiscalía.
En días pasados, Bertha Caraveo, senadora por Chihuahua de Morena, informó que la Fiscalía General de la República (FGR) abrió una carpeta de investigación en contra del influencer Chumel Torres por el delito de violencia política de género. Si bien los insultos del youtuber son deleznables, no se inscriben necesariamente en la esfera del género. En el caso de la jefa de gobierno y aspirante presidencial, Claudia Sheinbaum, decidió encabezar una cruzada en el tema de la inclusión, que puede parecer loable si no fuese porque a raíz de un foro sobre género realizado en la UNAM han quedado confrontadas líderes, académicas y activistas feministas. Le pareció un buen escenario ese y no abanderar la causa de Alejandra Cuevas, quien fue privada 500 días de su libertad a causa de delitos fabricados en una embestida legal respaldada nada menos que por la fiscal de la CDMX y su compañera de trinchera, Ernestina Godoy. El caso de mujeres siendo víctimas de hombres con poder y del sistema patriarcal… no les mereció tomar alguna posición.
Mientras, desde la oposición la situación no luce alentadora. Han decidido algunos sectores enfocar los reflectores hacia la senadora Lilly Téllez, quien en diferentes momentos ha reiterado su posición fortaleciendo prejuicios y estereotipos como ”femenina y no feminista”, como si una y otra fuesen excluyentes, o que “ama a los hombres y duda del feminismo” reforzando la ignorancia y los odios adjudicados a la causa como si ésta promoviese rencores y no la igualdad.
¿De verdad esto es lo mejor que tiene por ofrecer la política mexicana? De izquierda a derecha, lo único que queda claro en este país es que una vez más la clase política pervierte causas y ni las muertas o desaparecidas les importan, sino simplemente los votos en las urnas… y en las urnas las recordaremos.
Al fondo del Arcón
En días pasados el presidente Andrés Manuel López Obrador dio muestra de su machismo disfrazado de condescendencia paternal al subir el siguiente tuit:
“El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación me exige que publique una sentencia en mi contra por el mensaje a la nación del 1º de diciembre, porque si no lo hago arrestan a Jesús y a la pobre de Jessi”, escribió el mandatario en sus redes sociales.”
Señor presidente, ¿por qué el tono infantil con la directora de comunicación digital del Gobierno Federal, Jessica Ramírez González? ¿Acaso Jesús Ramírez no sufriría la misma penalización? ¿Por qué Jessi por Jessica y no Chucho por Jesús? Detalles mínimos, pero en la forma está el fondo.
