Por. Adriana Luna, Corresponsal
Guadalajara.- La angustia les quita el apetito, no pueden dormir, no dejan de pensar, son revictimizadas por autoridades y por mismos familiares. El dolor es tan agudo y permanente que su sistema inmunológico las traiciona. Muchas madres que buscan a seres queridos desaparecidos, no resisten, su cuerpo reacciona con diversas enfermedades: cáncer (mamario y cérvico-uterino, vinculados a la maternidad), diabetes, hipertensión, ansiedad y depresión.
Zonia desde hace seis años busca a su hijo Jorge Eduardo, estudiante en el Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas de la Universidad de Guadalajara. Se volvió investigadora, activista, psicóloga y guía para decenas de mujeres que como ella siguen buscando. Ver en la morgue, fotografías de cuerpos masculinos y femeninos descuartizados, absorber tanto dolor ya cobró factura, ahora se enfrenta al carcinoma ductal infiltrante.
“El doctor me dijo que el cáncer comenzó a formarse hace cinco o seis años. El 20 de febrero se cumplieron seis años de que se llevaron a mi hijo. Está totalmente relacionado con el dolor y la ausencia de nuestros hijos. ¡Definitivamente lo es!”.
Ella era una mujer sana, pero el cuerpo traiciona. Al ayudar a otras mamás buscadoras, revive todos los días su propio dolor, la herida está viva. Ahora el más fuerte motor para dar batalla, es su hijo menor de edad.
Por su parte, Carmen Chinas investigadora del Observatorio de la Participación de las Mujeres (PARITE) subraya que las afectaciones emocionales y físicas son un tema poco estudiado.
“En sus reuniones las escuchas hablar de repercusiones en su salud: diabetes, hipertensión, cáncer. Mala alimentación por todo lo que implica la pérdida de un familiar. Además, lo emocional, el duelo suspendido porque no se sabe si su hijo está vivo, si ha comido, si lo están maltratando. Ese proceso de duelo continuado genera estrés y angustia permanente”.
En México sólo se cuenta con un breve apartado en un informe sobre la desaparición de jóvenes en Ayotzinapa, las repercusiones en la salud a sus madres, esposas, hijas, etc.
“El cuerpo se deteriora, se hacen presentes otras enfermedades que no estaban antes. No es sólo la salud mental y la angustia, el dolor, el estrés, esto se plasma en la salud física, el deterioro de las vidas. Vemos que hay varias buscadoras que han fallecido sin encontrar a su ser querido, por complicación de enfermedades médicas. Ellas apelan (a familiares) que aunque ya no estén, se siga con la búsqueda. ¡Esa parte es muy dura! Es un tema que urge atender integralmente, el tema de la salud mental y física que al final están juntas”, añadió la especialista.
En Jalisco hay casi 15,973 personas desparecidas y no localizadas, más de 13 mil son hombres y casi 3 mil mujeres. Ellas con un promedio de edad entre 15 y 19 años. Ni siquiera durante el confinamiento cesaron las desapariciones de mujeres. El portal SISOVID de Jalisco revela que el mayor incremento en desapariciones de mujeres estaría entre 2019-2021 para un total de 593. Los municipios donde hay más mujeres desaparecidas son: Zona Metropolitana de Guadalajara, Altos Norte y Sur, Ciénega y Puerto Vallarta. Se teme que por cada denuncia haya dos casos no informados.
Zonia pide a todas las madres y familiares buscadores que no olviden su salud como prioridad: ¿Cuándo fue el último chequeo médico? Recuerda que si tú no estás ¿quién seguirá la búsqueda?