Por. Saraí Aguilar
Victoria Rodríguez Ceja se convertirá a partir del siguiente año en la tercera mujer que conforme la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico), junto con las subgobernadoras Irene Espinosa y Galia Borja, esta última con la que ya ha trabajado en la administración pública.
“Los mercados han estado evaluando qué implica este cambio y todavía no lo sabemos. Hay cierto temor por la injerencia que podría tener el presidente en Banxico por su cercanía con la funcionaria. Se quiere saber qué sesgo tendrá en cuestiones de política monetaria y ella no ha dicho sobre qué decisión debería estar tomando Banxico”, declaró Janneth Quiroz, directora de Análisis Económico de Monex (El Economista).
Más allá del análisis financiero que le corresponde a los especialistas, lo que sucede en nombramientos como éste es que, a veces hay “sumas que restan”. Si bien, por primera ocasión, el Banco de México estaría encabezado por una mujer, y para el presidente López Obrador, el simple hecho de que haya una mujer es motivo de celebración, habría que explicar que no por mera cuota se considera avance o relevante para la causa feminista.
Las mujeres somos capaces de asumir cualquier cargo o reto que se nos imponga en cualquier área profesional. Una batalla histórica se ha dado por romper el techo de cristal así como los estereotipos de las áreas donde “es más lógico” que estemos en puestos directivos. En otras circunstancias, sería digno de celebración que un puesto tan importante sea ocupado por una mujer. Pero en este caso, el nombramiento está en el ojo del huracán por las dudas que genera su señalada falta de experiencia en política monetaria, y por las sombras que genera llegar con la etiqueta de “recomendada”.
Históricamente, la economía ha sido un campo dominado por hombres. Incluso, las que son precursoras en este campo se desenvolvieron a la sombra de sus esposos. Tenemos ejemplos de sobra de ellos, entre los que podemos destacar a Harriet Taylor Mill (1807-1858). Ella y su esposo John Stuart Mill escribieron juntos obras como La liberación de la mujer, un libro en el que es difícil saber cuál es la aportación de cada uno.
También está el caso de Mary Paley Marshall, quien fue una de las primeras mujeres en estudiar y posteriormente dar clases en la universidad de Cambridge. Allí escribió su principal obra The economics of industry, aunque al ser reeditada años después, su cónyuge Alfred Marshall eliminó su nombre.
No queremos mujeres en el poder a la sombra de un hombre. Es necesario que los perfiles que surjan y se posicionen sean no solo meritorios por el género sino por sus triunfos y logros. Pero el posicionar mujeres solo por ser alfiles a hombres o por recomendación no es avance… es nadar en círculos en un modelo patriarcal.