Por. Dolly Espínola
La violencia por razones de género adquiere dimensiones alarmantes y, sin duda, nos encontramos ante la urgente necesidad de atender, desarrollar estrategias de prevención y, sobre todo, realizar los ajustes necesarios para que las universidades se conviertan en espacios libres de violencia.
Las señales son muy claras, las manifestaciones masivas en reclamo de atención y la demanda de las comunidades para que se atienda de manera oportuna y con certeza jurídica los casos de violencia, exigen cambios en la gestión universitaria. En esa ruta se encuentra la Universidad Autónoma Metropolitana que, en diciembre pasado, aprobó las Políticas transversales para erradicar la violencia por razones de género.
Se trata de trabajar para que nuestra institución sea un espacio libre de violencia de género y avanzar hacia una cultura de derechos que permita fortalecer el proyecto educativo y el cumplimiento del compromiso social que tenemos. Pensar una universidad desde la perspectiva de género reclama una nueva mirada de la realidad y el fortalecimiento de las instancias y los mecanismos para la prevención, atención, sanción y erradicación de la violencia de género.
La UAM es precursora y referente internacional en ofrecer estudios de posgrado en estudios de la mujer y esto ha permitido desarrollar perspectivas teóricas y estrategias de intervención social que abonan al campo de los estudios científicos y humanísticos para entender las relaciones de género. Nuestra universidad es un organismo autónomo y por eso una gestión con perspectiva de género, cuyo propósito será impulsar de forma transversal la cultura de igualdad y generar esquemas que permitan afrontar positivamente cualquier tipo de violencia de género que se presente al interior de nuestra comunidad, es posible.
Tengo la convicción de que la participación paritaria en los procesos de toma de decisiones acerca de la vida universitaria enriquecerá y acelerará el paso hacia una institución más incluyente y sin violencia para todas y todos. Sin menoscabo de lo académico, mucho tenemos que hacer en los rezagos existentes en el marco normativo y en la cultura universitaria para impulsar las medidas necesarias y los procedimientos institucionales en favor de la inclusión. Sin duda, la consolidación de acciones para promover la no discriminación debe tomar en cuenta las diferencias de género y las causas fundamentales que propician las desigualdades.
Con la creación en el 2020 de la Unidad de Prevención y Atención de la Violencia de Género (UPAVIG), la Unidad Xochimilco de la UAM se propuso contar con una instancia dentro de la estructura institucional a través de la cual es posible coordinar esfuerzos para la detección, prevención, atención y erradicación de la violencia de género. Sin duda, dar orientación y realizar acompañamiento para que en caso de ser víctima de algún tipo de violencia se reciba apoyo psicológico, médico y jurídico, representa una tarea importante, pero no suficiente. Fortalecer las instancias mediante la asignación de recursos, el desarrollo de los mecanismos que den certeza jurídica e independencia de acción, hará posible transitar de forma más efectiva hacia la institucionalización de una efectiva gestión con perspectiva de género.
En la situación actual, de reciente cambio de gestión en la rectoría general y en medio del proceso de cambio de rectoría en la Unidad Xochimilco, coincido con quienes piensan que el compromiso debe ser alcanzar los acuerdos necesarios para que nuestra institución cuente con un protocolo único de atención a la violencia de género y con un diseño institucional más consistente sobre el lugar, funciones y recursos con los que deben contar las unidades de atención que, como la UPAVIG, representan un paso importante para atender la problemática con un enfoque integral y más seguro para toda la comunidad.
Dolly Espínola. Directora de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Unidad Xochimilco, de la UAM.
