Por. Rodrigo Llanes
A veces creemos que la Conquista de México fue patrocinada por los reyes de España, quienes tendrían bajo su mando a un ejército profesional que ejecutaba sus órdenes. En realidad los conquistadores patrocinaron con sus recursos particulares la expedición a la tierra firme. Y eran migrantes obligados a construir un nuevo horizonte que la España de su época no les permitía.
Las conquistas en las Antillas y los viajes de descubrimiento se transformaron en una válvula de escape para la generación de jóvenes españoles que sufrieron en la península la severa crisis política y social del final del régimen de los Reyes Católicos.
Isabel y Fernando procuraron fortalecer el poder de la Corona de Castilla en detrimento del poder de los señoríos del reino. Para lograrlo encaminaron las capacidades bélicas y los recursos de estos en guerras que los reyes encabezaban, como la de Granada. Por otra parte, fincaron su apoyo popular entre los habitantes de las ciudades de Realengo a las que concedieron poder político para acentuar el contrapeso a los señores castellanos. Con el paso de los años el modelo se fue agotando, pues las guerras implicaban gastos enormes y para lograr obtenerlos los reyes inevitablemente fueron otorgando beneficios económicos y políticos a la nobleza que pretendían dominar, y también a los administradores de la Corona, en detrimento de las ciudades que les apoyaban.
Isabel y Fernando planearon el futuro de su proyecto político y determinaron heredar sus dos Coronas a uno solo de sus hijos y lograr así un mayor poder para el futuro rey. Sin embargo, la muerte del príncipe Juan en 1497 trastocó sus planes. La sucesión de la Corona de Castilla recayó en la princesa Juana, casada con Felipe de Habsburgo. Empero, por un codicilio agregado a su testamento, Isabel abrió la posibilidad de que Fernando pudiera regir Castilla si su hija se encontraba impedida para gobernar. Por ello, el rumor de que ella estaba loca se fue asentando como una realidad y provocó una división entre los nobles castellanos que apoyaban la regencia de Fernando y los que apoyaban la regencia de Felipe ‘el Hermoso’. Sin embargo este último murió repentinamente en 1506. Pero la oposición a Fernando continuó activa y para poder gobernar como regente, éste tuvo que ceder grandes privilegios a los nobles del partido opositor. La ausencia por muerte del príncipe Juan y de Felipe prolongó a una generación en el poder. Esa que había transformado la historia del reino a través de una modernización sin precedentes, pero que se volvió conservadora y regresiva en la etapa madura de la vida de Fernando.
Con esa clase dirigente ya vieja y aferrada al poder, Castilla no podrá ofrecer oportunidades de desarrollo a los jóvenes nacidos entre finales de la década de 1470 y la de 1490. Las leyes del Mayorazgo vigentes en ese momento, que concentraban los privilegios de herencia en el hijo mayor de una familia con patrimonio, abonaron a formar una generación sin grandes posibilidades para prosperar. Por lo que la futura América será el lugar en el cual esa juventud podrá expresar, a través de su acción conquistadora, sus aspiraciones para sobresalir y abrirse paso ante nuevos y grandes retos. Entre los hijosdalgo extremeños, castellanos y andaluces sobraron los ímpetus de gloria.
La generación de Cortés fue rebelde y audaz, desafiante del orden consolidado por Los Católicos. El fenómeno de rebeldía será característico de las conquistas continentales en América y estará presente en la mayoría de los capitanes. Se trata de hacer crecer el dominio hispánico a través de la ruptura con el orden recién consolidado. Baste citar el caso de Hernán Cortés, quien se rebela ante Diego Velázquez el gobernador de Cuba, y a su vez padece la rebelión de Cristóbal de Olid durante la expedición a las Hibueras.
El contraste entre la Conquista de México y las guerras en Europa de las coronas de Castilla y Aragón es muy marcado. Las hazañas militares de Fernando el Católico siempre se plantearon como una estrategia política que aseguraba el poder de la Corona frente a la nobleza y se financiaban con recursos de la Hacienda Real. Mientras que la conquista de México fue planteada entre los españoles como una empresa particular.
Aunque el éxito militar de la conquista dependió de los tlaxcaltecas y de otros pueblos aliados, el arrojo extraordinario de esos cientos de españoles fue necesario para encabezar el proceso de cambio en la política mesoamericana. De esta forma los conquistadores con sus aliados emprendieron el mayor engrandecimiento territorial de la monarquía hispánica.
Podemos afirmar que la pujanza y el poderío español no generó su expansión territorial en América. La conquista del nuevo territorio no se hizo con la riqueza acumulada de la clase dirigente, sino con los pocos recursos de los conquistadores y los grandes recursos de los pueblos aliados en Mesoamérica.
Otra idea caduca es creer que los conquistadores pertenecían exclusivamente a los estratos sociales inferiores o que llegaban después de delinquir y enfrentar a la justicia. La situación crítica de la península a principios del siglo XVI expulsó a los jóvenes de muchos estratos que carecían de oportunidades. Entre ellos los hijosdalgo, quienes contaban con cierta preparación profesional de la época, pero que durante la Regencia de Fernando el Católico vieron limitadas las expectativas de su crecimiento particular y por ello decidieron migrar. A partir de 1502 los marineros, comerciantes y conquistadores serán los únicos responsables de la colonización americana, no la Corona española.