Por. Bárbara Lejtik
Una hora antes de que suene el despertador ya estoy medio despierta, aun así me sobresalto, creo que toda la noche soñé que me perseguían, que me perdía, que avanzaba y avanzaba y no llegaba a ningún lugar.
Mi gato está más ansioso que yo, es la hora de su sobre y no hace más que chillar dando vueltas a mi alrededor, yo que llevo un minuto de pie ya siento que se me hizo tarde para todo lo que tengo que hacer en el día.
Como puedo salgo de mi casa y empiezo el trajín, el noticiario no tiene nada bueno que decir, como si en las ocho horas que estuve desconectada hubiese pasado todo, no hay una sola noticia buena. Conduzco por los caminos de costumbre y me siento como una intrusa, pareciera que los demás automovilistas reclamaran la calle como propia, como si ellos tuviesen más derecho de pasar primero, de tomar el carril de alta, de pasarse los altos, todos estamos apresurados e iracundos, decididos a no dejar pasar a nadie más, me imagino yo que todos tienen una urgencia que atender.
Los remedios para la ansiedad me los conozco completitos: aromaterapia, yoga, meditación, medicamentos controlados y CBD, papel burbuja, ni siquiera me puedo imaginar cómo sería mi vida sin estas ayudas, habrá quien diga que lo que me hace falta es un novio, pero se equivocan, cuando estoy en pareja me estreso peor, soltera por lo menos no tengo la presión de tener que negociar absolutamente todo, no es por nada pero pienso que mis amigas casadas están peor que yo, mal de muchas remedio de tontas tal vez, pero las cosas como son y cuando me acuerdo de mis épocas viviendo en pareja me da un tic en el ojo, estoy mejor así.
Soy una persona ordenada, es decir, no como pan de muerto ni rosca de reyes fuera de época, no entro por la salida, no fumo, no hago llamadas ni mando mensajes antes de las 7:00 ni después de las 10:00pm, como muy sano, evito los conflictos y me mantengo alejada de la política.
¡No se por qué no puedo dormir en paz!
No se por qué rechinó los dientes, me trueno los dedos, tengo pensamientos catastróficos, volteo constantemente a ver mi teléfono a sabiendas que no espero ningún mensaje.
Si entresemana es complicado, el fin de semana empeora, me llaman mis amigas para organizar un fin de semana en un spa tranquilo, solo nosotras para platicar y relajarnos, acepto encantada, pero al segundo ya estoy estresada por todo lo que tengo que solucionar para poder ir, cómo va a operar mi casa y mi negocio si me ausento un par de días, no voy a poder ver los dos capítulos que me quedan de la serie porque no me quiero desvelar para no manejar en carretera con sueño, voy a regresar con lluvia y de tanto pensar ya me duele el cuello y el tobillo izquierdo
¿Por qué vivo tan estresada?
¿Soy yo o todos estamos así?
Andamos mentando madres por la vida.
¿Es cuestión de género, de edad, o es la altura de la Ciudad de México lo que me tiene con los nervios de punta?
Me urgía volver a trabajar porque ya no soportaba el estrés de estar en casa sin generar dinero, ahora tampoco estoy tranquila, faltan dos horas para regresar a casa y me da taquicardia pensar en el tránsito de viernes por la tarde.
No tenemos remedio, vivimos alterados, el estrés y la ansiedad nos desbordan por completo, queremos resolver y al mismo tiempo tirar la toalla, controlar y escapar a un universo alterno en donde nadie nos conozca, no hay remedio, cualquier solución nos descompone otra cosa y la única certeza es que llegando la noche, cuando crea que ya hice todo lo que podía hacer en el día estén todos mis pensamientos tóxicos cómodamente sentados en mi cama con una copa de vino en la mano decididos a atormentarme toda la noche sin piedad.
