Por. Fernando Coca
MORENA no tiene una década de fundado y ya gobierna México. Es producto de un movimiento político-social encabezado por Andrés Manuel López Obrador, hoy presidente de México.
MORENA tiene un antecedente histórico cercano, el PRD y uno más lejano, pero mucho más presente: el PRI.
Hoy, MORENA podría fusionarse, abierta y formalmente, con el PRI.
Para quienes conocen las entrañas de MORENA no es desconocido que un gran porcentaje de los liderazgos de MORENA tiene su origen político en el tricolor. Mucho menos sorprende que miles de regidores, síndicos, presidentes municipales y alcaldes, diputados locales y federales, senadores y el mismo presidente López Obrador provengan de las filas priistas.
Alguna vez, en su oficina del Antiguo Palacio del Ayuntamiento le pregunté a López Obrador si le había costado trabajo dejar al PRI. Me respondió que no, y menos cuando el partido había perdido su esencia social. “Yo era muy rebelde y ya no cabía ahí”, me dijo.
Pero no todos los expriistas que hoy militan en MORENA fueron rebeldes en su paso por el PRI. De hecho, muchos de ellos solo fueron instrumentos de los cacicazgos priistas que disfrazaron a muchos priistas con pocas posibilidades de ser postulados en el PRI y usaron la membresía morenista para llegar a los cargos públicos.
Hoy, el PRI, un sector priista, se encuentra en una disyuntiva, permanecer en su partido o ya de plano aprovechar la afiliación que realizará MORENA en estas semanas. La Reforma Eléctrica es un buen pretexto para los tricolores que les urge una nueva plataforma que les permita seguir compitiendo en los procesos electorales.
¿Cuántos priistas no estarán determinados a cambiar de camiseta ahora que el presidente López Obrador les ha preguntado si quieren ser como el general Cárdenas o como Salinas de Gortari? Estoy seguro que muchos de esos que desean seguir viviendo del erario, y no en el error, querrán pasar a las filas del pueblo bueno para ser considerados patriotas.
La base militante de MORENA es la que está en riesgo. No solo los puros, esos que se apropian de la figura de AMLO como si fuera propia, sino los que han ido llegando del PRI o del PAN. MORENA podría convertirse, primero, en una sucursal del PRI y luego desdibujarse en la nada.
Peor aún, López Obrador ya dijo que, terminando su sexenio, se retira y que hasta sus redes sociales cerrará. ¿Qué debe hacer un partido sin disciplina ni institucionalidad, antropófago (en el sentido político) que se organiza como Dios le da a entender sin su máximo líder?
¿MORENA tiene futuro? Si en MORENA no se ponen buzos, se convertirán en una sucursal del PRI y la primera víctima de la conquista tricolor será la más pura militancia morenista.
La Letrina. Los morenistas odian el neoliberalismo, pero en sus filas tienen a Manuel Bartlett, operador electoral que impidió el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 y entregó la presidencia a Carlos Salinas. La conquista de MORENA, ya comenzó, ¿o no?