Por. Ivonne Melgar
En política no hay casualidades.
Es una frase trillada, un lugar común, sí, pero aplicable cuando las paradojas encuadran algún hecho político.
Ese es el caso de la escena en la que la secretaria Olga Sánchez Cordero interrumpió abruptamente su participación en el gran acto del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) para atender un llamado de Palacio Nacional.
El mensaje concretaba un movimiento largamente anunciado: la titular de Gobernación regresaría al Senado.
Ni siquiera pudo despedirse del encuentro de gobernadoras, alcaldesas y diputadas federales y locales electas convocadas por INMUJERES. Fue su presidenta Nadine Gasman quien disculpó la prisa de la funcionaria, pues ya no pudo compartir sus reflexiones como la oradora central del evento.
Diversas son las especulaciones sobre las causas y los objetivos de este cambio en el gabinete.
Hay quienes aseguran que la ministra va como cuña del presidente López Obrador para acotar los márgenes de maniobra de Ricardo Monreal. Y frente a esta versión, hay voces que consideran difícil que, a estas alturas de la dinámica del Senado, se le pueda relevar al jefe de la bancada de Morena por el liderazgo que tiene con sus integrantes y los puentes construidos durante tres años con la oposición.
También hay explicaciones encontradas en torno a si fue ella quien pidió volver al Congreso o es una decisión del presidente López Obrador para poner a uno de sus paisanos en el manejo de la política interior.
Algunas dudas serán despejadas con el tiempo y otras quedarán al mejor gusto.
Lo cierto, lo evidente, lo innegable, es que la forma abrupta en la que se concretó el relevo de Sánchez Cordero en Gobernación cierra un capítulo de claroscuros para la primera mujer que encabezó esa secretaría.
De un lado es innegable la sensibilidad que el presidente López Obrador mostró, en contraste con sus antecesores, para aplicar la paridad en el gabinete, misma que se ha ido diluyendo.
Pero también es cierto que, por el estilo personal de gobernar del presidente, concentrando el ejercicio del poder de manera inédita, la primera titular de la SEGOB en este sexenio no tuvo ni las responsabilidades ni el impacto político que el cargo había significado históricamente.
El tema no es menor y amerita un análisis profundo sobre las condiciones en las que habrá de cumplirse la paridad.
Pero para fines de este comentario, basta con subrayar que tampoco deberían quedar como mera anécdota las pésimas formas, que rayan en el maltrato, en las que se dio a conocer el relevo.
Incluso el senador Monreal alertó a la prensa de que el día se pondría bueno. Fue un comentario al aire que adquirió significado ante la escena de pasmo de la secretaria Sánchez Cordero cuando debió salir corriendo del evento de INMUJERES.
Viene ahora, con estos antecedentes de fondo, la posibilidad de que, como presidenta de la Mesa Directiva del Senado, la destacada ministra despliegue la centralidad que no tuvo en el gobierno.
Siendo una feminista acreditada, autora y promotora de diversas sentencias y resoluciones en favor de la igualdad sustantiva y la despenalización del aborto, conocedora de las posibilidades de la Constitución, Sánchez Cordero puede convertirse en la principal aliada de las causas de las mujeres que, desde el Poder Ejecutivo, tuvieron pocas respuestas e incluso sordera.
La senadora ministra, quien en la Suprema Corte pulió sus capacidades para el diálogo, la escucha y la construcción de respuestas a problemas sociales y al ancestral machismo, tiene ahora en sus manos la enorme oportunidad de tomar las riendas de dos grandes apuestas de un Estado socialmente responsable, moderno y feminista: garantizar el derecho a decidir y la creación de un sistema nacional de cuidados que eduque a la sociedad en la responsabilidad compartida de las tareas que hoy sobrecargan a las mujeres.
Más allá de las veleidades palaciegas y de los cálculos de la sucesión presidencial y los alineamientos con sus suspirantes, Sánchez Cordero puede hacer en el Congreso la gran diferencia, esa que no pudo cumplir desde Bucareli.