- Simón Bolívar y Agustín de Iturbide
- De modo que Colombia y Méjico se presenten al mundo asidas de mano, y aún más por el corazón
Por: Raúl Jiménez Lescas
“Brindo a Bolívar; su robusto acento.
De un pueblo heroico reveló la frente.
Cual la Minerva Griega prepotente
Venezuela de su alma se lanzó.
Tú le seguiste amante, y te asemejas
Al lucero de Venus que en el cielo
Puro se eleva cuando el negro velo
De la lóbrega noche envuelve el sol.”
Guillermo Prieto (1868)
José de J. Núñez y Domínguez,
Bolívar y México, México, [s.p.i.], 1930, p. 69.
Pocos días pasaron desde que se consumó la Independencia del Imperio Mexicano, el 27 de septiembre de 1821, cuando El Libertador, se pronunció con toda alegría por el suceso histórico. Tomó la pluma el 10 de octubre del glorioso año de la Independencia de 1821 y, desde Rosario de Cúcuta, redactó un texto digno de recordarse, a 200 años de aquellos extraordinarios sucesos.
El ahora Templo del Congreso o Templo Histórico es una iglesia ubicada en Villa del Rosario (uno de los municipios del área metropolitana de Cúcuta, región oriental del departamento de Norte de Santander, Colombia), donde se instaló el Congreso Constituyente de 1821, que redactó y promulgó la Constitución de la cual fue creada la Gran Colombia (actuales países de Colombia, Panamá, Venezuela y Ecuador).
Rosario de Cúcuta, 10 de octubre de 1821.
AL EXMO. SEÑOR GENERAL DON
AGUSTIN DE ITURBIDE.
Exmo. Señor:
El gobierno y pueblo de Colombia han oído, con placer inexplicable, los triunfos de las armas que V. E. conduce a conquistar la independencia del pueblo mejicano. V. E., por una reacción portentosa, ha encendido la llama sagrada de la libertad, que yacía bajo las cenizas del antiguo incendio que devoró ese opulento imperio. El pueblo mejicano, siempre de acuerdo con los primeros movimientos de la naturaleza, con la razón, con la política, ha querido ser propio, no ha querido ser ajeno. Los destinos estaban señalados a su fortuna y a su gloria, y V. E. los ha cumplido. Si sus sacrificios fueron grandes, más grande es ahora la recompensa que recibe en dicha y honor.
Sírvase V. E. acoger, con la franqueza cordial con que yo la dirijo, esta misión que sólo lleva por objeto expresar el gozo de Colombia a V. E. y a sus hermanos de Méjico.
El señor Santamaría, miembro del congreso general y plenipotenciario cerca del gobierno de Méjico, tendrá la honra de presentar a V. E., junto con esta carta, la expresión sincera de mi admiración y de cuantos sentimientos pueden inspirar el heroísmo de un hombre grande.
Yo me lisonjeo que V. E., animado de sus elevados principios y llenando el voto de su corazón generoso, hará de modo que Colombia y Méjico se presenten al mundo asidas de mano, y aun más por el corazón.
En la desgracia la suerte nos unió, el valor nos ha unido en los designios, y la naturaleza nos dio un mismo ser para que fuésemos hermanos.
Sírvase V. E. aceptar los testimonios más sinceros de los sentimientos con que soy de V. E., con la mayor consideración y respeto.
Es cuanto, la elocuencia de El Libertador es suficiente ilustración.