Por. Rodrigo Llanes
Queridos lectores, el tema de la caída de México Tenochtitlan ha estado presente en estos días de manera muy intensa. Y con el afán de distender un poco la discusión escribí una serie de notas periodísticas breves, imaginadas y al estilo del periodismo mexicano, que espero que lean y se rían. Comenzaremos con ésta.
¡Único día! ¡Aproveche! ¡Ofertón! ¡Me canso ganso! ¡Llévame güero! ¡Lleve la ciruela! ¡Ofrezca espejitos!
¡Noticias frescas! Le venimos narrando lo que viene siendo cómo los güeros extraños, que ya no se sabe bien a bien si son teules, dioses o quién sabe que, compran ciruelas y pagan con espejitos chidos y brillantes. Llevan ya varias cuentas de días en la veintena de la gran punzada, en medio del calorón y unas cuantas lluvias en su lugar. Dicen los que saben que para los güeros es el mes de mayo.
Los caciques los han alimentado todo este tiempo. Hasta Motecuhzoma les ha mandado de comer. Pero aún así hay oportunidad de marchantear, pues son buenos marchantes. Dicen los que los han visto comer ¡que ya los tenemos conquistados con nuestra comida sabrosa!
¿Que cómo lo sabemos? Por el chismoso de Bernal Díaz del Castillo, que nos cuenta como: “cada uno [de los indios] llevó una carguilla de ciruelas a cuestas [hasta el Real] que en aquella sazón era tiempo dellas (…) e que les dio por las ciruelas un sartalejo de cuentas amarillas” .
¡Lleve la sabrosa ciruela de árbol de monte! Hueso grande y carne amarilla. ¡De a veinte espejitos solamente! ¡Quiero todo contigo, dame 30 espejitos y toma el resto!