Por. Sandra Vivanco
Con la toma de protesta en la Cámara de Diputados el próximo 1 de septiembre se pondrá fin al proceso electoral federal, un mes después en la mayoría de los casos concluirán los procesos locales, sin embargo, las huellas de la lucha en las urnas de este año son profundas y no sanarán de un día a otro.
Esas marcas de la batalla electoral intermedia, ha traído como resultados nulidades de elecciones, nulidad en casillas que modifican resultados y por ende a la persona triunfadora, recuentos parciales y totales, cambios radicales de proyectos de gobierno, que la oposición llegue al poder o que quien detentaba el cargo se convierta en opositor, el regreso de viejos conocidos, votos influenciados por figuras del medio del espectáculo, el deporte o de redes sociales, multas millonarias a partidos políticos, sanciones a diversas candidaturas, todo lo anterior por inobservar las reglas electorales, porque al final pasa poco o no pasa nada.
Muchas de las sanciones económicas impuestas se pagan con recursos públicos, como en el caso de los partidos políticos que les son descontadas de sus ministraciones de los recursos asignados para actividades ordinarias, de ahí que, pareciera que poco les importa, pues este tipo de conductas se repite en cada proceso electoral.
También debemos hablar del cansancio de las personas electoras, que, sin dudar, podría asegurar que poco les importan las elecciones cuando notan que en sus ambientes cercanos la realidad del día a día nada cambia, se involucran poco, y se interesan menos, sobre todo en procesos intermedios, pero no por una apatía natural, sino porque las campañas como las de este 2021 son huecas, sin un contenido, evidentemente sin respuestas creíbles a problemas reales: estamos en el segundo año de pandemia, y eso no mereció propuestas precisas, proyectos interesantes, políticas públicas innovadoras, por ello solo aquellas personas movidas por su espíritu cívico salieron el 6 de junio, con el miedo tras el cubre boca, pero la esperanza puesta en el sufragio.
Sin embargo, para los partidos políticos parecieran cuestiones de patria o muerte, sobre todo cuando se trata de conservar el registro, que, por cierto, de los tres partidos que lo obtuvieron, tres serán los partidos que lo perderán. Desde lejos se advierte cómo que se tiraron al bote de la basura muchos millones de pesos que recibieron en prerrogativas estos partidos, lastimosamente los tres buscarán en algunas entidades de la República solicitar el registro como partido local, donde les alcance el porcentaje para eso.
Pero todo esto no es parte de las huellas profundas de este ejercicio electivo, lo será el hecho de que algunos partidos políticos acudirán a la Organización de Estados Americanos (OEA) para denunciar que en el proceso electoral que concluye interfirió el narcotráfico, acusando entonces a los ganadores, curiosamente, en un video un diputado electo argumentaba eso, hasta que se hizo bolas, pues un periodista le preguntó que si en su distrito había pasado eso, asintió y la pregunta dos fue relativa a su triunfo, y es que, en determinadas zonas de nuestro país se viven realidades muy difíciles, y es tarea de quienes toman decisiones actuar con responsabilidad e inteligencia, está bien impedir que factores externos se involucren en la toma de decisiones populares, que se debe luchar porque los votos se emitan de manera libre, sin coacción ni amenazas, pero, la responsabilidad es de quienes se encuentran al frente de las responsabilidades, y no puede ser una denuncia airada lo que mine el ejercicio democrático.
Acudir a las instancias internacionales debe ser en pro del bien común no el traslado de pleitos post electorales. Sería interesante ver que los dirigentes de cualquier fuerza política acompañen a las familias de las personas desaparecidas, de aquellos que viven en la sierra azorados por el crimen organizado, de las familias desplazadas por las guerras de autodefensas y criminales. Pero no, el involucramiento de un organismo internacional obedece a mayorías y minorías en la Cámara de Diputados y Diputadas, no, por citar un ejemplo, en exigir el cumplimiento de las sentencias de la Corte Interamericana por la vulneración a Derechos Humanos que el Estado Mexicano ha cometido.
Pareciera pues, que los partidos políticos olvidan que representan a la ciudadanía, si bien ello se circunscribe a la participación en la vida democrática, lo cierto es que también podrían ser promotores permanentes del postulado del artículo Primero Constitucional en lo relativo a los Derechos Humanos, sin embargo, eso no debe ser tan rentable como las prerrogativas y las curules.
La ciudadanía en general debemos realizar un análisis profundo, casi como un examen de conciencia después de acudir a las urnas, revisar el comportamiento de aquellas personas a quienes les conferimos nuestra confianza y, por tanto, el poder; eso nos ayudará a tomar las mejores decisiones cuando participemos en las elecciones, será un incentivo para permitir que llegue tal o cual, y podríamos de alguna forma exigir a los institutos políticos a postular mejores personas en lugar de políticos añejos.
Hoy, ahora mismo, nadie tiene solvencia moral respecto de los demás, todos los partidos políticos han equivocado el rumbo, todos han sido multados por diversas faltas durante el proceso electivo, nadie tiene la razón absoluta, pero las personas electoras podríamos dar un viraje a postulaciones vergonzosas, porque si bien, el fuero ya no les hace invencibles, aún hay trabajo por hacer para evitar que sea hasta los últimos días de vida de la legislatura que se aprueban los dictámenes para que los responsables de algún delito o falta sean sometidos a la justicia.
Por cierto, mientras finaliza este proceso electoral, hay quienes ya se preparan para las postulaciones del 2024.
