- La idea servandiana de Simón Bolívar
- Hay hombres privilegiados por el cielo para cuyo panegírico es inútil la elocuencia
Por: Raúl Jiménez Lescas
Habíamos dicho que cuando el joven Simón Bolívar, futuro Libertador, desembarcó en el puerto de Veracruz, contaba con tan sólo 15 años, meses y días, pero que no le pasó por la mente que sería ciudadano mexicano, como ocurrió en marzo de 1824, 25 años y un mes después, ya que (Fray) Servando Teresa de Mier, diputado constituyente del México Independiente, propuso con varios de sus colegas se “nombre a Simón Bolívar ciudadano de la República Mexicana”. Como diría Juan Gabriel: “Así fue”.
Vale la pena recordar el nombre de los diputados constituyentes que acompañaron a don Servando en la aventura de ciudadanizar a El Libertador: Márquez Gómez Farías; Osores Barbabosa Argüelles; Guerra (José Basilio); Zaldívar, Rodríguez; García Valle Paredes; Paz Jiménez Marín; Seguín Tirado; Gordoa (Luis Gozanga); Solórzano Ahumada y, el discurso de Servando:
Señor: Hay hombres privilegiados por el cielo para cuyo panegírico es inútil la elocuencia, porque su nombre solo es el mayor elogio. Tal es el héroe que en los fastos gloriosos del Nuevo Mundo ocupará sin disputa el primer lugar al lado del inmortal Washington: Por esta señal inequívoca todo el mundo conocerá que hablamos de aquel general que, contando las victorias por el número de los combates, destrozó el envejecido cetro peninsular en Venezuela, su patria, en Cartagena, Santa Martha, Cundinamarca, Quito y Guayaquil, con las cuales formó la inmensa República de Colombia. Hizo más: se venció a sí mismo, depuso voluntario su espada triunfante a los pies de los padres de la patria que reuniera para constituirla y se constituyó su primer súbdito, rehusando con empeño todo mando; de aquél hablamos que reasumiéndolo por obediencia, sin ficción, está ahora triunfando en el país de los incas, de las últimas esperanzas de la soberbia española; de aquél hablamos, en fin, a quien las Repúblicas de la América Meridional unas tras otras, han nombrado sin miedo su dictador, porque el cúmulo eminente de sus virtudes aleja toda sospecha de abuso y despotismo.
Tal es el excelentísimo señor don Simón Bolívar, presidente de la República de Colombia, gobernador Supremo del Perú, llamado con razón El Libertador, admiración de la Europa y gloria de la América entera.
Por sus tratados de íntima alianza entre todas las Repúblicas de América, ya es y merece serlo ciudadano de todas. Pedimos, pues, que Vuestra Soberanía declare solemnemente que lo es de la República de México en lo que creemos recibir aún más honor que a él pueda conferirle este título; por lo mismo haríamos agravio a Vuestra Soberanía altamente penetrada de reconocimiento y estima por los servicios patrióticos, valor y virtudes del héroe, si para tal declaración exigiésemos las fórmulas comunes; aquí todo debe salir de lo ordinario y suponemos que la aclamación unánime del Soberano Congreso de Anáhuac es la sola vía digna del héroe inmortal que Vuestra Soberanía va a declarar ciudadano de la República Mexicana. El diploma y la manera de entregarlo serán igualmente dignos del ciudadano y de la magnificencia de su nueva patria.
México, 13 de marzo de 1824.
Servando Teresa de Mier. Márquez. Gómez Farías. Osores. Barbabosa. Argüelles.
Guerra (José Basilio). Zaldívar. Rodríguez. García Valle. Paredes. Paz. Jiménez.
Marín. Seguín. Tirado. Gordoa (Luis Gozanga). Solórzano. Ahumada.
Se acordó tomarla desde luego en consideración y fue aprobada, mandándose que por lo tocante al diploma y manera de entregarlo, informe la comisión de puntos constitucionales. Se levantó la sesión a las dos de la tarde.
Es cuanto, la elocuencia de Servando y sus camaradas es suficiente ilustración.