Por. Saraí Aguilar
Llueva, truene o relampaguee habrá clases presenciales. Esa frase ha levantado la polémica en el país. Envueltos en la tercera ola y con un porcentaje bajo de vacunados y con la negativa del gobierno a vacunar a los menores de edad, quienes están siendo fuertemente vulnerables en este nuevo embate del virus, es que el presidente busca en su estilo autoritario imponer un retorno a clases.
Tras la controversia generada vino un intento de conciliar y mover a la cooperación. “Que todos ayudemos a limpiar las escuelas, que estén en buen estado. Madres y padres de familia, maestros, autoridades municipales, gobiernos estatales, lo que nos corresponde como gobierno federal, todos a ayudar”.
Y no se trata de ser oposición, como señaló el mandatario ante las críticas. Si la solución para poder iniciar clases presenciales en el sector público se limita a la limpieza de las escuelas, que cuente con el apoyo. ¡Qué más se quisiera que esa fuera la problemática exclusiva de los planteles!
Desde antes de la pandemia el sistema educativo y su estructura física cuenta con grandes problemas y carencias. Querer idealizar lo que era la escuela precovid y olvidarnos del exceso de matrícula, aulas poco ventiladas y planteles sin agua sería falaz en ambos lados. Cabe añadir que la comunicación con los padres de familia no se perdió a raíz de la pandemia, sino solo se acrecentó, pues desde siempre se ha batallado para contactar a algunos padres o tutores.
Pero hablando de hoy: de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua, 48% de las escuelas públicas carecen de drenaje; 31% no cuentan con agua potable y 13% con sanitarios. Si bien la SEP, a través de Marcos Bucio, subsecretario de Educación Básica de la SEP, en un foro organizado por la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados federal en julio de 2020, sostuvo que no era el 31% sino el 23% de escuelas las que carecen de agua, sigue siendo un gran problema. A eso se añade que UNICEF-México estima que sólo 62% de los planteles educativos disponen de agua todos los días de la semana (Forbes México).
Eso, sin contar con el vandalismo que han sufrido los planteles, puesto que carecieron de vigilancia o monitoreo durante los más de 15 meses que no se han utilizado. De hecho, la organización Mexicanos Primero calculó que se necesitarían alrededor de 492 millones 500 mil pesos para rehabilitar las escuelas del país que sufrieron vandalismo o robo durante el año que han permanecido cerradas por la pandemia de Covid-19.
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) estimó que al menos 40 por ciento de planteles de educación preescolar hasta media superior en el país han sufrido vandalismo o robo. Esto significa que, de alrededor de 243 mil 480 escuelas públicas de educación obligatoria en México, en unas 97 mil 392 se registró algún tipo de daño que requiere atención inmediata para poder recibir a los estudiantes (Milenio).
¿De verdad, señor presidente, todo queda resuelto con ir a barrer y limpiar ventanas todos? ¿El gobierno se encargará del resto antes de agosto 30? Barro por ver. Ah, y recuerde presidente: no sólo a las mujeres nos toca barrer, por aquello que dice de que somos las cuidadoras. No vaya a pensar que también somos las limpiadoras.