Por. Gerardo Galarza
Los resultados electorales, como cualquier otro dato estadístico, son susceptibles de diversas interpretaciones, tantas como quienes los analizan u opinan sobre ellos, aunque sean los mismos datos para todos, los que están en las actas de las casillas. Y así todos ganan y todos los otros pierden.
El primer error en el análisis de los resultados del domingo es comparar las cifras de Morena con los más de 30 millones de votos obtenidos en el 2018 por el candidato en coalición Andrés Manuel López Obrador. Morena, como partido, obtuvo en esa elección poco más de 25 millones de votos; los restantes correspondieron al PT y PES, por lo que es falso decir que ayer perdió 14 millones de votos (todas las cifras son aproximadas y redondeadas, de acuerdo con los resultados del PREP).
El segundo error es comparar la elección de diputados federales de este junio con la elección presidencial del 2018. Lo correcto es compararla con la elección idéntica a la de hace tres años. En ese proceso electoral, Morena obtuvo casi 21 millones de votos, (nueve millones menos que su candidato presidencial), que representaron el 37% de los votos para diputados federales y con ello obtuvo 191 curules (las mayorías absoluta y calificada las obtuvo con los diputados de sus aliados PT y PES, 137 entre ambos, y los del PVEM). El domingo logró el 34% de la votación para diputados (unos 16 millones de votos, casi cinco menos, eso sí, que en el 2018, de los 47 millones de votantes, el 50% del padrón), pero tiene la probabilidad de que con ellos y ese porcentaje obtenga hasta 203 diputados, 12 más que hace tres años, pero sus aliados ahora sólo le darán las curules necesarias para obtener la mayoría simple de la Cámara, pero no la calificada, necesaria sobre todo para las reformas constitucionales.
Igual ocurre con los partidos de “Va por México” (PAN, PRI y PRD), que pese a que juntos consiguieron acabar con la mayoría calificada de la Cámara, en realidad obtuvieron cifras electorales similares a la más recientes. En el 2018, el PAN obtuvo 18% de esa votación y ayer ganó el 18.5%; hace tres años el PRI tuvo el 16.5% de los votos y ayer consiguió el 17.7% y el PRD bajó de 5% en 2018 a 3.5%. Juntos consiguieron casi el 40% (unos 19 millones) de la votación total de ayer, lo que les dará unos 220 diputados.
Pero así como los datos electorales se pueden interpretar casi como se quiera, hay hechos irrebatibles resultados de las elecciones, y que tienen sus sustento en… esos datos. Y los hechos son irrefutables. Con las elecciones de ayer se acabó la mayoría calificada en la Cámara de Diputados; Morena tuvo una pérdida mayor en la CDMX, que desde 1997 había sido el bastión de la fuerza política que representa; el PRI perdió ocho gubernaturas (Colima, Campeche, Guerrero, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas) y de ellas cinco las ganó Morena, solo o en alianza; el PAN mantuvo su hegemonía en Querétaro, Guanajuato y Chihuahua, que junto con Nuevo León y Jalisco se resisten al partido oficial; el PVEM y MC incrementaron su votación y ganaron gubernaturas (San Luis Potosí y Nuevo León, respectivamente), que los convierte en los partidos “bisagra” para que el oficialismo o la oposición concerten con ellos.
Los datos y los hechos, juntos, son esenciales para entender la nueva situación política del país.