Por. Cristina Ortega
Después de un año de confinamiento, y todo lo que se ha escrito, hablado, y padecido al respecto, en todos los niveles y todas las áreas. Me atreveré a poner el dedo en la llaga social.
Independientemente de la ideología, credo, y costumbre que usted tenga, hay algo que México no perdona y eso es una sola palabra “infancia”.
A pesar que ocupamos los primeros lugares a nivel internacional de turismo sexual infantil, abuso, y maltrato; lo irónico de este tema es que #ConLosNiñosNo (independientemente de la historia exclusiva de la creación de este hashtag).
La sociedad podrá golpearlos, abandonarlos, dejar a un 44% de la población sin figura paterna, dejarlos sin pensión alimenticia, dejarlos en situación de calle… Pero, cuando el PAN gobernó, el pueblo no olvida el incendio de la instancia infantil ABC, hasta hoy día se recuerdan los nombres de las víctimas. Lo mismo sucedió cuando el PRI gobernó, y en el Estado de Veracruz colocaron agua en los tratamientos de quimioterapia. Esa cicatriz social que dejó en la memoria del pueblo cobra venganza como argumento para recorte presupuestal hoy día para todos los niños que tengan cáncer, ya no importa en qué estado, el culpable está libre, pero la venganza es para los infantes enfermos, una justicia un poco extraña que ejerce el pueblo.
Hoy día, la pandemia nos pone a dialogar nuevas formas de vida y nuevas formas de muerte. He leído cantidad de expresiones de padres de familia sobre lo positivo y lo negativo que hay en el regreso presencial a las escuelas. No se puede tildar a todos por igual, cada casa, cada familia, cada infante, es una situación abismalmente diferente.
Coloco cabezales de notas donde se anuncia la premura para que los infantes regresen a las aulas, ya sea por situaciones de salud mental, y hasta políticas, no olvidemos que hay un partido formado por maestros, y en cuenta regresiva al voto electoral.
Ahora contamos con tres grupos vacunados, políticos y sus familiares, sector salud, y el de adultos mayores de 60 años, como dice en la última nota “La intención de que los maestros sean el siguiente grupo de vacunación”. Pero… ¿Y los vecinos que habitan en zona de escuelas? ¿Proveedores de alimentos, de limpieza, de artículos de oficina, empleados de oficina de escuela, choferes, cuidadores…? ¿Serán solo de escuelas públicas, o también están contempladas las escuelas privadas?
Hasta el día 15 de abril se han vacunado 12 millones 407 mil 625 personas, Se estima que profesores de nivel básico hay 1 millón 197 mil 778; pero, alumnos de educación básica hasta el año de 2019 eran 25 millones. Restemos los estudiantes afectados que desertaron por la pandemia; esos 22 millones de alumnos solamente de nivel básico, no solo son transmisores del virus (por su excelente sistema inmunológico) sino, que las nuevas cepas del virus ahora los hacen vulnerables a padecer el contagio, aunque de diferente forma.
Aquí algunos cabezales de notas recientes donde lo informan:
Bien ha dicho la Secretaria de Educación (SEP) “El regreso presencial a clases será voluntario”, eso exime a cualquier gobierno y a cualquier partido de ser responsable de algún tipo de contagio masivo entre niños. Sin embargo, abre la interrogante a la responsabilidad del riesgo. ¿Serán los padres los responsables? Si esto es así, si los padres tienen la libertad de arriesgar o no “voluntariamente”, me es inevitable pensar ¿Y si ese infante depende de las decisiones de sus padres que corra riesgo de vida o muerte dentro o fuera de la escuela, dentro o fuera de una plaza comercial, dentro o fuera de un cine, dentro o fuera de casa, es también voluntario la asistencia a la vida o la muerte dentro o fuera de útero materno? O … ¿ahí ya no es voluntario?
No olvidar que cada caso, cada familia, cada mujer, cada hombre, cada economía, cada casa es una historia abismalmente diferente a la otra, y no se puede “obligar” a tener a un infante en un riesgo de vida o de muerte.
Aunque ambas, la vida y la muerte juntas tienen que seguir.
Cristina Ortega Domínguez. Fotógrafa desde hace 28 años, amante de la imagen en cualquiera de sus expresiones, fundadora de Arte NiNi A.C. Doctorante en Investigación Interdisciplinaria en Ciencias y Humanidades.
Autora de los libros: “Psicografía. El dibujo de la mente”: Percepción-interpretación de fotografías en la interacción de las redes sociales como exteriorización psico-emocional (2019) y “La Psicografía”: La identidad a través de la imagen fotográfica (2016).
Twitter @CrissOrtega
FB @CrisstinaOrtegaD