jueves 21 noviembre, 2024
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COLUMNAS COLUMNA INVITADA

«COLUMNA INVITADA» Iconoclasia y Nicole

Por. Sandra Vivanco

Después de la marcha del 8M y de las múltiples críticas tanto por las vallas para resguardar Palacio Nacional como por el presunto “vandalismo” de las feministas o de algunas personas que se apersonaron en la manifestación, han sido varias colectivas que a través de las redes sociales explican en qué consiste irrumpir los monumentos, últimamente tan defendidos.

Con una clara exposición para diferenciar el vandalismo, explican en qué consiste la iconoclasia, refiriendo que se trata de la destrucción del arte de una cultura, con una intención o motivo, ya sea político, religioso o social, esto es, que, a través de modificar una imagen o un monumento, se plasma un mensaje de protesta, pero esa manifestación está motivada en algo, en este caso, la violencia desmedida contra las mujeres.

Por su parte, al referir el vandalismo, es también una destrucción sin motivación, inclusive, puede tratarse de un acto de alguien que carece de cultura o es ignorante, se trata de un acto sin un sentido social, solo para destruir o maltratar.

Las diferencias son claras, quizá la forma de apreciarlas no. Leí a muchas mujeres, traté de leer a pocos hombres, en las redes sociales quejándose de que así no, que no son las formas de llamar la atención, que la lucha feminista se está contaminando por quienes causan destrozos, en ese sentido reflexioné si tenía una opinión propia, quisiera entender los dos polos, pensaba si quien realiza una pinta o usa un martillo hace mal o no, o si quien critica sin estar presente es quien se equivoca en sus juicios de valor. No logré responsabilizar, en mi cabeza, a quien irrumpe un monumento, de hecho, leí a la artista Socorro López, cuya escultura fue intervenida el martes pasado, diciendo que para eso estaba su trabajo, para que se manifestaran, inclusive mencionó en sus redes con foto incluida de su obra con pintas, que hay otros daños irreparables, como los que sufren las mujeres y niñas en nuestro país, que el daño de su obra sí es reparable.

Esta artista y otros tantos, apoyan la causa de las mujeres, inclusive sus obras o los diversos monumentos se han convertido en símbolos de lucha y sobrevivencia en un México por demás peligroso si eres mujer.

Y en esta reflexión, intimísima, porque soy incapaz de criticar a una de las mías, tan solo por el hecho de intentar respetar su propia historia, llegó el fin de semana y la noticia más triste, saber que Nicole, la niña de 7 años, que no desapareció, así como así, todo indica que un sujeto se la llevó, arrancándole no solo a su familia y seguridad, sino la vida.

Más de una semana sin noticias de su paradero, para que su padre y madre se deban conformar con un cuerpo, lastimado, inerte. Entonces pensé en las mujeres que enfurecidas hacen una pinta, rompen un cristal, arrancan un elemento, todo ello puede ser sustituido y reparado, como dice la escultora, pero la vida de Nicole no, su presencia no se restituye con nada.

Entendí la razón de la enorme molestia que sentimos todas, siempre se nos ha culpado, que si provocamos ese o aquel trato, que si lo merecíamos, que si la ropa, la hora, el lugar. Volví a pensar en la niña Nicole: ¡salió a jugar!, ¿Ese será el acto de reclamo?, o quizá sea contra el padre y la madre por dejar que una niña salga a usar su bicicleta. Todo ello sin duda es incongruente.

Nuevamente realicé un análisis interior, pensé en la tristeza del padre y la madre de Nicole, en el coraje que sentirán cuando las lágrimas dejen de brotar. Vino a mi mente el término sencillamente explicado: Iconoclasia. Y cómo no querer romper todo si te arrebatan a tu ser más amado y cómo no gritar a todo pulmón si nunca va a volver, porque otro, sintió que podía llevársela, desaparecerla, arrancarla de su hogar y matarla cruelmente.

Es clara entonces la protesta, el dolor de cada familiar, de cada padre y madre, de aquellas hijas e hijos, de los hermanos y hermanas, que han perdido a su persona amada. Así nada más porque un violentador quiso y pudo hacerlo. Ahora es Nicole, el año pasado fue Fátima, no era la ropa, no estaban de fiesta, una jugaba con su bicicleta otra salía de clases.

Ese es el punto fino de la protesta, entender el dolor y la falta de justicia, sabernos en peligro todas, a cada instante, no importa la edad que tengas, me queda muy claro que esto no es vivir. No había caído en cuenta de lo aterrada que vivo, hasta que hice un acto de conciencia hoy, me percato que vivo en el privilegio de no tener que estar expuesta, pero yo no soy todas.

Hoy me encuentro triste y enojada, Nicole no es mi hija, pero no necesito que lo sea para indignarme. Fátima tampoco era mi pariente, pero me dolió profundamente su muerte. Y lo peor es que en cada entidad tenemos estos casos, con otros nombres, con otra edad, pero siempre con el mismo común denominador: la violencia hacia las niñas y mujeres. Me pregunto constantemente cómo podría un gobierno generar una política pública para evitar más feminicidios, no encuentro la respuesta.

Qué acciones y mecanismos utilizamos para que dejen de matarnos, porque si tocan a una nos tocan a todas, incluidas a aquellas que no quieren pintas ni intervenciones en monumentos, si matan a una, nos matan a todas, un poco, o un mucho, eso nos cimbra, nos descoloca, nos invade.

Entiendo cada consigna, cada frase, cada pinta, hago mía todas las protestas, los gritos ahogados de las madres y padres, de los hijos e hijas que se quedaron sin su madre, de quienes han tenido la pérdida de su niña o mujer amada porque alguien quiso y pudo.

Descansa en paz Nicole.

#NiUnaMás

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