Por. Adriana Luna
Me estremeció e hirvió la sangre, miraba impotente cómo mi compañera era sometida y lastimada, le colocaron esposas en las muñecas, mientras ella intentaba defenderse, sólo cumplía con su deber de informar. ¡Pero, nadie la escuchó! ¿Su delito? Tomar fotografías durante la marcha feminista, el pasado Día Internacional de la Mujer en la Ciudad de México.
Leslie, es una mujer ejemplar y talentosa profesional. Hemos trabajado juntas. Ella sabe hacer equipo, está siempre disponible, es valiente y tiende la mano a otras mujeres. En Jalisco, Fernando – también fotógrafo – fue agredido por feministas en otra marcha a favor del aborto. Hoy se le sigue un juicio por “acosador”, y en específico por los delitos: daño en las cosas, lesiones y delitos contra la dignidad de las personas.
“¿Por qué no corrió?”, le cuestionó una mujer policía que estaba asignada al evento. “Porque no puedo correr, tengo placas, tornillos y prótesis”, respondió él. Fernando tuvo un accidente en motocicleta cuando iba a cubrir una noticia y fue intervenido quirúrgicamente. Un golpe en sus piernas podría dejarlo inmóvil de por vida.
Pero aquel grupo de mujeres ni siquiera pensó en las circunstancias de ese hombre con movimientos lentos, solo se abalanzó en su contra, asegurando que tomaba fotografías de los rostros. El profesional de la lente sostiene que hacía tomas generales de la protesta. En la gresca recibió puntapiés en las piernas y le rociaron spray color verde en el rostro. Ahí comenzó un tortuoso proceso judicial que no ha terminado, su familia se ha endeudado con el pago de abogados. Todo periodista sabe que el sueldo de un profesional sólo le alcanza para sobrevivir, sin lujos.
Al hacer público el video de ese momento, me volví blanco de los ataques de quienes se dicen “hermanas” de toda mujer. No repetiré las expresiones crueles, despiadadas y groseras que me dirigieron por defender al “enemigo” y al derecho a informar.
Toda persona en su sano juicio está a favor del respeto a la mujer, de un acceso equitativo a las oportunidades, a caminar por la calle sin temor, a que sea valorada y que su integridad se proteja. ¡Hay que trabajar por ello!
Los colectivos feministas argumentan que son movilizaciones separatistas y que la presencia de algún varón es una amenaza. Pero ¿Leslie, mi compañera de El Heraldo de México? Ella es una gran mujer, al igual que muchas otras reporteras y periodistas gráficas que resultaron con lesiones.
Señoras, señores… el periodismo no tiene género, es tan incluyente que tiene una gama de géneros periodísticos. Durante tres décadas de carrera profesional, he cubierto informativamente varias manifestaciones de todo tipo, muchas se han salido de control y se tornaron violentas. Me tocó transmitir en vivo en medio del gas lacrimógeno, y estando en preñez, la protesta de los globalifóbicos en Guadalajara. Nunca he dejado de informar, sin importar el peligro.
Como profesional he defendido férreamente a toda mujer, niño, anciano, hombre y animal que sufre agresiones o abusos. Durante 20 años, he defendido como secretaria de Acción Femenil en el Sindicato Industrial de Trabajadores y Artistas de la Radio y la Televisión, Similares y Conexos de la República Mexicana (SITATYR) los derechos de la mujer y contra acoso, hostigamiento, amenazas o discriminación.
Pero hoy, he decidido como profesional, no cubrir ninguna manifestación feminista hasta que haya garantías para que un periodista ejerza la labor de informar. Hoy de forma inédita ejerzo mi derecho a la Cláusula de Conciencia (Artículo 13 de la Convención Americana de Derechos Humanos), a favor del periodista, al alertar sobre peligros potenciales.
Es cierto, toda mi vida seré mujer y quizás no toda mi vida ejerza la profesión de informar. ¿Entonces por qué me inclino a defender el derecho del periodista? Simplemente porque el periodismo es un bien social que beneficia a todas las personas, sin importar género, edad o condición social. Cuando un periodista es agredido, se hiere a toda la sociedad.
No puedo observar cómo las escenas suben de tono y los profesionales de la información se vuelven “el enemigo”. Así como me hierve la sangre cuando observo injusticias, hoy estoy obligada a levantar la voz. No voy a esperar que pierda la vida un compañero (sin importar su género) en alguna manifestación violenta. Anhelo que se cumplan en México, las garantías para informar, sin temor y sin amago alguno, ni de poderes fácticos, el crimen organizado o la sociedad.
Agradezco a Mujer es Más, que me ha permitido desde hace varios años, con toda libertad, emitir mis opiniones a través de este espacio. Gracias a mis maestras en el periodismo, Patricia Betaza, Ivonne Melgar, Marissa Rivera y muchas otras compañeras que son ejemplo para mí en la defensa a la mujer y que respetan mi postura como profesional libre y pensante.
¡Hoy tomé esta decisión, obligada por mi conciencia como profesional, como líder gremial y como mujer!
