- 190 años han pasado y no hemos claudicado
- Vicente Guerrero ante la expulsión de los gachupines de México
Queda establecido que esta ley [expulsión de los españoles]
se hará efectiva en tanto
el gobierno español no reconozca la Independencia de México.
Congreso Mexicano, 20 de diciembre de 1827.
Por Raúl Jiménez Lescas
En el recuerdo del historiador estadunidense Harold D. Sims (1935), la expulsión de los gachupines de México fue de gran impacto en su momento (1821-1828), pero desacuerda con la versión más común de que el impacto fue puramente económico. Para redactar su obra monográfica contó con las conversaciones del Dr. Lyle N. McAlister de la Universidad de Florida y los consejos de la Dra. Nattie Lee Benson de la Universidad de Texas en Austin, así como de destacados historiadores e historiadoras mexicanas (Josefina Vázquez y José Guzmán del AGN, entre otros). Con dos becas, Harold realizó su investigación tanto en el país vecino del norte como en nuestro país. Él, como otros estadunidenses, han aportado mucho a nuestra historia (James D. Cockroft entre otros).
En su monografía, el autor trata de “reconstruir la imagen de la población española residente en México en vísperas de la primera expulsión y de determinar el efecto general que aquellas leyes tuvieron sobre los gachupines en 1827 y 1828”. Además de indagar en el “movimiento antiespañol tuvo en el proceso de debilitamiento del control federal sobre los gobiernos estatales, y su contribución en general a la subsecuente caída del Gobierno de [Guadalupe] Victoria”, así como el pronunciamiento del general Nicolás Bravo contra Vicente Guerrero. Con una mirada “desde lejos” Harold profundiza en el sentimiento “antigachupín” de los mexicanos, antes que fuera potenciado por las sectas masónicas del rito yorkino en su lucha contra los partidarios del rito masón “escocés”. Como se recordará: los masones “yorkinos” y los “escoceses” protagonizaron diversas crisis políticas y pronunciamientos contra gobiernos en turno.
Vicente Guerrero fue nombrado Gran Cruz de la Orden de Guadalupe y general del Ejército Imperial (más tarde perteneció a la logia Rosa Mexicana de la cual fue “venerable maestre”). También Guadalupe Victoria adhería a ese rito masónico, pero Nicolás Bravo seguía el rito “escocés”. Los yorkinos eran más plebeyos, liberales y republicanos; los escoceses más conservadores, centralistas y criollos, aunque las fronteras entre ambos siempre fueron inciertas, algunos liberales fueron bastante conservadores en algunas cosas y, los conservadores, algo de liberales en algunos temas políticos. Curiosamente, los antiguos insurgentes formados por Morelos y Pavón, Victoria, Guerrero y Bravo, se enfrentaron con las armas en las manos por divergencias políticas y de logias masónicas encontradas. Guerrero, por ejemplo, defendiendo al presidente Victoria salió a combatir a las fuerzas de Bravo en 1828 y lo derrotó en la Batalla de Tulancingo. Después, Bravo se pronunció contra el presidente Guerrero y lo combatió puñal y metralla en mano.
Dice Elena Díaz Miranda: “El Rito de Escocia se introdujo formalmente en 1813 con las tropas españolas que venían a combatir a los insurgentes, y más tarde con el grupo de liberales que acompañaban a Juan O’Donojú, último virrey de la Nueva España, quienes conformaron la Gran Logia de México, con el español Felipe Martínez Aragón, oidor de la Audiencia de México, como gran maestre. Con ellos venía Manuel Codorniu, fundador de El Sol, órgano informativo de los escoceses años después.”. Y, el rito Yorkino “se instituyó oficialmente en nuestro país mediante tres cartas patentes concedidas desde Estados Unidos por la Gran Logia de Louisiana durante la Guerra de Independencia en nuestro país. La primera el 30 de abril de 1816 a favor de la logia Amigos Reunidos No. 8, en la ciudad de Veracruz; la segunda el 12 de abril de 1817, a favor de la logia Reunión de la Virtud No. 9, en la ciudad de Campeche, y la tercera también en ese año a favor de la logia La Aurora No. 18, en Mérida.” (Relatos e Historias de México 80).
Después de Consumada la Independencia por el Ejército Trigarante en 1821, el Imperio Mexicano y la Primera República Popular y Federal (1824), ocurrieron algunos levantamientos progachupines en la costa oaxaqueña (sofocada por el general Antonio de León) y otros antigachupines como la rebelión del antiguo insurgente Brigadier José María Lobato (1824). El sentimiento antiespañol venía de la época colonial y la larga Guerra de Independencia. La Corona española no aceptó la Independencia de México (ni siquiera como una monarquía moderada) menos como una República Popular y Federal, por lo que en 1829, intentaron con la invasión del brigadier Isidro Barradas recuperar sus antiguas posesiones coloniales.
La “cuestión española” era un tema que dividió a los políticos y a la sociedad mexicana. El Dr. Mora y el Lic. Carlos María de Bustamante publicaron en periódicos de la época la defensa de los “peninsulares” en la nueva Nación, en tanto que otras plumas como José Joaquín Fernández de Lizardi (El Periquillo Sarniento) y Pablo Villavicencio (El Payo del Rosario) se destacaron por sus ataques a los gachupines. La polarización fue evidente en los disturbios de 1827, donde las logias masónicas fueron acusadas de incitar los disturbios (“Guadalupes” contra “Novenarios” o escoceses contra yorkinos). Según Harold, en los estados de la República se inició la legislación contra los españoles (En San Luís Potosí se prohibió gritar ¡Viva España!) y en Oaxaca, el general Antonio de León fue encarcelado en CDMX por sus actividades antiespañolas (aunque era criollo).
Era el clima que se respiraba en el país antes de la expulsión de los españoles. Gobernaba, Guadalupe Victoria (cuyo nombre era José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix) y, el monje dieguino español Joaquín Arenas, fue acusado de conspirar para la reconquista española de México, fue uno más de los pretextos para expulsiones de españoles y venganzas contra los partidarios de Iturbide, la Ley de Empleos del 10 de mayo de 1827, prohibió a los españoles ocupar cargos públicos o eclesiásticos y, el Congreso votó una Ley de Expulsión de los españoles el 20 de diciembre del mismo año (21 artículos). El presidente Victoria emitió el decreto para la salida “… del territorio nacional en un lapso no mayor de seis meses y quedan exceptuados los casados con mexicanas, que hagan vida marital; los que tienen hijos no españoles; los mayores de sesenta años; los impedidos físicamente; los que hubieren prestado servicios a la causa de la independencia; y los profesores de alguna ciencia, arte o industria. Queda establecido que esta ley se hará efectiva en tanto el gobierno español no reconozca la Independencia de México”. Vicente Guerrero, apoyó tan decreto. Más tarde, en las elecciones de 1828, Victoria apoyaría a Gómez Pedraza y Anastacio Bustamante en sus candidaturas contra Vicente Guerrero.
Según los Informes al Congreso sobre el avance de la Ley de expulsión entre el 11 de diciembre de 1827 y el 20 de marzo de 1828, 486 españoles recibieron sus “pasaportes” para ser expulsados de México. Al año siguiente, el rey de España, Fernando VII ordenó al brigadier Isidro Barradas reconquistar su antigua colonia… Así le fue con mi general Vicente Guerrero al mando y de los generales Antonio López de Santa Anna y Manuel de Mier y Terán.
Fuentes
Abdicación de Agustín de Iturbide. 20 de marzo de 1823.
Acta de Casamata. Cuartel General de Casa Mata, a 1º de febrero de 1823.
Archivo General de la Nación. Los Precursores Ideológicos de la Guerra de Independencia, 1789-1794. México. Talleres Gráficos de la Nación, 1929 (Publicaciones del Archivo General de la Nación 3).
BUSTAMANTE, Carlos María de, Historia del Emperador D. Agustín de Iturbide hasta su muerte, y consecuencias; el establecimiento de la República Popular Federal (continuación del Cuadro Histórico), México, Imprenta de I. Cumplido, calle de los Rebeldes N. 2, 1846, Carta primera, El emperador Iturbide deseoso de deshacerse de los diputados.
Basilio José Arriaga (ed.). Recopilación de leyes, decretos, bandos, reglamentos, circulares y providencias de los supremos poderes y otras autoridades de la República Mexicana, 1828-1839, 1849-abril de 1850. 17 vols. México. 1834-1850.
BUSTAMANTE, Carlos María de. Continuación del Cuadro Histórico de la Revolución Mexicana. T. II. México, UNAM. Carta quinta. Abdica el emperador Iturbide.
Cámara de Diputados. Los Presidentes ante la Nación 1821-1984. Cinco Tomos.
Carmen Saucedo Zarco. Los restos de los héroes de la Independencia. 2 tomos. México. Instituto Nacional de Antropología e Historia. 2012.
Cosío Villegas, Daniel. Historia Moderna de México. México; Buenos Aires: Editorial Hermes, 1956-1972. 9 vols.
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Florescano Enrique y Eissa Francisco. Atlas Histórico de México. Altea. Primera edición: enero de 2015. México. 267 pp.
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José Mancisidor. Vicente Guerrero. Obras Completas. México.
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Manifiesto del ciudadano Vicente Guerrero en que el que se une a la lucha contra Agustín de Iturbide. San Juan Huetamo [Michoacán], febrero 18 de 1823
Raúl Jiménez Lescas. La Transición Política en Oaxaca. Tesis Doctoral. Morelia. IIH/UMSNH. 2020.
Spencer Roberson, William, Iturbide de México, México, FCE, 2012 (traducción, introducción y notas de Rafael Estrada Sámano y presentación de Jaime del Arenal).
Vicente Riva Palacio et al. México a través de los siglos. México. Ed. Cumbre. 1962.
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