Por Liliana Rivera
“Quiero terminar mis tareas, seguir reglas, jugar tranquilo sin lastimar, o no salir lastimado; no pararme todo el tiempo, distraerme, o que me regañen, tampoco me gusta salir solo al recreo… pero… no puedo controlar mi mente, de repente toma su nube y se va volando a perseguir pájaros azules, oler flores, sentir los colores, llevar música, correr sin parar… Me encantaría ser como tú… desearía que alguien no solo vea un niño travieso, desobediente, malcriado, distraído, tonto. Lo único que necesito es sentirme aceptado… mi vida es atroz…Tengo 7 años, me diagnosticaron Trastorno por Déficit de Atención, por si fuera poco, Hiperactividad y Dislexia… vaya caso, ¿no?” (Emilio).
Existen diversos mitos alrededor del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH): no existe, es un problema de crianza, es un niño travieso, un invento de los laboratorios para vender los fármacos, o simplemente es una moda. Muchos niños y jóvenes actualmente sufren, sí, ¡sufren! este tipo de trastorno, y créanme, si existe, no es un mito y es real.
“Si bien es cierto que el concepto de TDAH es relativamente novedoso, la existencia de niños hiperactivos, impulsivos, y/o con problemas de atención es trazable en la literatura científica desde el siglo XIX. Además, la similitud de las descripciones “clásicas” con las de la actualidad sustenta la coherencia diagnóstica del TDAH. La primera descripción de un cuadro que hoy diagnosticaríamos como un TDAH fue realizada por Sir Alexander Chrichton en 1798. Este autor ya insistía en la falta de constancia e incapacidad para atender de los niños que lo padecían. El “padre” del TDAH, el pediatra británico Sir George Frederic Still (1868–1941) fue el primero en señalar la proporción 3:1 (hombres: mujeres) que seguimos observando hoy en día, a pesar de los cambios sociales y culturales acaecidos.”¹
El niño con TDAH no mueve las piernas, o se contorsiona en el asiento, también se muerde las uñas, o molesta a alguien porque quiera hacerlo. Lo hace según órdenes de su cerebro. Estos chicos que lo padecen necesitan ayuda, y actualmente existen formas de sobre llevarlo; siempre y cuando sea detectado y atendido oportunamente. Es increíble que en pleno siglo XXI existan aún muchos padres de familia que se resisten a la existencia de este trastorno, a darles algún tipo de tratamiento y a ayudar a los menores que lo padecen. Es más sencillo creer que son chicos demasiados inquietos e indolentes que asumir un compromiso con y para ellos.
Todos los seres humanos estamos siempre en busca de la felicidad y tranquilidad, entonces ¿por qué se las negamos a nuestros niños con TDAH? Su infancia, como bien lo dice Emilio, se vuelve atroz con este padecimiento. Son chicos vulnerables, sensibles, con baja autoestima, pero también son sumamente inteligentes, creativos, lo cual, por la falta de información y de creencias absurdas, la sociedad no entiende que, como cualquier otro niño desean ser doctores, astronautas o físicos; tienen sueños por cumplir; sin embargo, si no reciben atención ni tratamiento adecuado, con el tiempo pueden derivar en depresión y ansiedad, esto, a su vez, en adicciones, como alcoholismo, drogadicción, vandalismo, e incluso en suicidio. Y sus sueños solo se quedan en eso: en sueños.
Para darles un correcto tratamiento se tienen que involucrar papás, psicólogo, psiquiatra e incluso los profesores, a quienes se les debe capacitar para atender correctamente a las personas que sufren de TDAH. Si solamente se recurre a la terapia psicológica, no se va a resolver el problema, se contendrán algunas cosas, lo mismo pasa si únicamente se educa a los papás o se opta exclusivamente por la medicación.
“Se necesita la suma de estos elementos (papás, psicólogo, psiquiatra y profesores) para poder apoyar en toda la magnitud el problema, no solamente al paciente, sino también al entorno en el que se está desenvolviendo. A veces el entorno es el que hace que sea más severo el impacto negativo del trastorno”², ya que la velocidad en la que vivimos actualmente nos impide, en algunas ocasiones, poner atención a los focos rojos que nos dan el indicativo de que existe.
Un ejemplo de ello son los maestros, desafortunadamente son una de las causas principales de que los chicos no sean detectados a tiempo, o no puedan seguir avanzando. No están capacitados, y tampoco quieren involucrarse en apoyar. Emilio, cuando estaba en primero de primaria, su maestra para que no distrajera a sus compañeros, a veces lo dejaba dibujar durante toda la clase, es decir, lo ignoraba; o lo sacaba del salón por portarse mal, o simplemente lo mandaba a la dirección. A la edad de 7 años, no sabía leer, solo podía escribir su nombre en espejo (por la dislexia), y confundía el triángulo con el cuadrado. La maestra por su incapacidad, o falta de interés por ayudar, jamás detectó el TDAH, para ella solo era un chiquillo desobediente, distraído y de lento aprendizaje.
Estos chicos pueden destacar y llevar una vida normal si son dirigidos y canalizados adecuadamente. Tenemos casos de personajes con este padecimiento que han sobresalido en el arte, en los deportes, en la ingeniería; por ejemplo: tenemos a Michael Phelps, nadador medallista olímpico; Adam Levine, vocalista de Maroon 5; Uriel Adriano, taekwondo medallista olímpico; Jennifer Lawrence, actriz; Jim Carrey, actor; y Michael Jordan, jugador de la NBA, por mencionar algunos.
Sé que no es una tarea fácil para nosotros como padres de chicos con TDAH, es un camino largo, donde hay que conservar la paciencia, donde nos tenemos que informar y asesorar, donde debemos de tener constancia, pero sobre todo siempre, siempre darles amor y confianza. Es un trastorno que no se cura, como la gripe; nunca termina, todos los integrantes de la familia debemos aprender a vivir con él, y el chico de TDAH, mientras va creciendo irá comprendiéndolo y controlándolo. Sé también que es cansado, agotador, a veces piensas si estás en el camino correcto, dudas en optar por la medicación, en ocasiones, no ves avance alguno, pero tienes que sacar fuerza suficiente para continuar y no quedar en el intento. Si lo sabré yo, que soy mamá de Emilio.
He vivido en carne propia sus depresiones por no ser aceptado por los demás, su sufrimiento por no poder leer ni escribir tan rápido como sus compañeros de clase, sus angustias por no realizar un examen en tiempo. Pero con todo y el mal pronóstico que teníamos, Emilio a la edad de 17 años, toca guitarra eléctrica, gana su propio dinero dando clases de fotografía, está iniciando una escuela de artes, quiere estudiar la carrera de ingeniería física; no para nunca. Tiene sueños otra vez…
Un día su psicóloga me dijo: El TDAH, lo puedes ver de dos formas, como una virtud o como una desgracia… tú ¿cómo lo quieres ver?…
¹ https://www.fundacioncadah.org/web/articulo/historia-del-concepto-de-tdah.html
² Dr. Juan Carlos Pérez Castro Vázquez, Director general de Proyectodah y vicepresidente de la Fundación Cultural Federico Hoth, A.C.
Liliana Rivera (@LilianaDazRive1). Contadora Pública egresada del Instituto Politécnico Nacional, amante de las letras y su caos. Editora y autora de Cajita de Cristal y otros cuentos, vol. I,II, III. Coautora de tres antologías de cuento: Pandora (2016), Brecha (2017) y El viaje a través de los sueños (2019). Ha colaborado en diversas revistas digitales, así como dado ponencias en espacios culturales. Desde 2016 escribe historias que las Brujas, Hadas y Valkirias le cuentan entre sueños.