jueves 21 noviembre, 2024
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CULTURA VIDA

El general Vicente Guerrero en su laberinto II

  • 190 años han pasado y no hemos claudicado
  • El largo camino al paredón

 

Cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace.

Juan Rulfo

Raúl Jiménez Lescas

Mucho tiempo después se duda del fusilamiento del general Vicente Guerrero en Cuilápan, Oaxaca. ¿Lo envenenaron, lo ahorcaron, lo torturaron hasta morir? Yo creo que algunos de mis colegas se quieren hacer los interesantes, lo que es válido, pero hay documentos que señalan que el general fue condenado a ser pasado por las armas. El general, en realidad, inició su destino al paredón cuando se unió a los hermanos Galeana, quienes reclutaron hombres para el lugarteniente de don Miguel Hidalgo, el mismísimo José María Teclo Morelos y Pavón, que siguiendo las indicaciones verbales de Hidalgo, sitió el fuerte de Acapulco entre 1810 y 1811. Ahí estuvo Vicente y no pararía de luchar armas en mano, pero también como legislador y presidente de México, por sus ideas republicanas inculcadas por Morelos.

Ese generalísimo era bueno para formar política y militarmente a sus seguidores: Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero, Nicolás Bravo y Juan Álvarez fueron presidentes de México. Por su parte, Guerrero se unió a las fuerzas de Morelos y, desde 1810 hasta 1831, varias veces eludió la muerte y el fusilamiento. Según le contó al historiador, político y legislador oaxaqueño, don Carlos María de Bustamante, herido en la Batalla de Almolonga, sintió las caricias frías de la muerte y tuvo que tomarse sus propios orines para sobrevivir. Yo soy oaxaqueño y la tradición dice que en Cuilápan fusilaron a Vicente Guerrero. ¿Qué hay de verdad y que de mito?

Lo fusilaron. Sin duda. Era la tradición del siglo XIX. No lo “desaparecieron” como inventó el gobierno del PRI durante décadas, ni lo metieron en una tina de ácido, como los malosos de ahora. “Hubo nombramientos para formar un tribunal encargado de juzgarlo y se designó para el proceso a Nicolás Condelle. En una habitación contigua, el coronel Gabriel Durán, que recién había llegado de la capital mexicana, exhibió tres mil onzas de oro y dos mil pesos fuertes para entregarlas al genovés Picaluga ‘como premio convenido con él por su escandalosa y repugnante acción’, como comentó un cercano a Guerrero, Lorenzo de Zavala. Zavala, luego inventaba cosas, de eso estamos seguros como el “Abrazo de Acatempan” (relatosehistorias.mx).

Por su parte, “Pompa y Padilla detalló que siguiendo las técnicas de osteometría y morfoscopía, que estudian las medidas y las formas de los huesos, se comprobaron la edad, los rasgos métricos y las huellas de enfermedades, así como las fracturas y exfoliaciones de los restos. Con ello se determinó que Guerrero tenía entre 45 y 50 años, con 1.65 metros de estatura, que montaba a caballo y presentaba deficiencia de hierro. Pero lo que no se pudo comprobar fue su fusilamiento. El especialista en ciencias antropológicas afirma que esta investigación demuestra que ‘la osamenta de Guerrero no tiene ni un hueso roto, ni del tórax, esternón, clavículas, costillas o los omóplatos. El cráneo no presenta ninguna perforación de entrada ni de salida de algún proyectil, es decir, no hay evidencias de fusilamiento, sí una fractura en la parte frontal de la cara, del lado derecho, producto de un fuerte golpe post mortem’ (https://www.milenio.com/cultura/arte/vicente-guerrero-murio-fusilado-revela-especialista). 190 años después, la duda. No se duda que montaba a caballo, ni que medía 1.65 metros, pero sí de su fusilamiento (https://www.milenio.com/cultura/arte/vicente-g).

Pompa y Padilla respondió: “No lo sé,  no lo podría decir, es difícil saberlo, pudieron haberlo ahorcado, acuchillado o envenenado, pero no fusilado”. Carmen Saucedo, quien también participó en este estudio y realizó el análisis histórico que junto con los trabajos de otros investigadores se publicó en el libro Los restos de los héroes de la Independencia, coincide con el antropólogo Pompa y Padilla. “Los hallazgos forenses dicen una cosa y los documentos históricos dicen otra. Entonces ahí hay un misterio que no sabría cómo resolverlo. Habría que ver con algún documento. Presumiblemente ahí hubo una versión oficial sobre que se había cumplido una sentencia de muerte, porque Vicente Guerrero es sentenciado, pero luego resulta que tenemos este examen forense en el que no hay rastros de heridos de bala en su osamenta” (milenio.com/cultura/arte).

La historiadora Vázquez Mantecón señala que para reivindicar a Guerrero, el gobierno de Oaxaca decretó la exhumación de sus restos, en 1833, para llevarlos a la ciudad. “Un profesor de medicina y cirugía de la ciudad llamado Nepomuceno Bolaños expuso que la cabeza mostraba los vestigios de dos orificios de bala que indicaban que lo habían fusilado por la espalda, porque la entrada era por la parte posterior”, escribió.

Yo tengo el documento: Vicente Guerrero, consumador de nuestra Independencia y constructor de nuestra República murió fusilado.

Sobre la muerte de Melchor Ocampo, también hay muchas dudas. La labor de los historiadores no es hacer interesante la historia, sino descubrir lo interesante de la historia. Lo que conocemos es: ““Yo [el fiscal] por tanto, concluyó, por la nación, á que el criminal Vicente Ramón Guerrero Saldaña sea pasado por las armas con arreglo á la ley de 27 de septiembre de 1823 y el tratado VIII, título X, artículos 26 y 27 de las ordenanzas del ejército”. El 10 de febrero de 1831 los diez vocales del consejo y su presidente votaron unánimemente por que fuese pasado por las armas como “reo de alta traición” y por “lesa nación”. Eso creemos que ocurrió:

La madrugada del día 14 fue sacado de la habitación y conducido al patio. Se presentó con firmeza y serenidad. Dijo a la tropa que él había sido siempre cristiano y moría en esa fe, que siempre había servido a la patria, que cuidasen mucho de defender la independencia y que obedeciesen al gobierno. Él mismo se vendó los ojos y se sentó. Después, se le hicieron los funerales correspondientes: se le cantó misa de cuerpo presente en la iglesia de la villa (Cuilápan) y se le dio sepultura. Del entierro dieron fe el fiscal Nicolás Condelle y el cura don Secundino Fandiño.”, nos contó el historiador Javier Torres Medina.

Muchos años después, sus restos mortales pasaron a reposar donde están los héroes que nos dieron Patria, primero en la Catedral de México y luego en el Monumento a la Independencia (decreto promulgado el 19 de julio de 1823).


Fuentes

Archivo General de la Nación. Los Precursores Ideológicos de la Guerra de Independencia, 1789-1794. México. Talleres Gráficos de la Nación, 1929 (Publicaciones del Archivo General de la Nación 3).
Cámara de Diputados. Los Presidentes ante la Nación 1821-1984. Cinco Tomos.
Carmen Saucedo Zarco. Los restos de los héroes de la Independencia. 2 tomos. México. Instituto Nacional de Antropología e Historia. 2012.
Cosío Villegas, Daniel. Historia Moderna de México. México; Buenos Aires: Editorial Hermes, 1956-1972. 9 vols.
Florescano Enrique y Eissa Francisco. Atlas Histórico de México. Altea. Primera edición: enero de 2015. México. 267 pp.
José Mancisidor. Vicente Guerrero. Obras Completas. México.
José Torres Medina. El fusilamiento de Vicente Guerrero. Relatos e Historias en México. Núm. 148. Febrero de 2021.

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