viernes 20 septiembre, 2024
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COLUMNAS COLUMNA INVITADA

150 años de la Rosa Roja (I)

  • Teórica, activista, feminista e internacionalista
  • La revolución mundial desde los ojos agudos de Rosa Luxemburgo
Quien es feminista pero no es de izquierda carece de estrategia.
Quien es de izquierda pero no es feminista caree de profundidad.
Rosa Luxemburgo

Por Raúl Jiménez Lescas

Muchos años después frente al pelotón de fusilamiento, Rosa Luxemburgo se acordaría de su infancia en Zamość, cuando su padre le enseñó las primeras palabras en ruso. Entonces Zamość era una pequeña aldea polaca oprimida por Austria, luego por el ducado y por el zar ruso. Se situaba al sureste de Polonia,  en el Voivodato de Lublin  a 20 kilómetros del hoy Parque Nacional de Roztocze. Había sido fundada hacia el año de 1580 por el Canciller y Hetman, jefe del ejército de la República de las Dos Naciones (formada por Polonia y Lituania) Juan Zamoyski, en la ruta comercial que unía Europa del Oeste y del Norte con el Mar Negro y contaba con pocos habitantes.

Ahí pasó, Rosita, sus primeros años, tras nacer el 5 de marzo de 1871, a unos días de la instalación de la Comuna de París por los obreros franceses. Tuvo otros cuatro hermanos. Ella fue la más joven de la familia judeo-polaca de una holgada posición económica. No obstante, sus padres estaban en el camino de abandonar el judaísmo y se trasladaron a Varsovia. A los 5 años de edad contrajo una extraña enfermedad en la cadera que la dejó “cojita” toda su vida.

En Varsovia, Rosita fue, al parecer, una excelente estudiante. Estudió en la escuela secundaria y en 1887 se graduó con “excelentes calificaciones” dice su biógrafa Mary Alice Waters. De que era una mujer inteligente no hay duda aunque no tuviera buenas calificaciones en la secundaria. Por su brillantez intelectual se enroló en un círculo de estudios del Partido Proletario ligado a los Naródniki (populistas rusos) fundado en la década de 1860 cuya primera organización se llamó  Zemliá i Volia (“Tierra y Libertad”), que muchos años después, abanderaría Emiliano Zapata en México durante la Revolución de 1910.

A los 18 años cumplidos, Rosa se mudó a Zúrich, pues la policía rusa le había echado el ojo. Dice Mary Alice Waters que cruzó la frontera polaca-suiza en una carreta de un campesino que le puso un montón de heno en el cuerpo para despistar al enemigo. Yo lo creo. Así debió haber sido ¿sino cómo pasó la frontera?

Ahí en Zurich se le ocurrió la brillante idea de matricularse en la Universidad, que en ese entonces sí aceptaba mujeres para estudiar matemáticas y ciencias naturales. Ahí estaba Rosa en camino a mutar en Roja, la más roja de la bandera roja.

La Universidad era la más importante de Suiza y fue fundada en 1833 como la primera universidad europea creada por el Estado, en lugar de por un rey o la iglesia. Por ese carácter laico aceptaba a las mujeres, que como Rosa querían seguir estudiando y no pensaba en casarse para atender a su marido.

Hacia 1892 se le vio fundando el Partido Socialista Polaco (PSP en polaco: Polska Partia Socjalistyczna) dirigido por Józef Piłsudski (Józef Klemens Piłsudski de Kościesza) con un grupo de emigrantes. El evento político ocurrió en París el 17 de noviembre. Rosa ya era una marxista, activista e internacionalista. No se le cuadraba a nadie, ni a los jefes de la socialdemocracia internacional fundada por su abuelo político, Federico Engels. El programa del PSP se proponía luchar por “una  República de Polonia independiente basada en principios democráticos” y, claro, luchar por una jornada laboral de 8 horas como estableció la Segunda Internacional Socialista en 1889. Al año siguiente, Rosa Roja se le vio en las manifestaciones para conmemorar el 1o de mayo de 1890 en honor a los “Mártires de Chicago” y por el establecimiento de la jornada laboral de 8 horas (de hecho Rosa redactó un artículo brillante sobre el origen del 1o de mayo y lo ubicó no en Europa, sino en Australia).

Dice su también biógrafa, Raya Dunayevskaya que la “Entrada misma de Rosa Luxemburgo, en mayo de 1898, en la escena alemana, centro de la Segunda Internacional, conmovió la más prestigiada y numerosa de las organizaciones marxistas del mundo -el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD)-. Desde el comienzo, se vio en el centro de todas las discrepancias, las cuales no han cesado el día de hoy”.

¡Y que entrada! Rosa redactó su brillante obra contra el reformismo de Eduardo Bernstein (El socialismo evolutivo): Reforma o Revolución de 1899. Una joven de 27 años desafiando al teórico de la Socialdemocracia alemana y colaborador de, nada menos y nada más, que de Federico Engels.

Esa era nuestra Rosa, la Roja, la más roja de la bandera roja.

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