- Mujer líder al cien, acostumbrada a decir la última palabra
En ocasiones, surgen figuras en el quehacer público rodeadas de un aura popular, cuya tarea -o tareas- la convierten, quizá sin proponérselo, en una líder natural; reconocida así por compañeros y amigos con quienes comparte largas jornadas de trabajo, ofreciendo solo esfuerzo y su mejor sonrisa. Tal es el caso de Deyanira Sánchez, “Deya”, como cariñosamente la llaman, que se ufana de ser Comunicadora en Salud Integral y ahora más desde que estalló la pandemia o enfermedad epidémica causada por el coronavirus.
Esta mujer todoterreno, no ha ido por la vida masticando tragedia; más bien le gusta estar un paso adelante consigo misma, de la mano con el optimismo. Curiosa por convicción, busca cada vez saber más. “Por eso he estado en muchas áreas a lo largo de mi carrera profesional”, dice y añade que la resiliencia ha sido un factor importante en este recorrido.
Una voz modulada de Deyanira Sánchez denuncia al ser humano cautelosamente vencedor de innumerables desafíos, como el que, según relata, hombres y mujeres no siempre tienen las mismas oportunidades. No obstante, señala como el más importante entregar mucho a otros dejando de entregarse a sí misma. “De modo que mi mayor reto ha sido ponerme antes de la gente que he considerado muy significativa. El romper mis propias barreras”, admite.
La guapa y sonriente especialista no se anda por las ramas y sin un atisbo de inseguridad expresa: “Me considero una buena líder y honesta, además”. Luego agrega: “La pandemia nos está reubicando, porque las mujeres tenemos más fortaleza”. A su ritmo, comparte una ecuación sencilla pero eficaz. “La empatía con la gente me anima a buscar el bien mío y el de los demás; eso es para mí el liderazgo”.
Kinesióloga certificada, especialista es Terapias Holísticas, Lectora de Audiolibros y Gerente de Programas de Seguimiento a Pacientes y Campañas de Salud Corporativas, entre otras actividades, desgrana brevemente la función de este último organismo. Es un acuerdo entre instituciones públicas y laboratorios privados, cuyo propósito es apoyar a los derechohabientes de escasos recursos, enfermos de coronavirus, para que éstos obtengan tanto tratamiento caro, como medicamento adecuado, explica.
Es admirable la satisfacción que expresa de un aspecto relevante en esta alianza. “Los laboratorios surten el medicamento y ofrecen el tratamiento a pacientes de alto riesgo que no pueden salir de casa; mi equipo de enfermeros hacen aplicaciones en sitio o se capacitan en línea. Lo que permite un acercamiento entre médicos, enfermeros y pacientes y se maneja tanto a nivel privado, como en los consultorios; en las casas de los enfermos de especialistas privados o en las instituciones públicas”.
Observadora aguda, no pierde el optimismo. Está convencida de que a pesar de que un futuro negro ya nos alcanzó, desde el primer infectado en diciembre pasado en Wuhan, China, los 55 millones de contagios y más de millón y medio de muertos en todo el mundo -de acuerdo a información de la Universidad John Hopkins de EEUU-, el confinamiento ha tenido aspectos positivos. “Simplificando más nuestra vida y dándole importancia a cosas que antes no tenían valor, supuestamente”, destaca.
La también gerente de innumerables cuentas de programas médicos, no la piensa mucho y manifiesta: “Creo que nos hemos reinventado en la forma de comunicarnos y le hemos dado más valor a todo. Por ejemplo, ya podemos utilizar más y mejor el internet, las redes sociales han sido de gran utilidad y se comienzan a dejar de satanizar”.
Una Deyanira Sánchez reflexiva habla un instante en voz baja, al abordar el tema de las posibles retribuciones de la pandemia. “¿Qué se puede agradecer?” Precisa que ha sido el confinamiento el que nos ha dejado vivir, estar bien y retomar valores como la amistad, la salud y la camaradería. “Es verdad que han desaparecido familias enteras por el Covid-19 o algunas por los divorcios, pero por otro lado otras han salido fortalecidas”, cuenta.
Sin embargo, también puede manifestar su desencanto y como es su costumbre, tiene la última palabra. Recuerda que, según la ONU, en México, 2 de cada 3 mujeres han sufrido algún tipo de violencia desde los 15 años. “Es alarmante que el confinamiento haya destapado esta cloaca, pero ello sirve para que la mujer tome decisiones significativas y levante la mano y diga ¡basta hasta aquí!, ya sea en el ámbito familiar o social”, remata.