sábado 23 noviembre, 2024
Mujer es Más –
COLUMNAS COLUMNA INVITADA

Bicentenario de Conchita Arenal I

 

Vestirse de hombre para hablar como mujer

Raúl Jiménez Lescas

 

¿Qué era ser una mujer intelectual en el siglo XIX? Ser feminista en el siglo XXI es un poco más fácil, aunque peligroso, especialmente en Michoacán. ¿Pero qué hizo Conchita dos siglos antes para que las mujeres de hoy pudieran empoderarse? Es mi tema de hoy.

Parecería que el Siglo XIX fue un siglo sólo patriarcal y machista, sin embargo, muchas mujeres destacaron en varias esferas sociales: el las guerras de independencia (Leona Vicario, Gertrudis Bocanegra), en las artes (pintoras como Marie-Guillemine Benoist), letras y fotografía (Francés Benjamin Johnston), sufragistas (Kate Sheppard), comuneras (Louise Michell), sindicalistas (Lucy Parsons), así como en la lucha por los derechos humanos femeninos. De Leona Vicario y Lucy Parsons ya hablé, prometo hablar bien de las demás.

Sandra Ferrer Valero nos cuenta que: “En la Europa de mediados del siglo XIX vivió una mujer de mente brillante y férrea voluntad. Con las ideas muy claras, Helene von Druskowitz tuvo la desgracia de no comulgar con los estándares sociales de su tiempo ni encajar en los moldes establecidos para las mujeres. Como filósofa, no tuvo reparos en criticar la obra de Nietzsche; como feminista, alzó la voz contra las injusticias de género planteando ideas de lo más revolucionarias; como mujer, reclamó su derecho a vivir su sexualidad como ella quería y convivió abiertamente con otra mujer. Al final, terminó su vida encerrada en un manicomio”.

Ahora recordaremos a Conchita Arenal en el bicentenario de su natalicio, mismo que parecía pasar desapercibido, pero diversos grupos feministas, de mujeres y, Blanca Portillo protagonizó (2014), el telefilme español sobre la mujer destacada del humanismo español y precursora del feminismo que hoy se vuelve a verse, la pusieron en donde debe estar: en la valoración de su magna obra.

Para Miguel Ángel Chica, Conchita:

“Fue una escritora, periodista y activista pionera de los movimientos feministas por la igualdad de género a lo largo del siglo XIX. Siempre se enfrentó a las normas establecidas y consiguió que su revolución le sobreviviera en las vidas de otras mujeres que tampoco se resignaron. Concepción Arenal pasó su infancia y parte de su vida adulta en el valle de Liébana y siempre mantuvo una estrecha relación con Cantabria”. Sólo una precisión: el feminismo no se desarrolló a lo largo del siglo XIX, sino un siglo después y, ahora, es un movimiento global, en el siglo XXI.

Ser “feminista” (no se le llamaba así en el siglo XIX) en aquellos años de las revoluciones europeas (1848 y 1871, “carlista” en España entre 1872-1876) no era “enchilame otra, por favor”. Era cosa seria, en realidad de vida o muerte, por eso nuestra heroína Conchita Arenal es importante no sólo recordarla, sino valorarla y aprender de ella… ahora no se necesita que una mujer se vista de hombre para hacerse escuchar.

Nacida en 1820 (Karl Marx tenía 2 años) sigue dando cuenta de su audacia en un siglo esencialmente patriarcal y machista, por lo que tuvo que vestirse de hombre para hablar como mujer de su tiempo y del futuro, donde se han conquistado muchos derechos de equidad entre hombres y mujeres en la batalla por la “igualdad sustantiva”.

Nació en Ferrol (La Coruña) el 31 de enero de 1820, primer fruto del matrimonio formado por María Concepción de Ponte y don Ángel del Arenal, miembros de ilustres familias gallegas y santanderinas, respectivamente, señaló su biografía de la Universidad de Alicante, María Ángeles Ayala Aracil.

De una ideología liberal (su padre luchó en la guerra de independencia) y de una madre con carácter, Concepción forjará su personalidad: “firmes sus convicciones personales y a luchar por lo que cree justo”, afirmó su biógrafa. Al enviudar la madre, la familia emigró a Madrid, donde residía el hermano de Concepción Ponte, el conde de Vigo. Las hijas tuvieron, por tanto, una educación formal y conservadora, que “no satisface su enorme curiosidad intelectual” -de Concepción Arenal-, esa inmensa ansia de saber que la caracterizó. Al parecer, aprendió italiano y francés; fue atraída por libros de ciencia y filosofía y aspiraba a estudios superiores, no común entre las mujeres de su tiempo.

Conchita nació cuando la Constitución liberal de Cádiz estaba abolida por su “Majestad” el rey Fernando VII, pero una rebelión militar lo obligó a restablecer ese año y dio origen a numerosos procesos políticos tanto en la península Ibérica como en las “colonias” de América. Así que podemos afirmar que Concepción es parte de la generación gaditana, del liberalismo español y de la guerra de independencia contra la invasión napoleónica de 1808. Su padre que luchó contra el invasor francés dejó algunas semillas en la tradición familiar que Concepción rescató en su edad madura.

Para un mexicano o mexicana (que fruta vendía…) no es fácil entender la revolución y guerra de independencia de España frente al invasor francés, porque en la escuela primaria nos enseñan que la independencia inició en el pueblito de Dolores, donde era cura don Miguel Hidalgo y Costilla, pero en realidad, inició con la resistencia, revolución y guerra de independencia española contra el invasor francés (dicen que el 3 de mayo de 1808).

El padre de Concha luchó con armas en mano contra los invasores franceses. Era liberal. Cayó en desgracia por su ideología y por no acatarse al absolutismo conservador de Fernando VII. Chica señaló:

Concepción Arenal tenía nueve años. Su padre acababa de morir en prisión. Cumplía condena por sus ideas liberales. Ángel del Arenal, miembro de una ilustre familia de Santander, fue un militar sobrevenido en la guerra contra los franceses. Como muchos de sus compañeros se opuso al absolutismo de Fernando VII y lo combatió con las armas.

Fue derrotado. Sufrió la venganza del rey. Murió enfermo, solo, olvidado. Su familia abandonó Ferrol, donde Concepción había nacido en 1820, y se trasladó a Cantabria. María Concepción de Ponte era una viuda reciente, estricta, perteneciente a una influyente familia gallega. Se instaló con sus tres hijas en Armaño. Una aldea pequeña, en el valle de Liébana. Tierra de adolescencia para Concepción Arenal, que sufre otra pérdida: su hermana menor muere en 1830. Cinco años después la familia abandona la aldea y se traslada a Madrid, nos contó con detalles su biógrafa.

Vestida de hombre

Los vaivenes familiares y la tenacidad de su temperamento, harán posible que ponga en práctica aquellos proyectos a los que su madre se había opuesto con fuerza. Nos cuenta su biógrafa que:

“Durante los cursos de 1842-43, 1843-44 y 1844-45 Concepción Arenal asistirá vestida de hombre a algunas clases de Derecho en la Universidad. Evidentemente no cursó la carrera, ni hizo exámenes, ni alcanzó ningún título, pues en este momento histórico las aulas universitarias estaban reservadas exclusivamente para los varones, pero sin duda enriqueció y afianzó su interés por las cuestiones penales y jurídicas.”

Al tiempo que conoció a su futuro esposo años después en 1848, Fernando García Carrasco (abogado y periodista), que con una “nueva masculinidad” como se dice ahora, apoyó a su esposa en sus aspiraciones intelectuales, ya que al parecer mantuvieron un trato igualitario y admitió que lo acompañara vestida de hombre a las tertulias (café Iris).

En el año del señor de 1848 ocurrió la primera gran revolución continental en Europa, iniciada en Francia se extendió, como reguero de pólvora, por toda Europa. Desconozco si Concepción participó activamente en ese proceso, pero sus ideas liberales y republicanas están fuera de toda duda.

Conchita en la Universidad

Año del señor de 1841. Conchita decide ingresar a la Universidad de Madrid, una locura completa para la época. Dice el periodista Chica:

En la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid, en el año 1841, un alumno [alumna] al [a la] que nadie recuerda acude cada día puntual a clase. Su aspecto resulta peculiar, incluso para los estándares de una ciudad tan grande. Pelo corto, levita, capa y sombrero de copa. Un excéntrico, señalan sus compañeros. Un provinciano, aseguran otros. Es un [una] alumno [alumna] silencioso [silenciosa]. Toma notas, concentrado. Presta toda la atención posible. Es consciente de que asume riesgos. Su identidad no debe ser revelada. Se llama Concepción Arenal y las leyes no le permiten asistir a la universidad. Ninguna mujer puede hacerlo.

Ahí está puntual Conchita. No se “jala” las clases, va a estudiar. No está matriculada, eso no importa, tampoco José María Morelos, que no se matriculó en el Colegio de San Nicolás de Obispo (hoy Preparatoria 1 de la UMSNH). Es una alumna “oyente”, como Morelos fue “capense”. No estuvieron inscritos pero activos, más que muchos inscritos.

Nos cuenta Chica:

Concepción Arenal tuvo que aprender en los términos de una comunidad educativa que negaba la enseñanza a las mujeres. Nunca pudo matricularse. Asistió como oyente. No realizó más exámenes. Y, por supuesto, no recibió ningún título. Tampoco le fue permitido interactuar con el resto de alumnos. A cambio, no tuvo que volver a disfrazarse de hombre. Cada mañana un bedel la recogía en la puerta del centro y la conducía hasta una habitación dispuesta al efecto. Allí, Concepción Arenal, a solas, esperaba el comienzo de la clase. El profesor la recogía, la conducía al aula, la sentaba en una zona apartada y, al concluir, la devolvía a la habitación, donde Arenal esperaba al siguiente profesor y a la siguiente clase. Su estancia en la universidad duró cuatro años, hasta 1845. Pero la Revolución Continental de 1848 se estaba gestando y un fantasma recorría toda Europa, el fantasma del comunismo y el fantasma del “feminismo”.

Continuará la interesante historia de Conchita.

 

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