El primer paciente contagiado con la covid-19 en China se remonta a hace justo un año: el 17 de noviembre de 2019, una fecha marcada en rojo en el calendario de la pandemia. Pero un año después, la identidad del llamado paciente uno no ha trascendido todavía. Solo se sabe que es un varón de 55 años residente en la provincia de Hubei, según una investigación del South China Morning Post. El diario hongkonés tuvo acceso a documentos confidenciales del Gobierno chino, que aún se resiste a confirmar esta noticia.
Los científicos chinos han intentado dibujar el patrón de la transmisión de la covid-19 desde que se informó del brote en la ciudad de Wuhan, capital de Hubei y epicentro de la pandemia mundial. Todavía no han conseguido descifrar quién fue el paciente cero, el primer contagio de animal a humano, o al menos no ha trascendido.
Sin investigación independiente
Desde el 17 de noviembre se registraron de uno a cinco casos nuevos cada día, pero los médicos no reconocieron que estaban lidiando con una nueva enfermedad hasta finales de diciembre, con 60 casos confirmados. Ahora, más de 1,3 millones de muertes después, sigue sin haber una investigación transparente e independiente sobre el origen del virus.
China siempre ha rechazado la investigación internacional que han pedido gobiernos como los de Estados Unidos, Reino Unido o Alemania, que le reprochan su falta de transparencia. En febrero, cuando fuera de China solo había tres muertos confirmados y esperanzas de que el coronavirus se podía contener, la Organización Mundial de la Salud viajó a Pekín para estudiar el origen del brote y conocer la fuente animal.
“Si no conocemos la fuente, entonces seremos igualmente vulnerables en el futuro a un brote similar”, aseguró Michael Ryan, director de emergencias de la Organización Mundial de la Salud. “Comprender esa fuente es un paso muy importante”, según las declaraciones recogidas por el diario estadounidense The New York Times.
La OMS, en entredicho
Pero expertos de esta misión relataron después que cedieron terreno ante Pekín desde el minuto uno. Acordaron no examinar ni la respuesta china ni la fuente animal ni se aseguraron visitar Wuhan. La OMS se defendió, asegurando que se había centrado en conocer el brote “para ayudar a todos los países a preparar y proteger a las poblaciones”.
Los expertos se volvieron a Ginebra como llegaron: con las manos vacías. Ni visitaron el mercado de animales vivos de Wuhan, considerado la zona cero del brote, ni el hospital de infecciosos. En julio, una nueva delegación de la OMS regresó a Pekín, pero el hermetismo chino se mantuvo. Los dos expertos que viajaron para definir los términos de la investigación pasaron dos semanas en cuarentena. Entrevistaron a expertos por teléfono, pero no fueron ni a Wuhan.
Ya en enero, el Dr. Tedros Adhanom, director de la Organización Mundial de la Salud, había acordado con China compartir muestras biológicas, algo que nunca ocurrió. El papel de la OMS quedó en entredicho. Fue acusada de hacer silenciosas concesiones al régimen chino al encubrir fallos en el manejo de la crisis. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se retiró de la organización (aunque el presidente electo, Joe Biden, prometió regresar si ganaba las elecciones del 3 de noviembre).
“Un estudio global de los orígenes”
Ahora, según documentos obtenidos por The New York Times, Pekín ha dado el visto bueno a un grupo de expertos de la OMS para investigar, en un tercer intento, el origen real de la covid-19 y así prevenir futuros brotes. Según la revista Nature, la investigación consta de dos fases: los científicos chinos ya han comenzado los primeros estudios y, según lo que encuentren esos expertos, la OMS desplegará un equipo internacional en China para colaborar y trazar la ruta que ha seguido el virus.
Según el director general de la OMS, sus expertos y los científicos chinos ya mantuvieron a finales de octubre una primera reunión virtual sobre su misión con China, que describe como “un estudio global de los orígenes del SARS-CoV-2”. En ese informe, la OMS admite que, aunque el brote se identificó por primera vez en Wuhan, “es posible que comenzase en otro lugar y que, como la información es escasa, hay hipótesis limitadas sobre cómo podría haber comenzado realmente el brote”.
Los expertos van a revisar los registros del hospital, para averiguar si el virus circulaba antes de noviembre, e investigar el mercado; los animales salvajes y de granja que se venden allí. La mayoría de los investigadores cree que el virus se originó en los murciélagos, pero se desconoce cómo saltó a las personas.
La OMS apunta a que puede haber “más de 500 especies susceptibles de actuar como organismos intermediarios”, desde gatos a pangolines. “Encontrar un animal con una infección por SARS-CoV-2 es como buscar una aguja en el pajar más grande del mundo. Es posible que nunca se encuentre”, afirma Angela Rasmussen, viróloga de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York.
Los casos asintomáticos, los grandes responsables de la rápida expansión
Los casos no detectados o asintomáticos fueron en gran medida responsables de la rápida propagación del brote de la Covid-19 en China, según una investigación de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos. El informe, publicado en la revista Science y elaborado a través de un modelo informático, recoge que el 86 por ciento de todas las infecciones no se habían detectado antes de cerrar los vuelos a Wuhan, el 23 de enero.
Estas infecciones sigilosas eran la mitad (52%) tan contagiosas como las documentadas, pero eran la fuente de dos tercios de los contagios confirmados. Además, estos científicos han concluido que los esfuerzos de control del Gobierno y la concienciación de la población redujeron la tasa de propagación del virus en China. Según datos facilitados hasta el momento, el país asiático registró 86.000 casos de contagio y no alcanzó los 5.000 muertos. Cifras muy alejadas de la pandemia en los países europeos o del continente americano.
Fuente: NIUS