martes 24 septiembre, 2024
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«COLUMNA INVITADA» Ahora, la paridad depende del sufragio

 

La paridad sustantiva, es decir, la materialización de décadas y décadas de lucha para que las mujeres asuman posiciones en el ámbito público es una realidad, desde el año 2012 diversas reformas a la Constitución Federal dan cuenta de la necesidad de adecuar el marco legal para que las mujeres accedan a los cargos populares bajo los principios constitucionales de igualdad y no discriminación.

Las reformas han incluido un leguaje que visibilice la presencia de ellas y no solo ellos, encasillándolo en que si refiere “ciudadanos” estamos todos, integrar un concepto más incluyente como ciudadanía ha costado mucho trabajo, aunque no tanta resistencia como ceder los espacios.

En 2014 se incluyó en el texto constitucional el principio de paridad para que los partidos políticos postularan candidaturas integradas por hombres y mujeres en igualdad de número, para las diputaciones locales y federales; y, dicho principio se aplicó también en las elecciones locales para integrar ayuntamientos.

Vimos pues, mayor presencia de mujeres en la integración de la legislatura federal, sin acercarse aún a ser la mitad para cada uno de los géneros, pero ese primer intento mostró las resistencias lógicas de compartir el poder: los partidos políticos tuvieron que ser requeridos en muchos lugares para que sus listados de candidaturas fueran paritarios.

Pero entonces, se buscaron los recovecos de las candidaturas perdedoras. Y fue ahí, a donde mandaron a muchas mujeres, pero cumpliendo siempre con la paridad, en los listados de representación proporcional eso no es posible, van intercalados, por lo que había que esperar un poco más, en la siguiente elección, se establecieron los bloques de competitividad, ya se había hablado de ellos varios años antes, pero no eran una regla administrativa que debiera observarse.

Con la paridad en la postulación de las candidaturas por ambos principios y el bloque de competitividad, en 2018, por primera vez en la historia democrática mexicana, ambas Cámaras del Congreso de la Unión casi logran la paridad, faltaron una cuantas senadoras y diputadas para lograr el 50 por ciento, lo que sucederá en próximos procesos electorales.

Con esta composición, las agendas feministas se han reactivado aprobando las reformas para tipificar el delito de violencia política contra las mujeres en razón de género, así como la paridad en todo, no solo en cargos de elección popular, sino para desempeñar cualquier cargo, encargo, comisión o empleo en los tres niveles de gobierno y en los tres Poderes de la Unión. Sumado a lo anterior, en el presente proceso electoral, se han aprobado sendos lineamientos por la autoridad electoral nacional, para, por un lado, que los partidos políticos se abstengan de postular hombres que hayan sido acusados de acoso sexual, violencia política contra las mujeres y que sean deudores alimentistas; y, finalmente, se ha acordado que, de las 15 gubernaturas, siete sean para mujeres, siguiendo pues la pauta de la paridad establecida en la Constitución Federal.

Es así, como existe el suficiente marco legal y formal para que las mujeres hagan uso pleno de su derecho humano de inmiscuirse en los asuntos públicos de su país, que puedan votar y ser votadas, y ejercer cualquier cargo o tarea para la que hayan sido electas, y/o designadas, todo ello en libertad, igualdad, equidad, sin discriminación y libres de violencia.

Será pues, el Estado quien a través de sus instituciones proteja y garantice esos derechos humanos de todas las mujeres de la geografía nacional, que, dicho sea de paso, somos mayoría en el padrón electoral, por ende, en las listas nominales, por lo que, lo que resta es que los sufragios también se encaminen a lograr que las mujeres postuladas salgan victoriosas.

Y aquí es donde viene el otro reto, el silencioso, el de la invisibilidad. Se supone que las campañas políticas tienen la misma duración para un mismo cargo, sin embargo, dependiendo quien sea el contrincante político, será esa persona la que acapare los reflectores mediáticos, lo mismo sucede en las redes sociales y cualquier medio de difusión masiva.

Es necesario generar estrategias para que los spots de campaña hagan visible la presencia de las mujeres y resalten sus perfiles y la idoneidad para alcanzar el cargo, dejar de hacer anuncios dirigidos a electores hombres, empezar a hablarle a la ciudadanía a través de imágenes y contextos que nos reeduquen que los cargos pueden ser desempeñados por un él y por una ella.

Que la política puede tener el rostro de mujer y estará bien, como si tiene el rostro de un hombre.

 

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