Por. Leticia Robles de la Rosa
El proceso interno de Morena muestra una innegable paradoja.
El presidente Andrés Manuel López Obrador es el mandatario federal con el mayor poder electoral de los últimos 20 años. Pero también es el primero cuyos posibles sucesores han mostrado desde muy temprano su interés por ocupar ese lugar.
Aun no cumple dos años en el gobierno y los grupos en torno a Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard se disputan el control de Morena para la construcción de una temprana carrera presidencial, en la que al parecer Marcelo Ebrard gana la primera batalla.
Así como en la época de la Revolución Mexicana un villista podía amanecer carrancista, en Morena las alianzas coyunturales de los grupos políticos internos los ponen en diferentes posiciones al avanzar los días e incluso las horas rumbo a la definición de quién dirigirá al partido.
Ese movimiento constante muestra expresiones que parecían imposibles hace sólo unos días atrás.
¿Usted hubiera pensado, por ejemplo, que John Ackerman estaría en el mismo lado de la banqueta que Félix Salgado Macedonio?
Ackerman es cuñado de Pablo Amilcar Sandoval, quien desea ser gobernador de Guerrero. Félix Salgado Macedonio es la principal competencia de Pablo Sandoval, porque está en el innegable primer lugar de las preferencias electorales, dentro y fuera de Morena. Sin embargo, ahora Félix Salgado y John Ackerman están en el mismo lado de la banqueta: Mario Delgado.
La forma tan abierta que tienen los morenistas de mostrar sus diferencias nos han permitido conocer que la sucesión en Morena no es sólo de dos nombres oficiales: Porfirio Muñoz Ledo y Mario Delgado; sino que detrás están Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard.
Hace tres semanas fue conocido un audio en el cual Alfonso Ramírez Cuéllar y Bertha Luján evidencian que Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México y Cuitláhuac García, gobernador de Veracruz, financiaron la candidatura de Porfirio Muñoz Ledo. En ese audio es evidente que Bertha y Alfonso también formaban parte del grupo en respaldo de Porfirio Muñoz Ledo.
Porfirio ganó dos a uno el proceso interno, en la primera etapa, denominada de reconocimiento. Fue evidente que la fuerza de Claudia Sheinbaum fue mayor que la de Ebrard.
Sin embargo, la semana pasada fue conocido que desde las oficinas de Claudia Sheinbam surgieron las presiones hacia los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) para anular el proceso de sucesión en Morena, a fin de dejar a Alfonso Ramírez Cuéllar, aliado de Sheinbaum; es decir, que no se confirmara el triunfo de Muñoz Ledo.
Pero a la Jefa de Gobierno se sumó otro personaje de primer nivel: Julio Scherer, Consejero Jurídico de la Presidencia.
“Habían logrado que cuatro de los siete magistrados se comprometieran a votar por la anulación del proceso interno de Morena”, me contó un destacado militante del partido.
¿Qué ocurrió? ¿Qué obligó a Claudia Sheinbaum a cambiar las coordenadas y respaldar ahora a Mario Delgado, innegablemente ligado a los intereses de Marcelo Ebrard? o ¿Quién la obligó a aceptar que esta primera batalla la ganara Marcelo Ebrard con su candidato Mario Delgado?
A final de cuentas, el Tribunal no anuló el proceso, porque entre quienes presionaban a los magistrados imperaron las advertencias de que anular implicaría una grave consecuencia para el futuro de los procesos electorales del país, al establecer un precedente de que un proceso de elección puede anularse a mitad del camino.
Las encuestadoras contratadas por el Instituto Nacional Electoral para levantar la opinión de los morenistas sobre quién debe presidirlos, entregaron un escenario inverosímil: en sólo una semana, las preferencias habían cambiado radicalmente; la diferencia de dos a uno en favor de Muñoz Ledo se acabó y resultó un empate técnico.
Este sábado sabremos el resultado de la encuesta definitiva, pero esta fase del proceso ha mostrado que a diferencia del viejo PRI, que organizaba la cargada en favor de un aspirante señalado por el dedo del Presidente de a República, en este otoño del 2020 la cargada en favor de Mario Delgado fue organizada por un fuertísimo personaje político poco visible: Andrés Manuel López Beltrán o Andy, como lo llaman dentro de Morena y quien por el momento inclinó la balanza en favor del equipo Ebrard.