La semana pasada, el senador Samuel García, del partido Movimiento Ciudadano (MC), quien se ha destacado por su alta exposición en redes sociales, se volvió viral debido a la actitud machista que mostró con su esposa, Mariana Rodríguez.
Tras el regaño que dio durante una transmisión en vivo, surgieron otros videos donde el legislador se refería a ella con insultos sexistas.
El resultado fue desde una turba virtual indignada hasta políticos que mostraron su rechazo al comportamiento del senador. García quiso inicialmente justificarse diciendo que eran “bromas” erráticas.
Pero poco se ha ahondado en el problema de fondo: el humor, el clima machista, la violencia cotidiana que embarga las relaciones sociales y de pareja en México. Pues si bien el caso de Samuel García probablemente no pase de ser otra polémica más en redes, la violencia cotidiana continúa en el imaginario cultural de la sociedad mexicana.
El término más conocido (aunque no el correcto) para referirse a ella es micromachismos, concepto acuñado por Luis Bonino en 1990. De acuerdo con Bonino, se trata de conductas masculinas que buscan reforzar la superioridad por género: “son pequeñas tiranías, terrorismo íntimo, violencia blanda, suave o de baja intensidad”.
En el portal web de Marie Stopes México se describe la clasificación que Bonino hace de ellos de la siguiente manera:
– Utilitarios. Afectan principalmente al ámbito doméstico y a los cuidados hacia otras personas y la naturalización del trabajo de la mujer como cuidadora.
– Encubiertos. Son sutiles imposiciones del deber ser desde una óptica masculina, para hacer desaparecer la voluntad de la mujer.
– De crisis. Surgen cuando ellas empiezan a romper la balanza de la desigualdad en la pareja y los roles impuestos.
– Coercitivos. En ellos el hombre usa la fuerza moral, psíquica o económica para ejercer su poder, limitar la libertad de la mujer y restringir su capacidad de decisión.
No obstante, a últimas fechas, el término micromachismo ha ido reclasificándose como violencia cotidiana.
No existe violencia pequeña. Por el contrario, la sutileza de estas conductas hace que sea altamente peligrosa pues está interiorizada y normalizada en la sociedad. Se disfraza de bromas, de paternalismo, cuidado por la mujer.
Para Isabel Montané, periodista y codirectora del máster en género y comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), “el micro determina fatalmente el significado. Por ello hemos de plantearnos buscar un nuevo significante, dejar de hablar de micromachismos y empezar a hablar de violencias cotidianas […] Es un tema social y político. Hablar de violencias cotidianas es situarlas en el lugar que les corresponde, identificarlas como parte del entramado social machista más” (El País 2019-02-04).
Se le reconoce al senador haber ofrecido disculpas pero sólo el tiempo y sus comportamientos dirán si es un cambio de fondo o disciplina partidista, el video grabado con ese fin.
Asimismo, las redes que en el discurso se rasgaban las vestiduras por la violencia y a la par arremetían contra las mujeres violentadas nos muestran que, en la lucha contra la violencia, el ruido no lo es todo.