Se considera que la educación a distancia inicia a principios de los años setentas cuando en la Universidad Nacional Autónoma de México se crea el Sistema de Universidad Abierta y nacen la Universidad Nacional de Educación a Distancia en España y la Open University en Inglaterra. En la UNAM, el SUA “está destinado a extender la educación universitaria a grandes sectores de la población, por medio de métodos teórico–prácticos de transmisión y evaluación de conocimientos, y de la creación de grupos de aprendizaje que trabajarán dentro o fuera de los planteles universitarios” (Artículo 1º del Estatuto del SUA). En esos momentos no se contaba con las tecnologías que tenemos ahora. La distancia era el desplazamiento de profesores a lugares con un grupo de alumnos, cursos por correo o la creación de centros fuera de la institución, todo esto con base en un nuevo modelo pedagógico que facilitaba la enseñanza aprendizaje.
Hace más de 30 años, Desmond Keegan, en su libro Fundamentos de la Educación a Distancia (Foundations of Distance Education, Routledge, 1986), la define como la separación casi permanente del maestro y alumno a través del periodo del proceso de aprendizaje (ahora puede hacerse permanente); modelo en el que la organización educativa tiene influencia en la planeación y desarrollo de los materiales de aprendizaje y en ofrecer servicios de apoyo para el alumno (debe considerarse al docente también); se usan medios tecnológicos (impresos, audio, video, cómputo) para unir al maestro y al alumno y llevar a cabo el curso (en ese año aún no se contaba con internet); se ofrece comunicación de dos vías y hay una ausencia casi permanente de un grupo de aprendizaje (con internet esto cambia).
Internet en la educación no sólo trajo la maravilla de la comunicación globalizada sino que permite atender a una población distinta a la que se le ofrecen grados académicos (personas que trabajan, madres con hijos, presos, personas con capacidades diferentes o aquellas que lo hacen porque les gusta estudiar), desarrolla programas de actualización y educación continua, educación para la vida y el trabajo y de nivelación académica, y crea colaboraciones nacionales e internacionales para cualquier tema.
Cuando el mundo se enteró de la epidemia del Covid 19, se sabía que podría extenderse. Estaba muy lejos, o así lo sentíamos y creíamos que eso no llegaría a nuestro país. Pero apareció, y de la noche a la mañana se tuvieron que tomar acciones, entre ellas la suspensión de clases dejando una semana para prepararse y tomar decisiones. El 23 de marzo inició el “quédate en casa”.
La educación a distancia requiere de un cambio en el planteamiento pedagógico para lograr con calidad los objetivos académicos utilizando y aprovechando los beneficios que otorga el uso de tecnología. No se puede esperar que, en sólo una o dos semanas, se transite de la educación presencial a la educación a distancia en la que se requiere tener programas académicos, docentes capacitados y una plataforma de enseñanza-aprendizaje, entre otros. Existe la falsa creencia que al utilizar internet se tiene claro cómo se usa para educar. Los docentes, aun cuando tengan redes sociales, correos electrónicos y celulares, requieren de la capacitación para el uso de la tecnología como apoyo a su docencia. En la emergencia sanitaria, el docente, el estudiante y los padres de familia, se ven obligados a cambiar su escuela de un día para otro sin saber cómo hacerlo.
Por eso es importante distinguir entre la educación a distancia y la educación que se hace de manera remota en la que se puede continuar el trabajo educativo aun sin contar con la plataforma necesaria para hacerlo. Las tres acciones básicas que los docentes deben hacer son: tener la manera de comunicarse con sus estudiantes, poder enviar archivos con sus estudiantes y tener una manera de evaluar el trabajo de sus estudiantes. Para ello pueden recurrir a cualquier herramienta tecnológica que hay disponible; televisión, videoconferencia, redes, mensajería vía celular, video, pero deben contar con capacitación especializada, bien diseñada y estructurada para saber cómo usarlas como un medio para la enseñanza.
Muchas instituciones educativas tenían experiencia usando herramientas tecnológicas como apoyo a sus programas académicos. Algunas de ellas contaban con programas educativos en línea. Pero para una gran mayoría, la suspensión de clases les cayó como una gran sorpresa, y tuvieron que recurrir a buscar esas herramientas para llevar el aula presencial a las casas de los estudiantes; por ejemplo, el uso de videoconferencia a la misma hora de la clase presencial.
Considerando que hay instituciones educativas que tienen programas de educación a distancia y que pudieron cambiar su modalidad con menos problemas, lo que se hace hoy, en la mayoría de los casos, es educación remota en emergencia sanitaria. En el discurso actual, me da gusto notar que poco a poco han cambiado “educación a distancia” por “educación ante situaciones de emergencia”, “modalidad no presencial” o “docencia no presencial de emergencia”. Podría llamarse educación remota.
Ha sido mucho trabajo para todos y estoy segura que habrá casos de éxito y buenas lecciones que aprender. Al tener la Maestría en Educación a Distancia, trabajar en ello y ser promotora de su importancia desde hace casi 20 años, espero que, las instituciones aprovechen la oportunidad y que, en estos momentos, empiecen a tomar decisiones para la creación de nuevos modelos (en línea o mixtos) y programas académicos que apoyen no sólo la educación presencial, sino que permita que, en tiempos de emergencia, se lleve a cabo una transición más tranquila y bien planeada, pues lamentablemente, parece que lo vamos a necesitar en el futuro.