Tres cosas le importan al ciudadano presidente Andrés Manuel López Obrador: que su máxima de ‘primero los pobres’ perdure más allá de su sexenio; que se acabe la corrupción en México y que se le recuerde como un hombre honesto que llegó a la Presidencia de México para darle bienestar a los mexicanos, pero, primero y antes que, a nadie, a los pobres.
Nadie puede estar en desacuerdo con ese postulado de López Obrador, sin embargo, la realidad del mundo, que se mueve por las reglas del mercado o, como le gusta llamar al presidente, del sistema neoliberal, su idea de Nación tiene frente a sí un elemento no contemplado por nadie: el COVID-19.
Para que México pueda redistribuir la riqueza y que se logren mantener intactos los beneficios que este gobierno le ha dado a los adultos mayores y a los jóvenes, es necesario promover el crecimiento económico para generar los recursos suficientes que nos permitan abatir los altísimos índices de pobreza que hay en México y que, luego de la pandemia, van a crecer.
Por ello creo que es necesario que desde Palacio Nacional se implementen acciones que permitan evitar los que pronostica la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) que México será el país con mayor incremento en la pobreza luego de la crisis sanitaria.
Una de esas acciones es el Ingreso Vital que promueven organismos civiles como Nosotrxs y poco más de un centenar de legisladores. Ellos han identificado a quienes se encuentran en un estado de vulnerabilidad en este tiempo de pandemia: trabajadores de la construcción, choferes de vehículos de carga y pasajeros, vigilantes de establecimientos, trabajadoras del hogar, los que se dedican al trabajo informal y muchos millones de personas que tienen diversos oficios que no tienen empleo en estos momentos de Sana Distancia.
La letrina
Esta semana ha sido la más efervescente de la pandemia. Los efectos del festejo del 10 de mayo están a la vista. No aplanamos la curva y el regreso a la nueva normalidad no será el primero de junio.