Dije que no iba a escribir nada sobre el tema, la verdad es que no puedo tener sentimientos y pensamientos más encontrados, es más yo me autonombraría como una bipolar del COVID-19.
Estoy tan harta ya del tema, sobre todo por la falta de homogeneidad en la información, me imagino que les pasa a muchos, pero de verdad quisiera, o estar encerrada bajo piedra y lodo en mi casa, apanicada, viendo globitos verdes con coronitas flotando en el ambiente, o no creerme nada y salirme a la calle a demostrarle al mundo que no compré su cuento.
¡Pero no!
Vivo la cuarentena impuesta con esta terrible dualidad del escepticismo con el que vivo siempre y el miedo de estar equivocada y cometer una imprudencia catastrófica.
Confieso que a mi el encierro no solo me resulta cómodo, me encanta, por difícil que parezca de creer, amo estar en mi casa, y esto está resultando un retiro delicioso del mundo.
Entre libros, series, niños, pendientes domésticos, música, tejido y gatos, mi vida discurre con bastante felicidad.
Pero obviamente no todo es tan sencillo, independientemente de qué crea, estoy profundamente preocupada por el devenir no solo de mi negocio y de mi economía, sino de la economía de los que como yo, vivimos al día.
Los que tenemos algún negocio o nos dedicamos a las ventas y servicios, los que tenemos que salir a trabajar cada día para traer dinero a casa, los que no tenemos un seguro y un sueldo seguro, creo somos los que peor la estamos pasando.
Cada día con la incertidumbre de si podremos mantener abiertos los negocios o salir a trabajar, esperando en silencio y con pánico la catastrófica noticia de tener que cerrar por completo.
Un porcentaje altísimo de la población mexicana se dedica al comercio informal o tiene microempresas, para nosotros no hay seguro por pandemia ni por desastre natural o similar.
¿Qué podemos hacer además de mordernos las uñas?
Una, como todo el mundo me dice, no preocuparme por lo que no está al alcance de tu mano resolver, que se dice fácil, pero está literalmente en chino.
Dos, que pronto pasará y lo importante es que tenemos salud, en eso si estoy de acuerdo, nada dura para siempre y no es la primera vez que la vida nos pone en alto.
Algo será lo que tenemos que observar, escuchar, algo se nos tiene que ocurrir, algo tenemos que notar.
Como en todos los momentos de crisis la creatividad surge de lo más recóndito de nuestros cansados cerebros y activa nuestro botón de supervivencia y también, aunque todavía no entiendo por qué los momentos de adversidad nos vuelven siempre solidarios y empáticos con los demás.
Por ahí circulan diferentes consejos que me han parecido muy ecuánimes.
No hacer compras de pánico, considerar que la misma necesidad tenemos todos y que es un acto de egoísmo llevarse a casa un arsenal de comida e insumos de limpieza mientras que los demás se quedan sin nada.
Apoyar a los adultos mayores, que son los más vulnerables ante el virus y los primeros que deben estar en casa resguardados, nada nos cuesta. Comprar algo extra de comida y regalársela al empacador del súpermercado, en breve ellos tendrán que irse a sus casas y es lógico que si trabajan es porque no tienen un ingreso estable.
Comprar y consumir en los negocios locales, restaurantes, tienditas, etc…
Comprarle a tu amiga que hace pasteles o que está haciendo comida para llevar, apoya a los que todavía tienen abiertos sus negocios, prefiere comprar en pequeñas tiendas y mercados.
De verdad, los micro empresarios somos los más amenazados con esta situación.
Ya volverán los tiempos de bonanza y ya podremos nuevamente salir e invitar a gente a nuestras casas, pero ahora toca ser solidarios y selectivos.
El dinero no abunda porque los ingresos seguramente van a bajar para todos, elige compartir los tuyos con gente como tú, de tu comunidad.
Mi tercer y último consejo:
Filtrar la información lo más posible, con la pena silenciar los grupos alarmistas de Whats app, ya saben, los que comparten todo lo que les llegue, sin confirmar antes, evitar leer y compartir noticias que no aporten algo positivo en redes sociales. Aprovechar el tiempo para ver programas de calidad, documentales, (los de Discovery Chanel son excelentes), películas que valgan la pena, leer libros que teníamos en la lista de espera, hacer ejercicio en casa, eso activa el cuerpo y la mente, tomar cursos en línea o incluso experimentar con recetas de cocina ¿y por qué no? de belleza o cuidado personal.
Y siempre siempre, preferir consumir en negocios locales.