Tras las marchas en todo el mundo por el #8M y el paro histórico de mujeres el #9M en México, pasó casi inadvertida la sentencia a Harvey Weinstein.
El otrora poderoso productor de Hollywood fue condenado el 11 de marzo a 23 años de prisión por el juez James Burke, luego de su condena por delitos de abuso sexual. Se le impusieron 20 años de prisión por acto sexual penal en primer grado y tres años por violación en tercer grado.
“Si Harvey Weinstein no hubiera sido condenado por este jurado, habría sucedido una y otra vez”, dijo Miriam Haley, una de sus acusadoras. “Me alivia que ahora sepa que no está por encima de la ley. Me alivia que haya mujeres más seguras porque él no está”.
Haley fue una de las cinco mujeres que testificaron contra el fundador de la productora Miramax. Y gracias a estos testimonios, el magnate, un personaje con mucha influencia mediática y política, pudo ser procesado. Aunque libró cargos más graves, se logró una victoria sin precedentes.
Su caso se visibilizó al máximo cuando, en octubre de 2017, The New York Times publicó un reportaje en el que se detallaban acusaciones contra Weinstein que se remontaban a décadas atrás.
Sin duda, el escándalo por las acusaciones contra Weinstein fue lo que dio pie a la globalización de un movimiento en el que miles de mujeres en todo el mundo denunciaron situaciones de abuso y acoso sexual bajo la etiqueta #MeToo (“Yo también”) en sus respectivos ámbitos laborales y de convivencia social.
Sin embargo, vale recordar que no fue con este caso que surgió #MeToo. Se trata de un movimiento creado por la activista estadunidense Tarana Burke en 2006, para atender a mujeres jóvenes de comunidades marginadas que sufrieron algún tipo de violencia sexual.
Según relató la activista, cuando trabajaba en un refugio de jóvenes, una chica de 13 años le platicó que era abusada sexualmente por su padrastro. Burke lamentó no haber sido capaz de compartir con la chica que ella también fue abusada para decirle “Me too”. Así, la activista decidió crear una red de acompañamiento legal para casos de violencia sexual que sigue vigente al día de hoy.
Y ante estas victorias inéditas y la ola de denuncias y mujeres que han decidido valientemente no callar, vale la pena reflexionar sobre un elemento clave en ello. Los aliados y la importancia de los debidos procesos.
En el caso de Harvey Wenstein la prensa fue un gran aliado con una investigación sólida por parte de The New York Times y que continuó The New Yorker, se fue convirtiendo en una bola de nieve a la que se sumaron paulatinamente cientos de medios en todo el mundo, arrojando luz global sobre una problemática en la que brotaron datos que documentaron una cultura patriarcal que, como demostraron el 8M y el 9M, no ha dejado de resquebrajarse.
Y es de elogiarse que el periodismo actuó en consecuencia, como se espera que lo haga cualquiera que no quiere acaparar espacios y robar protagonismos. Del aliado se espera que esté en segunda fila, que acepte su posición de privilegio y actúe en consecuencia. De acuerdo con un análisis de The New York Times se encontró que, desde la publicación que expuso a Weinstein (seguida de una investigación de The New Yorker), al menos doscientos hombres destacados en Estados Unidos han sufrido consecuencias laborales. Otros, incluido Weinstein, enfrentaron cargos penales.
Pero también se logró este triunfo con el debido proceso. Al denunciar hasta las últimas instancias y por los canales legales correspondientes, es que el cineasta rindió cuentas tras años de denuncias de corredor.
Sin duda, las victorias del movimiento feminista se empiezan a sentir. No obstante, la diferencia que pueden marcar las mujeres son aun limitadas, pues todavía son parte de un sistema patriarcal.
Y el final feliz de esta película es que perdió ese villano llamado impunidad.