jueves 21 noviembre, 2024
Mujer es Más –
COLUMNAS COLUMNA INVITADA

«OPINIÓN» “Viejas argüenderas”

Platón decía que “Las mujeres tienen cabellos largos e ideas cortas“. Freud señalaba que cuando las mujeres descubren que en su anatomía les falta el pene, se sienten “anatómicamente incompletas”.

Bajo ese tipo de tesis la cultura del género humano ha desembocado en monstruosidades tales como cercenarle el clítoris a las mujeres en algunas regiones africanas, para impedirles la sensación de placer, o bien, castigar en ciertas regiones asiáticas a los matrimonios que procrean niñas, hasta llegar al muy mexicano deporte de asesinarlas impunemente, bajo la lógica de que su vida es prescindible y no tiene valor alguno ante la autoridad, ya sea local, estatal o federal, priista, panista o morenista. Ya lo decía algún político mexicano: que su animal favorito era “la mujer”.

Pero la violencia contra el género femenino no se originó con la guerra calderonista al narco ni con el neoliberalismo que emprendió aquí Miguel de la Madrid y profundizó Salinas. Verlo así es maniqueo e impide ir a las raíces del problema. La violencia de género, el desprecio hacia la mujer, el agandalle masculino, data de siglos, surge en los hogares y es mundial.

Baste revisar lo que otros pensadores de altos vuelos afirmaban al respecto; aquí algunos botones de muestra: “La vida de toda mujer, a pesar de lo que ella diga, no es más que un eterno deseo de encontrar a quién someterse” (Dostoievski). “Es orden natural entre los humanos que las mujeres estén sometidas al hombre, porque es de justicia que la razón más débil se someta a la más fuerte” (San Agustín).

“Las mujeres nunca tienen nada que decir pero lo dicen encantadoramente” (Oscar Wilde). “Debéis rechazar lo más que os sea posible, el momento en que vuestra mujer os pida un libro” (Balzac) . “En cualquier tipo de animal, siempre la hembra es de carácter más débil” (Aristóteles). “El fuerte de la mujer no es saber sino sentir” (Ortega y Gasset).

Lo más paradójico de todo esto es que una gran parte de la solución está en manos de las propias mujeres. Por supuesto es de celebrarse que desaten manifestaciones, paros cívicos, marchas y movimientos que busquen visibilizar y sensibilizar este fenómeno, ante una sociedad pasmada y comodina. Pero todo eso es efímero.

Lo verdaderamente importante es que contribuyan a educar a sus hijos y concienticen uno a uno a sus parejas, hermanos varones, compañeros de escuela, colegas de trabajo, vecinos, proveedores, clientes o patrones, a que se respete a la mujer por principio y como norma básica de convivencia. Por supuesto que todo eso debe ir acompañado por acciones desde el Estado, pero la semilla del cambio radica en las propias mujeres, muchas de las cuales por omisión replican los patrones misóginos y machistas.

Nada más peyorativo que descalificar a una mujer cuando se queja, tachándola de argüendera. Pero en este caso, más que bienvenido el argüende. Sus vidas van de por medio. Enhorabuena por este empoderamiento súbito y colectivo que, si las autoridades y partidos políticos no atinan a leer correctamente, acabará por rebasarlos a todos.

Raúl Rodríguez Rodríguez
Analista y escritor
@rodriguezrraul
Ig raulrodrodmk

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