Expertos como somos en polarizar, hasta de un tema tan, yo diría general, ya hicimos una división de opiniones y un pleito mediático.
Entiendo que discutamos por preferencias políticas, religiosas o deportivas.
Que algunos estemos de acuerdo y otros no en asuntos diversos, pero de verdad me parece increíble que existan sectores de la población que condenen el movimiento por erradicar la violencia de género y para pedir justicia por los feminicidios.
Veo con poca sorpresa cómo grupos de opinión y partidos políticos han aprovechado la situación para jalar agua a su molino y, aunque me parece incongruente y casi inmoral que los sectores que siempre se han manifestado por la línea conservadora, ahora apoyen el paro nacional de mujeres del 9 de marzo. No me molesta, por supuesto que veo su oportunismo y como, de esta manera intentan matar varios pájaros de un tiro.
Pero a pesar de todo y de todos creo que nada ni nadie debe interferir en la genuina razón de la lucha.
Culpar al gobierno por todo me parece un recurso de la gente mediocre e ignorante, al menos en este caso creo que estamos todos mal, tanto la población achacando al gobierno los números espeluznantes de violaciones y feminicidios, como del gobierno echándole la responsabilidad a sus antecesores neoliberales.
No hace falta buscar mucho en la historia para entender que este es un problema que acompaña a la sociedad desde el inicio de los tiempos, que en todas las épocas y regiones del planeta la misoginia ha sido una práctica y un modo de vida.
Así como hay muchos hombres buenos que aman a las mujeres y a la humanidad en general, que aceptan la diferencia entre géneros y apoyan la equidad, esos mismos hombres y mujeres que aman a los animales y no discriminan por raza o etnia, que aceptan y respetan las ideologías, creencias y preferencias de los demás.
Pero lamentablemente existen también los otros, los que no están dispuestos a ceder en sus creencias y condenan a cualquier persona que sea diferente a ellos, ya sea en color de piel o preferencia ideológica o sexual, esos mismos que son los que denigran a las mujeres y nos ven como ciudadanas de segunda, como lavadoras con patas, como seres inferiores.
Esas personas que en cada época y en cada región han violentado y sodomizado a las mujeres, privándolas de libertad y negándoles derechos; y que por difícil que parezca de creer aún en estos tiempos discriminan a quienes deciden levantar la voz y salir a luchar en pro de la justicia y el alto a la violencia.
A esas personas es a las que les vamos a demostrar cómo sería un mundo sin nosotras. Lo mejor sería que con este paro y con todas las protestas lográramos que nos valoraran, creo que eso es imposible, no queremos ya que nos quieran, no queremos ni siquiera que nos consideren, queremos que nos respeten y lo vamos a lograr.
Porque muertas ya no podemos pertenecer a ningún partido ni a ninguna ideología, porque muertas ya no podemos ser madres ni garantizar la reproducción y la existencia de la humanidad, porque muertas no podemos trabajar ni ser útiles para la sociedad.
Esta lucha es por nuestras vidas, por llegar a la noche sanas y salvas y dignas.
Por vivir y por vivir bien, sin miedo y sin golpes, libres y autónomas, para hacer cada una lo que decida y quiera hacer con su propia vida.
Porque para ser profesionista o deportista o ama de casa antes que nada se necesita estar viva y de preferencia feliz.
Si el gobierno no lo entiende, si la población no lo entiende, si el machismo no lo entiende, mala tarde.
Ya no es una súplica, no estamos implorando, estamos exigiendo y conquistando nuestra propia seguridad y no vamos a parar.
Ni una más, Ni una menos.
Nunca más sin nosotras.
Por nosotras y por las que vendrán, por nuestras hijas y las hijas de nuestras hijas no vamos a bajar los brazos.
Como sea, con marchas, con paros, con denuncias, todas fuertes tomadas de la mano, hombro con hombro, con quien quiera sumarse a nosotras y apoyarnos, nadie se queda fuera de esta lucha, aunque se acerquen buscando protagonismo, todo vale, esta es una guerra, la única guerra válida, no por territorio, no por riquezas, estamos declarando la guerra por nuestras vidas, porque nunca más ninguna mujer pierda la vida a manos de alguien que la odia solo por ser mujer, para que nunca más ninguna estudiante se sienta acosada ni ninguna trabajadora impedida por ser madre.
¿Cuánto tiempo va a durar esta lucha?
No lo podemos saber, suena muy difícil pero no es imposible, ya empezamos y no vamos a dar ni un paso atrás.
Lo que cueste, lo que dure, por ninguna razón nos vamos a rendir.
Vamos a demostrar que no somos una prueba error de la naturaleza y que contrario a lo que parezca estamos en esta vida para buscar ser mejores y hacer un mundo mejor.
Y algún día, tal vez seamos historia, las generaciones que vengan después se sentirán avergonzadas, pero agradecidas por esta lucha y vean muy lejanos aquellos tiempos en que las mujeres no podían saber si regresarían cada noche a sus casas o vivían bajo el mismo techo que su verdugo.
Un mundo en el que se respeten las diferencias y se reconozcan las fortalezas, no como un elemento de competencia, sino como una herramienta de trabajo en equipo y bienestar común.
Y si queremos romper, rompemos.
Si queremos quemar, quemamos.
Y al que no le guste, que no nos estorbe.