Mi trabajo no tiene objeto, ni imagen, ni foco. Sin objeto, sin imagen y sin foco,
¿qué estás viendo? Te ves a ti mismo viendo. Lo importante
para mí es crear una experiencia de pensamiento sin palabras”. James Turrell
Quién adquiere un volcán extinto en Arizona, cerca del Gran Cañón estadounidense, para crear una obra descomunal sólo comparada con las pirámides y las catedrales del siglo XV. Una empresa que lleva más de 45 años de producción con la única intención de contemplar la luz: James Turrell (Los Ángeles en 1943), uno de los artistas más importantes del Light and Space, movimiento minimalista que surgió en 1960 en el sur de California.
A partir de vuelos de reconocimiento Turrell, en 1970, inició este proyecto denominado Roden Crater, una especie de “domo celeste”, cuyo interior es un entramado de cámaras subterráneas y túneles alineados con las estrellas, constelaciones, el sol y la luna. La finalidad de este complejo es la recreación de un telescopio gigante que capturará la parada luna mayor —la luna alcanza los puntos más extremos en su camino a través del horizonte—; evento que ocurre cada 2000 años.
Sin duda, Roden Crater será el mayor logro de este cuáquero, historiador del arte, matemático, psicólogo perceptual y astrónomo, que hace de la luz verdaderos pasajes que trascienden el mundo; espacios inmersivos que detonan en verdaderas sobrecargas sensoriales. Sus instalaciones más representativas son las conocidas como Ganzfeld (campo total), donde no hay delimitaciones arquitectónicas, sólo color ilimitado. El espacio se configura por la luz misma.
Al observar estos ambientes no hay que tomar a la ligera la advertencia de no padecer alteraciones arteriales, padecimientos cardiacos o deficiencias nerviosas, puesto que el espectador se ve desafiado y confrontado por lo que verdaderamente entendemos por realidad física. En las obras de Turell el espectador busca orientarse a través de planos arquitectónicos que de pronto son invisibles en entornos controlados que terminan por confundir al cerebro.
Turrel juega con los efectos de la luz y los modelos de psicología perceptiva de James Gibson para crear obras contemplativas. “La visión contemplativa de la luz en la obra de Turrell no es certera ni segura, ya que cuando brilla e irradia, también trasciende lo cognitivo y representativo, aterrizando directamente en el campo de lo afectivo y lo sensorial”, menciona Adriana Kuri Alamillo, asistente curatorial, Museo Jumex, a partir de una cita de Tim Edensor (The Senses and Society).
Actualmente, al norte de la Ciudad de México, se puede observar el trabajo de James Turrell: Pasajes de Luz, en el Museo Jumex (concluye el 29 de marzo de 2020). Exposición curada por Kit Hammonds y que se conforma por diversos momentos: la gráfica basada en la comprensión de la luz y la oscuridad a través de experimentos de sitio especifico desarrollados en el llamado Hotel Mendota en Ocean Park, donde disolvía la arquitectura física para permitir la entrada de luz en diferentes horas del día para crear umbrales que llevaban a verdaderos ritos espirituales de iniciación.
También, se podrán ver instalaciones, grabados, fotografías, modelos, hologramas; como los modelos que documentan el proyecto Roden Crater y su obra más reciente, el Curved Elliptical Glass [Vidrio elíptico curvo], cuya lenta transformación del color se compara, según el artista, a las partituras musicales.
James Turrell es considerado uno de los artistas más importantes del movimiento Southern California Light and Space Movement. Nació en Los Ángeles en 1943 y estudió arte, historia del arte, matemáticas, psicología perceptual y astronomía en Pomona College. El trabajo de Turrell ha sido presentado en importantes museos como el Stedelijk Museum, Ámsterdam (1976); el Whitney Museum of American Art, Nueva York (1980); el Israel Museum (1982); el Museum of Contemporary Art, Los Ángeles (1984); MAK, Viena (1998–1999; el Mattress Factory, Pittsburgh (2002–03); el Kunstmuseum Wolfsburg, Alemania (2009–2010); y el Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York (2013); además se presentó en la 54a Bienal de Venecia (2011).