Hace casi dos meses el presidente Andrés Manuel López Obrador firmó el Acuerdo Nacional por la Igualdad entre Hombres y Mujeres, y aseguró que “no habría un gobierno machista”. La semana pasada, la cancillería mexicana, a cargo de Marcelo Ebrard, se puso a tono, al menos a nivel discursivo.
En el contexto de la reunión anual de Embajadores y Cónsules de México, el secretario de Relaciones Exteriores presumió como un logro el arranque de una política exterior “feminista”, con la que busca “reducir y eliminar las diferencias estructurales, brechas y desigualdades de género”.
Con esto , México se convirtió en el primer país de América Latina en adoptar “una política exterior feminista”… aunque ésta sólo sea de palabra.
Y es que en esa dependencia impera una visión meramente masculina: sólo hay una mujer entre los 11 principales cargos de las oficinas centrales, sea secretario, subsecretario o jefes de unidad, como documentó una nota publicada en la página web de la revista Proceso.
“La Política Exterior Feminista de México está fundada en un conjunto de principios que buscan, desde la política exterior, impulsar las acciones gubernamentales para reducir y eliminar las diferencias estructurales, brechas y desigualdades de género, con el fin de construir una sociedad más justa y próspera”, dice la Secretaría de Relaciones Exteriores.
La coordinación de este proyecto estará a cargo de Martha Delgado, subsecretaria para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos.
Pero, de acuerdo con Proceso, Delgado Peralta es la única mujer que en la Secretaría forma parte del primer nivel de salarios –de rango G a J– y hay solamente 14 mujeres entre los 66 funcionarios que ocupan direcciones generales, incluido el propio Ebrard.
Estos datos contrastan notoriamente con las declaraciones del propio canciller, quien no pierde ocasión para resaltar el lado “feminista” de la gestión.
El pasado mes de septiembre declaró ante la Asamblea General de Naciones Unidas que “el Gobierno de México se considera un gobierno feminista y lo habremos de demostrar con nuestros compromisos y con nuestra acción en estos años y pensamos que la equidad de género es el basamento, el fundamento, de una sociedad caracterizada por la igualdad. No se puede cambiar la realidad social sin un compromiso profundo y vasto para promover la equidad de género”.
Más allá de la buena intención de esas palabras, hubo otro hecho que no pareció respaldarlas.
En el acto del pasado jueves, Ebrard presentó a REK, “la primera robot en la SRE”, según la llamó.
No se detalló cuáles serán las funciones o aplicaciones específicas de “la” robot. Pero en una búsqueda en internet se puede encontrar que REK en realidad se trata de un asistente, que funciona por medio de comando de voz y de la pantalla que lleva incorporada. Su nombre original es Snow.
Un demo del canal de YouTube del fabricante chino Csjbot muestra a detalle que el aparato funciona más bien como recepcionista. A reserva de saber con detalle para qué será utilizado, la primera impresión es que la SRE se suma a los estereotipos de género mediante la presentación de una asistente electrónica con apariencia y voz femenina, requerida sólo para ejecutar meramente funciones de servicio.
Para colmo, en el propio presidium de la presentación de la “política exterior feminista” el marcador también lo pierden las mujeres: sólo una funcionaria contra siete funcionarios. Y no, canciller, la robot no cuenta como presencia femenina, mucho menos feminista.
Al parecer, la paridad de género a la que alude el canciller Ebrard es la de techos de cristal donde la cúpula está reservada para hombres. Ojalá que la subsecretaria Martha Delgado pueda ilustrar lo contrario y que la igualdad no sea solo un pasaporte de presentación.