jueves 21 noviembre, 2024
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BORIS BERENZON GORN COLUMNAS BLOGS

«RIZANDO EL RIZO» En el 2020, Trump es “inevitable”

 

La situación parece un chiste de mal gusto o un meme que, de tanto compartirse, terminó confundiéndose con la realidad. Querríamos creer que es otra noticia falsa, que se adelantó el día de los inocentes o que el mundo entero está siendo víctima de un programa de cámara escondida cuyo presentador pronto se hará manifiesto para revelar que todo esto (los disparates que desde hace algunos años está viviendo el mundo) no es más que una broma. Pero no tenemos tanta suerte. La realidad es que Donald Trump, el presidente de los Estados Unidos, el líder de lo que suele llamarse el “mundo libre”, se ve a sí mismo no sólo como un súper villano, sino como uno de los más grandes genocidas de la cultura de masas.

“Soy inevitable” (I’m inevitable), dice el magnate de la Casa Blanca en un video subido a Twitter por su equipo de campaña. La aseveración pretende pasar por inocente, no ser más que una advertencia para el Partido Demócrata sobre lo “imposible” que es vencerlo en las elecciones del año que viene. Eso es justamente lo que dice el tuit que acompaña al video: “Los demócratas de la Cámara de Representantes pueden impulsar su falsa acusación todo lo que quieran. La reelección del presidente Trump es inevitable”. Pero el mensaje es mucho más que el banderazo de salida para una competencia: tiene un subtexto que revela la forma enfermiza en que el presidente se concibe a sí mismo e, incluso, la manera torcida en que su equipo lo admira.

Para lanzar este mensaje, la cara de Donald Trump fue superpuesta en una escena de una película de Marvel, nada más y nada menos que en el cuerpo de Thanos. La escena pertenece al filme Avengers: Infinity War, una historia cuasi apocalíptica en la que medio universo es destruido. Para quienes no estén familiarizados con estas historias, Thanos es un personaje de Marvel Comics creado por Jim Starlin, un archivillano que está enamorado de la Muerte (con mayúscula, porque es otro personaje) y obsesionado por encontrar las “gemas del infinito”, una suerte de rocas superpoderosas que le ayudarán a concretar su más grande ambición: destruir a la mitad de los seres vivos del universo con sólo un chasquido de sus dedos.

En la escena utilizada por el equipo de Trump, Thanos se encuentra a punto de matar a media humanidad tras haber encontrado las famosas gemas; es decir que va a perpetrar un genocidio (en la ficción, sí, pero genocidio, a fin de cuentas). Por alguna razón enferma, Trump y su gente consideran que esta acción es heroica o admirable. Que el presidente se compare con un ser inmensamente poderoso no nos sorprende: queda claro que su ego da para eso y mucho más. Lo que llama la atención es el poco tacto que tiene su equipo (presuntamente formado por expertos en comunicación), pues se pone al descubierto su verdadera personalidad.

Lo paradójico es que, sin proponérselo, Donald Trump envió un mensaje de esperanza al Partido Demócrata. La escena retrata, en efecto, la victoria de Thanos, pero también anticipa su derrumbe definitivo. Claro que Trump es inevitable: los cuatro años de destrozos que dejará tras su partida no podrán borrarse fácilmente. El discurso de odio que se dedicó a difundir en contra de los latinos permanecerá por muchos años, y no será tarea sencilla contrarrestarlo. Incluso (aunque se vaya en 2020), no faltarán los nostálgicos de su gobierno en las próximas décadas. El huracán que su presidencia representó (lo sabe él con absoluta certeza) ya no tiene marcha atrás. Sin embargo, en el Universo Cinematográfico de Marvel, aquella victoria de Thanos es pasajera.

Es tan contundente la derrota para los superhéroes de Marvel que los sume en una profunda crisis emocional: el Capitán América se convierte en una especie de líder de alcohólicos anónimos; Thor, el dios del trueno, se vuelve (él sí) alcohólico; Iron Man se retira, y Hulk renuncia a su superfuerza. Involuntariamente, Trump está comparando a los demócratas con estos héroes derrotados que no han tenido más remedio que observar la destrucción del mundo desde las salas de sus casas. Pero, con esta derrota, Trump también les augura un repunte.

Después de la victoria de Thanos, los Avengers se reorganizan y, sin ser capaces de evitar que la historia quede manchada por la destrucción del villano, consiguen revertir sus daños; justamente de eso se trata la película posterior de Marvel: Avengers: Endgame. Al comparar a los demócratas con los Avengers, Trump les ha enviado un mensaje de esperanza: aunque la destrucción que dejó sea ya inevitable a estas alturas, la victoria está muy cerca.

Manchamanteles

Julio Cortázar solía decir que el azar hace muy bien las cosas, mucho mejor que la lógica. El hecho de que dos de los más importantes cineastas de México hayan nacido no sólo el mismo día del año (un 13 de diciembre, como hoy), sino separados exactamente por medio siglo (pues uno vino al mundo en 1894 y el otro en 1944), le da la razón. Me refiero a Fernando de Fuentes y a Arturo Ripstein. Algunos de los filmes más importantes de Fuentes son El compadre Mendoza, ¡Vámonos con Pancho Villa! y Doña Bárbara (basados, respectivamente, en el cuento de Mauricio Magdaleno y en las novelas de Rafael F. Muñoz y Rómulo Gallegos). Entre las películas de Ripstein de mayor relevancia se encuentran El castillo de la pureza, El lugar sin límites y El imperio de la fortuna (basadas, a su vez, en el guion de José Emilio Pacheco, la novela de José Donoso y el relato de Juan Rulfo El gallo de oro). El cine de Ripstein es completamente distinto del de Fuentes, debido, sin duda, a que el México de la segunda mitad del siglo XX era casi diametralmente opuesto al de la primera. Como Diego Rivera en la pintura o Carlos Chávez en la música, Fuentes idealiza México: la historia, el pueblo y, en particular, la lucha revolucionaria. Ripstein, en cambio, señala la crisis moral del México posrevolucionario (no es casualidad que los protagonistas del movimiento estudiantil de 1968 fueran jóvenes de su edad). Lo indudable es que ambos artistas son esenciales en la historia cultural de nuestro país y que sus obras son un instrumento espléndido para conocernos mejor en tanto mexicanos. Larga vida a don Fernando de Fuentes, y felices 75 años a Arturo Ripstein.

Narciso el Obsceno

Donald Trump es un narcisista perverso y ha impuesto una forma de gobernar que hace más a la carencia de ideales y el agotamiento de la narrativa de la democracia política que a sus virtudes. Es decir, un vacío social que el magnate aprovecha. Su dialéctica se impone como modelo: es producir un opuesto y luego plasmarse como el salvador único que vencerá al enemigo erigido. Antonio Caño (1957) muchos años director de El País. las ha descrito con mucha claridad como las “democracias narcisistas” La obscenidad de narciso se encubre en una crisis de patriotismo panfletario.

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