En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y los 16 días de activismo contra la violencia de género, coordinada cada año por el Center for Women’s Global Leadership, cientos de mujeres este 25 de noviembre se apropiaron de espacios públicos en varios países alrededor del mundo, para demandar el cese a la impunidad social y jurídica, y todas las formas de violencia contra las mujeres.
Mediante consignas que reclaman una visión estructural frente a la violencia que nos persigue sólo por encarnar este género, se hace un llamado a abandonar la mirada patriarcal que sustenta esta problemática.
Así, durante las movilizaciones, el reclamo más fuerte es al machismo materializado en las instituciones encargadas de la impartición de justicia y seguridad pública; en los mensajes de los medios de comunicación; y en otras voces de la sociedad que insisten en criminalizar a las víctimas.
Sucede lo mismo con las protestas, se difunden juicios que se empeñan en omitir la causa: la violencia que en todo el mundo provoca que una de cada tres mujeres hayan sufrido violencia física o sexual, principalmente por parte de un compañero sentimental (ONU MUJERES); que se priva de la vida diariamente a 10 mujeres en México (ONU); que nos coloca en el segundo país con más feminicidios de América Latina y el Caribe (CEPAL); que obstaculiza nuestro desarrollo social y económico: en 2016, cada mujer perdió 29.7 días de trabajo remunerado a causa de la violencia doméstica (INEGI).
¿Cuándo nos indignarán lo suficiente estas violaciones de derechos, estos feminicidios? ¿Cuándo se sancionará social y jurídicamente a los responsables? En todo caso, ¿cuándo se renunciará a esa ideología patriarcal que tanto daño provoca?
Como respuesta, surgen expresiones sociales como la del colectivo feminista Lastesis, quienes convocaron a la intervención pública de seis puntos en Santiago de Chile, en las cuales las voces de decenas de mujeres corearon:
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía.
El violador eras tú,
El violador eres tú,
son los pacos (policías),
los jueces,
el Estado,
el presidente.
El violador eres tú
Exponiendo de esta manera la urgencia de un cambio cultural, para intervenir esos mensajes que se empeñan en justificar las violencias, en cuestionar y responsabilizar a las víctimas, y de múltiples maneras, en no valorar la vida de las mujeres. Estas manifestaciones públicas también son oportunidades de intervención social, que nos proponen adoptar otras posturas para volvernos agentes de resistencia activa, y sumarnos a estas voces para pronunciar que en cualquier caso: “la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía”.
Estas protestas proponen un pacto político, cuyo objetivo predominante es sumarnos a la eliminación de la impunidad moral en la que se sostiene la violencia contra las mujeres.