El verano de la diamantina rosa mexicano está haciendo historia. Rompiendo silencios. Reivindicando gritos. Visibilizando las llagas de la violencia contra las mujeres. Obligando a mirar las navajas que nos hieren.
Y frente a la denigrada impartición de la justicia, este miércoles 21 de agosto, la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, Nashieli Ramírez Hernández, puso en el debate público ese lastre en que se han convertido las filtraciones de los expedientes en curso de las víctimas.
Lo hizo al rendir su primer informe al frente de ese organismo autónomo, en un acto al que asistió la jefa de gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum, acompañada del secretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX, Jesús Orta Martínez, el funcionario a quien las feministas le pintaron el cabello de diamantina, en reclamo por haber incurrido en esa falla.
Y es que la ombudsperson de los capitalinos ha sido protagonista clave en el escudo de seguridad que la institución a su cargo realiza con las movilizaciones y protestas que se despliegan en nuestra metrópoli.
Pero además, como responsable de atender las quejas por las presuntas violaciones de las autoridades a los derechos humanos de quienes habitamos en la CDMX, Nashieli Ramírez está dando seguimiento a las denuncias que desataron la ola feminista de la diamantina rosa.
Es desde esa condición, la de omdubsperson y feminista, que la titular de la CDHDF puso los reflectores sobre el espeluznante hecho documentado de que “al menos en tres de cada 10 de los expedientes correspondientes tan solo a feminicidio, se investiga la divulgación de información catalogada como confidencial, como hecho mismo que motiva la queja”.
Con el sustento de las quejas recibidas en esta institución que ya cumplió 25 años, Nashieli Ramírez dijo ante las autoridades capitalistas, alcaldes, legisladores, magistrados, activistas de derechos humanos y víctimas, presentes en su informe, que “la filtración de información que corresponde a la investigación es una violación constante a los derechos humanos de las mujeres cuyos casos se investigan y que tiene por efecto su victimización secundaria, la invasión de su privacidad y exposición a más agresiones”.
Vino en seguida el llamado, la convocatoria, la solicitud, el reclamo:
“Esta Comisión de Derechos Humanos es enfática en afirmar que, por su gravedad y reiteración, la filtración de información parte de una investigación debe de ser sancionada penal y administrativamente”.
Nashieli Ramírez hizo votos para que se ponga freno a este lastre en las investigaciones en curso respecto a la violencia familiar, desaparición de mujeres, feminicidio, violencia sexual, entre otras.
Habló la ombudsperson de la urgencia de que los resultados de esas investigaciones contribuyan al derecho a la verdad de las víctimas, “a su derecho a la reparación integral del daño y a generar acciones de política pública que disminuyan tajantemente la violencia de género hacia las mujeres”.
A modo de respuesta, aunque no se pronunció en concreto sobre el tema de las filtraciones, la jefa de Gobierno expuso:
“Podemos errar en las palabras. Pero que nadie se equivoque: jamás nos vamos a equivocar en la construcción de diálogo, de la apertura, de la no represión, y en la construcción de una ciudad que acabe, disminuya la violencia, y acabe con las desigualdades”.
Quedan ahí las palabras, la convocatoria y el compromiso del verano de la diamantina rosa mexicano.
Y aquí también transcribimos el poema de la española Ángela Figuera, un texto pertinente, necesario y reivindicatorio de las mujeres que han alzado la voz, con su rabia incluida. Un poema que nuestra ombudsperson capitalina nos compartió al iniciar la entrega de su informe de labores.
No quiero
Que los besos se paguen
Ni la sangre se venda
Ni se compre la brisa
Ni se alquile el aliento.
No quiero
Que el trigo se queme y el pan se escatime.
No quiero
Que haya frío en las casas,
Que haya miedo en las calles,
Que haya rabia en los ojos.
No quiero
Que en los labios se encierren mentiras,
Que en las arcas se encierren millones,
que en la cárcel se encierre a los buenos.
No quiero
Que en la fábrica no haya azucenas,
Que en la escuela no ría el maestro.
No quiero
Que la tierra se parta en porciones,
Que en el mar se establezcan dominios,
que en el aire se agiten banderas,
que en los trajes se pongan señales.
No quiero
Que jamás se disparen fusiles,
No quiero
Amar en secreto,
Llorar en secreto,
Cantar en secreto.
No quiero
Que me tapen la boca
Cuando digo NO QUIERO
Ángela Figuera