NTX / México.- Hace 21 años en Cuernavaca, Morelos, murió Elena Garro (Puebla, 11 de diciembre de 1916), quien en su andar por el mundo fungió como guionista, periodista, dramaturga, cuentista y novelista —relacionada con el “realismo mágico”— y considerada una renovadora de la literatura fantástica.
Sus padres, José Antonio Garro y Esperanza Navarro, fomentaron en ella —según relató en alguna ocasión— el amor por las letras, disciplina en la que destacó y la cual le propició ser considerada como la mejor escritora mexicana del siglo XX.
Para el crítico literario Emmanuel Carballo, Garro estaba a la altura de los mejores autores del mundo; “es escritora de la cabeza a los pies, modificante, deslumbrante, innovadora: la literatura era una antes de Elena Garro y es otra después de ella”.
A los 18 años, Elena Delfina Garro Navarro llegó a la capital del país para ingresar a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y estudiar danza y teatro.
Mientras estudiaba, conoció a Octavio Paz (1914-1998), Premio Nobel de Literatura en 1990, con quien se casó en 1937 y mantuvo una relación de 22 años, de la que nació su única hija, Helena Paz Garro.
En 1954 escribió guiones para las películas Sólo de noche vienes, basada en el cuento La culpa es de los tlaxcaltecas (de su autoría) y Las señoritas Vivanco. Sus primeras obras teatrales fueron reunidas en el libro Un hogar sólido (1958).
Elena Garro recibió en 1963 el Premio Xavier Villaurrutia por su novela Los recuerdos del porvenir, una de las creaciones más perfectas de la literatura contemporánea, de acuerdo con el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).
Ese mismo año escribió el libro de cuentos La semana de colores. También recibió los premios Grijalbo de Novela 1981 por Testimonios de Mariana; Juan Ruiz de Alarcón de las Jornadas Alarconianas en 1994; Nacional de Narrativa Colima en 1996 por obra publicada y el Sor Juana Inés de la Cruz en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 1996.
Por los hechos ocurridos en Tlatelolco durante el 2 de octubre de 1968, se exilió primero en Estados Unidos, posteriormente en España, y luego en Francia, donde permaneció 20 años. Al regresar a México, en 1993, se estableció en Cuernavaca hasta el día de su muerte en el año de 1998.
Así era Elena Garro: “Los recuerdos son mi inspiración. Si no tuviera recuerdos, ¿qué haría…? Todo lo que escribí son recuerdos (…) Yo sólo soy memoria y la memoria que de mí se tenga”.