jueves 21 noviembre, 2024
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«RIZANDO EL RIZO» Centenario. El legado de Primo Levi

 

A Salvador Rueda, mi amigo, inspirador de estas líneas.

Las palabras de Primo Levi son hoy tan necesarias como lo fueron durante el siglo pasado. Cuando, en 1947, se publicó su primer libro, Si esto es un hombre (en italiano Se questo è un uomo), el mundo pensaba que de ninguna manera se volverían a permitir los horrores del nazismo y la Segunda Guerra Mundial. Un año después, se proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, documento en el que la comunidad internacional reconocía que todas las personas “nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. A cien años del natalicio de este gran escritor, sobreviviente de los campos de concentración, nos corresponde preguntarnos: ¿realmente hemos superado los problemas que originaron aquella catástrofe?

La democracia está en peligro (esto no es noticia nueva): peligra incluso en los países que antes se preciaban de ser la brújula del mundo; peligra también en el que se llegó a considerar “el líder del mundo libre”. Lo mismo en Francia que en Estados Unidos, en Argentina y en Brasil, hay grupos políticos hablando del autoritarismo como si hablaran del Renacimiento o la Ilustración. Los regímenes más opresivos son ensalzados como si fueran la más evidente solución a los problemas de pobreza, violencia e injusticia que aquejan a la población mundial. Es lamentable, pero tenía razón Primo Levi: “Aquellos que niegan Auschwitz estarían dispuestos a volver a hacerlo”, pues, sin lugar a dudas, añorar un régimen autoritario es negar Auschwitz, negar la memoria y la verdad, ignorar las experiencias de las historias. En su centésimo aniversario, es imperante reconocer el valor histórico que tienen las palabras de Primo Levi, pero, más aun, es imperante volver a ellas para entender nuestro presente.

Nacido en Turín, Italia, el 31 de julio de 1919, Levi fue uno de los escritores más importantes del siglo XX. Descendiente de judíos llegados de España, Levi creció bajo el régimen fascista de Benito Mussolini, el cual negaba a los hebreos derechos tan elementales como la educación. Sin embargo, las “leyes raciales” no empezaron a instaurarse sino hasta 1938, razón por la cual pudo él concluir su educación universitaria.

Fue en 1943 cuando Levi, en el ejercicio de lo que la Declaración Universal llamaría el “supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”, se unió a la resistencia contra la ocupación nazi de Italia. Lamentablemente, su acto heroico provocó que fuera detenido y remitido a un campo de concentración aledaño a Auschwitz, en Polonia. Si esto es un hombre contiene la memoria de esos terribles días. “Nosotros, los que sobrevivimos a los campos, no somos testigos verdaderos”, afirmó Levi, evitando autoproclamarse portador único de la verdad sobre el exterminio. “Nosotros somos los que, a través de la prevaricación, la habilidad o la suerte, nunca tocamos fondo. Los que estuvieron y vieron el rostro de la Gorgona no regresaron, o regresaron sin palabras”.

Levi pudo escapar cuando, en 1945, las tropas soviéticas liberaron Polonia. El deterioro de su salud, además, no fue tan grave, pues sus conocimientos de química habían sido aprovechados por los nazis, evitándole los trabajos forzados. Fue gracias a esta afortunada combinación de factores que llegó hasta nosotros el legado de uno de los escritores de ascendencia judía más trascendentes de nuestro tiempo. ¿Qué haremos con ese legado? Ésta es la pregunta importante.

Los gobiernos autoritarios no surgen de la nada, ni por arte de magia. Crecen en medio de la descomposición social, nutriéndose de las desviaciones del estado de derecho. Para que Hitler y Mussolini llegaran a la cumbre de sus atrocidades, las leyes y las instituciones de sus países tuvieron que llegar primero a tal degradación que les resultó lícito atentar tan terriblemente contra la dignidad humana. Así lo resumió Levi en su célebre primer libro: “Un país es considerado tanto más civilizado en cuanto la mayor sabiduría y eficiencia de sus leyes impiden a un hombre débil volverse demasiado débil y a un poderoso volverse también demasiado poderoso”.

Levi no alertaba sólo sobre los factores que solapan a las figuras autoritarias, sino también sobre el debilitamiento de las leyes que protegen a quienes han sido marginados una y otra vez. La desprotección de aquellos a quienes el sistema ha hecho “más débiles” es la desprotección del propio país. Es necesario recordar que la persecución que lo condujo a los campos de concentración no sólo se dirigió contra los judíos, sino también contra negros, gitanos, homosexuales…, los mismos blancos de los discursos de odio hoy día. En una democracia (razonaba así Levi), la persecución de un solo ciudadano es la potencial persecución de todos los ciudadanos.

Los peores regímenes autoritarios ya pasaron por nuestra historia. Tiranías como las que llevaron a Primo Levi a ser objeto de las más infames vejaciones en el campo de concentración no pueden volver a capturar nuestras sociedades bajo ninguna circunstancia, por mucho que se anuncien como la panacea frente a la pobreza y la desigualdad. La desinformación, la manipulación mediática y las fake news son las herramientas que hoy por hoy utilizan quienes añoran el regreso de los regímenes autoritarios. Hay que oponernos a ellas haciendo honor a la historia. No neguemos Auschwitz, no estemos dispuestos a repetirlo.

Manchamanteles

¿De nuevo Elena Garro? La editorial Paralelo 21 ha publicado recientemente un libro indispensable de Elena Garro: Memorias de España 1937, vívido testimonio de un acontecimiento fundamental para el destino de España, de México y de Occidente entero: la Guerra Civil (1936-1939). En el vertiginoso escenario construido por las palabras de Garro, vemos deambular —con rostros, cuerpos y almas increíblemente nítidos— a algunos de los más prominentes artistas e intelectuales del siglo XX: Rafael Alberti y Miguel Hernández, Pablo Neruda y César Vallejo, David Alfaro Siqueiros y Silvestre Revueltas…, quienes se mueven bajo las sombras inmensas de Stalin y Trotsky, de Hitler y Churchill, de Manuel Azaña y Lázaro Cárdenas; la capacidad mimética con que Garro se enfrenta a los protagonistas de la historia es comparable con la de Martín Luis Guzmán o Fernando del Paso. Descontando su valor estético y testimonial, las Memorias de España son también una justificación —sutil, implícita— de una mujer a quien, tristemente, se conoce más por un matrimonio infausto y una reprobable ideología política que por las cualidades de su escritura, admirable como pocas en las letras mexicanas.

Narciso el Obsceno

¿Amantes? Un desafío al narcisismo. La utopía de transmutar el “yo” en un “nosotros”, de borrar el “él”, es una tarea impuesta por el narcisismo, que añora anular la castración y alcanzar la fusión total de dos seres en uno. ¿Quién quiere tener una relación a medias? Si algo tienen los amantes, es su anhelo de una entrega total, más aún hoy que los feminismos han ido rompiendo poco a poco el sistema patriarcal de posesión. ¿Quién quiere una relación de riesgo? Inseparables e impenetrables. Las relaciones amorosas viven en la angustia de la pérdida. Los amantes son quienes más la sufren porque están a merced del ideal. Todas las preguntas (y no digamos las repuestas) obedecen a un imaginario, a la convención narcisista de un todo fallido, pero la realidad muestra a los amantes como seres muy amorosos, plenos, gozosos, con música en el ser, cómplices eternos. La tragedia de los amantes consiste en su duda perpetua de la imaginaria “penumbra” que dicen cubre la radiante luz de amar cuando la fiesta del amor está en su máxima celebración y se hacen votos de amores inmortales, sabiendo que toda su correspondencia es efímera. Pero, ante todo ese carnaval de emociones, el verdadero fracaso de los amantes no es la carga social ni el arquetipo (¡vamos!, ni el conservadurismo o el liberalismo). ¿Los amantes enamorados están destinados a sufrir por amor? Sí, siempre que el narcisismo se apodere de ellos, pero el verdadero sufrimiento es la culpa de ser felices…, intervalos de totalidad, de intensidad de un todo insostenible en un para siempre. ¡Basta de imposturas! ¡Qué inmensa atracción esa libertad! ¿Cómo acabar con lo que no sabemos cómo empezó?  ¡Qué ganas de vivir libres y a plenitud, y qué miedo! Y allí la obscenidad de Narciso evade la plenitud. Ya Alessandro Baricco, en La Esposa joven (2016), plantea la eterna espera por ese amor. La consecuencia del amor imaginariamente pleno es caer en la realidad de que el narcisismo gana la partida. Puesto que la búsqueda de la plenitud es un anhelo del sujeto, una y otra vez los amantes buscarán el todo.

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