La paridad es como el tema de la transparencia, todos y todas la invocan en abstracto y se la quieren recetar a media humanidad.
Pero cuando llega la hora de compartir el poder y los reflectores, o cuando toca rendir cuentas de lo que se hace y de lo que se incumple, entonces la cosa se complica. Y comienzan los atenuantes y pretextos.
Decimos esto porque el contraste entre las prédicas paritarias y su práctica en el Congreso de la Unión es un ejemplo claro de las resistencias culturales que en el tema de igualdad sustantiva cargamos.
Apenas hace unas semanas, legisladores de todos los signos partidistas celebraron haber reformado la Constitución para establecer a la paridad como un valor de la democracia y un principio de los componentes del Estado mexicano.
Desde la convicción o la conveniencia de figurar políticamente correctos, los parlamentarios hicieron votos para que nunca más los directorios, los templetes, las conferencias y los encuentros en las instituciones de la administración pública sean espacios de exclusión para las mujeres.
Algunas legisladoras fueron más allá y, audaces, reclamaron paridad en todo y paridad total en el Poder Judicial, organismos autónomos, instancias electorales, cabildos, gabinetes locales y pidieron al sector privado sensibilizarse con el tema.
Y ese feliz acontecimiento de la paridad constitucional fue aplaudido por la muy bien llamada “Legislatura de la paridad de género”, en referencia a que la LXIII es la primera legislatura en la historia nacional en la que las mujeres ocupan casi la mitad de las curules en la Cámara de Diputados y la mitad de los escaños en el Senado.
Y justo por estos antecedentes es que ha llamado la atención el bajo perfil, la mesura o acaso la falta de congruencia de las legisladoras feministas ante los relevos que, para septiembre, deberán hacerse en las mesas directivas de ambas cámaras.
Hasta ahora no hemos escuchado que, por elemental cumplimiento de la citada reforma, alguna Senadora o Diputada se pronuncie por cumplir con la alternancia de género, una vez que Porfirio Muñoz Ledo y Martí Batres concluyan sus respectivas presidencias legislativas en San Lázaro y en el Senado.
Fueron los varones más poderosos de la Cámara Alta, los coordinadores de las bancadas del PRI, Miguel Osorio; del PAN, Mauricio Kuri; del PRD, Miguel Mancera, y de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, quienes se pronunciaron a favor de una presidenta mujer para el segundo año de la actual legislatura.
En una carta enviada al jefe de la bancada de Morena, Ricardo Monreal, quien actualmente encabeza la Junta de Coordinación Política del Senado, sus pares de la oposición le abrieron la puerta a la alternancia de género.
Paradójicamente, ese pronunciamiento no desató entusiasmo entre las senadoras. Por el contrario, algunas se quejaron de que ese Club de Toby usara el argumento de la paridad para relevar al senador Martí Batres de la Mesa Directiva y ninguno de ellos aplicara para la coordinación de sus respectivas bancadas el criterio de la alternancia de género.
“Es una grilla de Monreal contra Martí”, justificaron las legisladoras que seguían sin entusiasmarse con la idea de impulsar a la presidencia del Senado a una de sus 63 colegas mujeres, de un total de 128 senadores.
Incluso las panistas Xóchitl Gálvez y Kenia López Rabadán reclamaron que si la alternancia de género no era para una legisladora de su partido, preferían apoyar la reelección de Batres.
Mientras morenistas destacadas en la defensa de la paridad, como Malú Mícher, presidenta de la Comisión de Igualdad de Género, guardaron hasta ahora significativo silencio, como si el tema no importara cuando se trata de aplicarlo en casa.
Así que el debate de la paridad se ha restringido a los hombres, pues Batres decidió defender abiertamente su aspiración a repetir en el cargo y criticó a los coordinadores que buscan su relevo con el alegato de que deberían predicar con el ejemplo.
En esa grilla estábamos, cuando nuestra admiradísima y querida colega Leticia Robres de la Rosa, a cargo de la cobertura informativa del Senado para Excélsior, publicó este martes un dato muy relevador: en una votación informal, en el chat de integrantes de las fracciones de Morena y el PES, 23 legisladores se manifestaron a favor de la reelección de Martí, mientras otros 26 de los consultados votaron por un relevo de género, es decir, que la próxima presidenta del Senado sea una mujer morenista.
En la nota, nuestra colega cuenta que: “Instados por Martí Batres, los senadores de los grupos parlamentarios de Morena y Encuentro Social ya hicieron un ejercicio en el que la mayoría votó por una mujer para presidir el Senado a partir del 1 de septiembre y perdió la opción de reelección de Martí Batres, con un resultado de 26 sufragios por una mujer, frente a 21 por la continuidad”.
Leticia Robles de la Rosa detalló que “el pasado 11 de julio, luego de concluida la sesión extraordinaria del Senado, Batres utilizó el chat de WhatsApp que tiene el grupo parlamentario de Morena, y en el que participan las cinco senadoras de Encuentro Social, para informarles de su interés por reelegirse al frente del Senado, lo que provocó de inmediato una reacción en la que las y los senadores comenzaron a brindarle su apoyo”. (ver nota completa https://m.excelsior.com.mx/nacional/mayoria-votaria-por-mujer-presidencia-del-senado/1326270)
El tema ocupará, a lo largo de agosto, la atención y la tensión de senadores, senadoras, diputadas y diputados, quienes para el primero de septiembre deberán aprobar el relevo de sus respectivos presidentes.
Más allá de los nombres que se barajan para sustituir a Batres y a Muñoz Ledo, asistimos a una situación inédita y sin precedentes en la historia parlamentaria mexicana: por primera vez, el componente de la alternancia de género se asomará en los arreglos, las ponderaciones, las grillas y los acuerdos que tradicionalmente eran asunto del Club de Toby.
¿Por qué las legisladoras que con tanta emoción recomiendan paridad en todas las estructuras del Estado mexicano, no quieren tocar el tema en el Congreso?
En las próximas semanas trataremos de entender por qué, al menos hasta ahora, aquí aplica parafrasear el dicho popular de hágase la paridad… Pero en los bueyes de mi compadre…