jueves 21 noviembre, 2024
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COLUMNAS COLUMNA INVITADA

«COLUMNA INVITADA» Hace un año, el triunfo de la 4T

 

El primero de julio de 2018 cambió la percepción de la ciudadanía respecto de los procesos electivos al salir a sufragar y con el triunfo de un Andrés Manuel, que a diferencia de las dos anteriores elecciones no salió ante los medios de comunicación acusando un presunto fraude, las personas electoras tenían un sentimiento de pertenencia a ese triunfo.

Un año después es interesante observar cómo, con una de las elecciones con mayor participación en el centro de la discusión está la posible reforma electoral en la que justamente el menoscabo podría ser para las autoridades electorales locales y federales, en la pretensión no solo están las administrativas, también las jurisdiccionales.

La justificación de reducir o eliminar autoridades está propuesta con la finalidad de disminuir el gasto que generan y en la misma tesitura se encuentra la posibilidad de reducir los recursos públicos que se entregan a los partidos políticos como prerrogativas para el sostenimiento de sus actividades ordinarias, de difusión, capacitación y formación política; y en época de elecciones, financiamiento para sus campañas.

Pasado un año, también llama la atención que el partido MORENA obtuvo triunfos electorales importantes en elecciones locales, particularmente en estados de la República donde jamás gobernó la izquierda.

Eso es como un termómetro, en los momentos donde existen críticas severas a las políticas públicas que implementa el gobierno, siguen consolidando triunfos electorales.

Aunado a ello, en una medición sobre la aprobación o desaprobación de la gestión de López Obrador, en los primeros días del mes de junio, mantenía números positivos por encima del 60 por ciento, lo cierto es que son niveles bajos a comparación con el primer trimestre del gobierno, pero no ha sido reprobado, aún y cuando sus estrategias son tan criticadas por la oposición.

Este efecto, desde mi perspectiva, se debe a que las personas que seguramente le dieron su voto consideran una gestión transparente porque él cada día da la cara en sus conferencias de prensa denominadas “mañaneras”. La razón de que este ejercicio sea bien calificado, tiene que ver con la sensación de cercanía que provoca ver a quien te gobierna, eso no significa que lo haga bien o mal, simplemente es el hecho de generar en las personas que son gobernadas una familiaridad con la toma de decisiones, como sucede cuando acude a eventos multitudinarios y pregunta si están o no de acuerdo.

Ese ejercicio, de gritar el sí o no, de levantar la mano si estás de acuerdo, para muchas personas es la materialización de lo que establece el artículo 39 constitucional: Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste.

El pensar que las decisiones trascendentes de nuestro país nos pertenecen y dirigimos los destinos de la nación es una forma de co-gobernar. Sin calificar si esto es cierto o no, la realidad es que hay quienes se sienten verdaderamente tomados en cuenta con la simple presencia diaria de su gobernante.

Otra de las causas de reacciones positivas es que, para la ciudadanía es un verdadero triunfo saber que a los altos funcionarios les bajaron el salario. Esto cobra sentido cuando el común denominador es que todos tienen ingresos bajos y parte de la diferencia que por muchos años se marcó entre la población era qué quienes se dedicaban al servicio público en altos puestos, tuvieron ingresos que escapaban de la realidad de los demás.

Por tanto, temas como austeridad y honestidad de los nuevos funcionarios, generan un ambiente de aprobación al gobierno. Quizá son simbolismos, pero lo cierto es que si disminuyeron considerablemente los sueldos de algunos funcionarios, además de que se limitó el acceso a ciertos beneficios que no eran necesarios para el desempeño de las tareas encomendadas: choferes para funcionarios de niveles medios, vehículos de lujo o blindados, viáticos excesivos, figuras como directores adjuntos, cancelación de seguros de vida y de servicios médicos, entre otras.

Un año del triunfo y seis meses de gobierno, pueden ser muy poco tiempo para realizar una medición o calificar como exitoso o no el gobierno actual.

Pero sí es el tiempo suficiente como para saber que, la forma de gobernar es otra, o por lo menos así es el discurso. Lo cierto es que, para algunos, es un gobierno que durará varios sexenios, más allá de ser bueno, es por la centralización de poder que deja entrever.

Un año, en que el discurso y las palabras han sido tan importantes, precisamente porque la ciudadanía, aquella que voto por él, no lo deja solo, le cree. Y cuando crees firmemente, tienes esperanza y fe.

 

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